Décimo primer capítulo.

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Sonrió en la oscuridad de su habitación. Lo único que se percibía para el ojo humano era su sonrisa siniestra.

Damon era algo tétrico y misterioso, pero aún así era tan hermoso que parecía irreal, era como la réplica, la reencarnación de Dorian Grey.

Se encontraba muy satisfecho, solo tuvo que convencer al propietario del club con una interesante cantidad monetaria para que hiciera dicha carta, pero valdría la pena.

Desde ahí podía palpar la curiosidad que sentía su pequeña rubia, porque sí, era de él, suya.

Parecía un maniático, pero poco le importaba. La obsesión que sentía por ella podía más que él.

Sabía que muchos lo tildarían de loco psicopático, y no distaba mucho de serlo.

Su corazón latía embravecido ante el pensamiento de tenerla al frente y ver su cara llena de sorpresa al volver a verlo.

Sentía como sus dedos picaban por tocarla, ansiaba hacerlo, tocar y hacer delirar a la chica con sus caricias.

Estaba desesperado, ya ni siquiera sus amantes lo satisfacían.

Cuando tenían sexo se corría, pero no lo suficiente, ellas no eran suficientes.

Ella era la única mujer que podía excitarlo y hacerlo correrse hasta perder la poca cordura que tenía.

Maldijo entre dientes, debería dejar de pensar en ella, ya que si seguía, sufriría de bolas azules. Así que ordenándose a sí mismo, se encaminó a su recámara, para dormir, ojalá lograra conciliarlo, pero con esa pequeña cosilla rubia en su cabeza, le era casi imposible.


...





Al día siguiente, Allyson paseaba una y otra vez por la habitación de Charlie, hasta que ésta se dignara en prestarle atención.

No lo pudo soportar más, y azotó la puerta con fuerza, abriéndola hasta hacerla chocar contra con la pared, provocando que Charlie se sobresaltara. Ésta echó un gritito que más bien parecía un maullido de un diminuto gatito, sacándole una risa a Ally.

- ¡¿Qué coño te pasa?! ¡Me asustaste!- reclamó la pelinegra.

- Tengo que decirte algo. Y te has pasado todo el día ignorándome.— protestó la rubia con un puchero.

- Lo lamento, estoy muy distraída.- sonrío recostada en la cama. Palmeó a su lado para que la amiga que tanto amaba se colocara a su lado, y Allyson así lo hizo. - Cuéntame, soy toda oídos.

- Recibí una invitación de Tom, Bottom and switch.

Charlie frunció su entrecejo extrañada.-¿En serio? Vaya... Es extraño.

- La carta decía que necesitaban integrantes para la comunidad.

- Eso no puede ser posible, ellos nunca hacen eso. Su comunidad está abarrotada, ellos nunca buscan, al contrario a ellos los buscan, son muy selectivos para elegir así por así.- exclamó muy extrañada.- Siéntete afortunada, eres grandiosa, y ellos lo saben.- halagó Charlotte, pero quedándose pensativa.

Era muy raro, pero seguro era solo un pensamiento erróneo, o quizás no.

Más tarde llamaría a su novio, para sacar esa pequeña duda de su cabeza.

Debía proteger a su familia, y Allyson era lo único que tenía.

Al atardecer, Allyson se hallaba indecisa sobre qué elegir para presentarse al evento.

Quería algo bonito y sutil.

No quería llamar la atención, pero tampoco ser opacada por otras.

Abrió, por enésima vez su armario, en donde el color rojo predominaba en las prendas.

Sus bonitos ojos empezaban a cristalizarse, y ahogó un sollozo, ella era de las mujeres que cuando no sabían que ponerse, lloraban de la frustración.

Se aproximó a la puerta, aún envuelta en albornoz, hacia la recámara de su amiga, la cual dormitaba en su cama. Corrió las puertas del armario, observando con detenimiento.

Sus ojos se enfocaron en un hermoso pantalón de cuero negro. Pensó en combinarlo con un lindo corsé del mismo color y unos espléndidos tacones rojos.

Cerró sus ojos mientras soltaba un gran suspiro de alivio. Por fin tenía el vestuario perfecto.

Se colocó las respectivas prendas, se acercó al tocador, y procedió a colocarse un intenso labial rojo, el cual combinaba con sus largas uñas, y un delineado sutil.

Onduló su inmensa cabellera rubia, para luego apretarla en una coleta. Adornó sus orejas con sus argollas preferidas, y perfumó su cuello.

Sonrío satisfecha ante su reflejo.

Estaba grandiosa.

Salió hasta el estacionamiento, tomó su auto, y emprendió camino a su trampa.

A una exquisita y deliciosa trampa, montada por el peor demonios de todos.

Atractivo y letal.


Así era él.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora