Octogésimo séptimo capítulo.

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Era horrible saber que casi cada persona del país sabía todo lo que pasaste en tu adolescencia, no era simplemente que supieran unas cuantas cosas, al contrario, lo sabían todo. Cada maldito mínimo detalle de la muerte de sus padres y no les importaba opinar negativamente, lo hacían como si hubiesen estado junto a él, presenciándolo todo desde el inicio. Cuando obviamente no era así, a la gente no le importaba realmente lo mal que lo pasabas mientras criticaban a diestra y a siniestra como si tu vida solo fuera un mísero show de televisión donde tenían la libertad de decir hasta el comentario más cruel y despiadado que se les ocurriera. Te ponían como el malo de la película y hasta ponían cosas donde no las habían, distorsionaban las cosas a su manera según iba pasando de boca en boca.

Podía sentir la miseria e incertidumbre que manaba de los poros del pelinegro por todo lo que ocurría, la sentía tanto que hasta su propia piel picaba por ello.

Se quedó en silencio, viendo como el pelinegro se limitaba a seguir tomando. Cuando se tomaba el vaso completo de licor, volvía a llenarlo hasta el tope y beberlo sin reservas. La rubia no opinó nada, tampoco le reprochó el hecho de que ya estaba casi ebrio, no lo hacía porque no tenía el derecho, tampoco lo culpaba, cualquiera en su posición haría lo mismo, cualquiera querría apagar el bullicio que permanecía en tu interior cuando algo malo te pasaba.

Damon no hablaba, ni la miraba. Ella estaba consciente de que él aun desconfiaba de ella, podía sentirlo, y tal cosa la sentaba mal. Había llegado a su casa para apoyarlo, no para ser culpada de algo que no había hecho, pero lo entendía. Lo mejor que podía hacer en ese momento era irse de allí y esperar a que las cosas se tranquilizaran, pero sabía que al llegar a casa se sentiría vacía y sin nada que hacer.

Pasó un largo momento, donde ninguno hablaba o siquiera se movía, quien rompió el silencio fue el pelinegro cuando murmuró algo y se levantó del sillón en donde estaba sentado, tambaleándose- No soy bueno. ¿Sabes?- preguntó, colocando el vaso vacío en la mesita de cristal y haciendo equilibrio con sus brazos para no caer sentado. La miraba con sus ojos vidriosos por la ebriedad y con una extraña sensación en su corazón- Nunca he sido bueno- negó, con la voz estropajosa- Siempre he hecho las cosas para mi propio beneficio- admitió, logrando ponerse de pie- Siempre he sido alguien egoísta y cruel que consigue lo que quiere. Porque sé que este mundo está lleno de gente que son una mierda, así que o te defiendes comportándote como ellos o eres su víctima para toda la vida- musitó. Allyson lo escuchaba atenta, no eran simplemente las palabras de alguien ebrio, eran las palabras de alguien que estaba decidiendo contar una parte de lo que sentía en su interior, de desahogarse- En este maldito mundo los débiles sufren hasta que deciden tomar fuerza y defenderse, eso hice yo en mi adolescencia, me defendí, Allyson, porque no podía soportarlo más. Así que no es justo que me traten como si fuese un monstruo que asesinó a una buena persona. No soy un monstruo ni mi padre fue una buena persona, nunca lo fue. Me golpeaba por ayudar a los demás, decía que solo mostraba debilidad al ayudar a los demás cuando nunca fue así, me enseñó a punta de golpes lo cruel que era el mundo y lo mal que te tratarían si el fuerte no eras tú-golpeó su pecho con su puño, suavemente- Me enseñó que tener corazón era la peor cosa- a Ally le dolía el pecho al escuchar lo que él decía. Podía ver el sufrimiento en sus ojos. Ni siquiera había purgado la mitad de lo que realmente él sentía.- Me arrebató lo único bueno que tenía ¿Y yo soy el monstruo?- preguntó con dolor- Incluso desde su maldita tumba abandonada ese maldito me causa problemas- dijo aquello con coraje. A Allyson le dolía demasiado verlo así y saber que su padre tenía algo que ver con aquello, que si no hubiese publicado todo, Damon estaría bien, bromeando con la cosa más mínima y coqueteándole descaradamente- No es justo, no es justo- repitió con lágrimas luchando por salir de sus ojos tristes- Haré que todo el que tenga que ver con mi sufrimiento lo pague, no importa quién- musitó con rencor. Apretó su mandíbula, luchando contra las lágrimas- Cada persona que tuvo algo que ver, será juzgado por mi propia mano- aseguró, ahogando un sollozo- Seré ese monstruo que ellos juran que soy y los haré pagar.

Ally no soportó más y se puso de pie para sostenerlo y darle un abrazo, abrazo que él quiso rechazar, pero que no pudo, Ally lo apresó lo suficientemente fuerte para que aquel Damon ebrio no pudiese escapar de sus brazos. Lo sostuvo fuerte, tratando de juntar sus pedazos y demostrarle que ella estaba allí. Era lo mínimo que podía hacer para ayudarlo- Estoy aquí para ti, lo prometo- susurró en su oído, sin soltarlo, demostrándole que no lo iba a dejar.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora