Capitulo 140

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Santiago

¿Qué es el tiempo? No lo sé, lo único que sé es que esté avanza, avanza y avanza, y sigue avanzando sin más, fluyendo como el agua, escapándose entre tus dedos, tan efímero que asusta y en estos momentos lo que más me asusta y preocupa es que no podamos encontrar a Sam por ningún lado. Simplemente se fue. No responde su celular, la última en verlo fue su hermanita, de ahí nadie lo ha visto o no pueden recordar cuando lo vieron por última vez... es, es como si la tierra se lo hubiese tragado, como si nunca hubiera existido o que a nadie le importa el donde este. Me preocupa que no tenga suficiente medicamento, que necesite comida, agua, ropa o que este aterrado, solo, llorando y necesitándonos como nunca.

Yo no sé qué paso con precisión el día que desapareció, solo sé lo que escuchamos de su hermanita. Y según lo que nos contó, ese día se levantó temprano, se dio un baño, apenas se arregló y salió de casa. Ella dijo que no le tomó mucha importancia porque pensó que iba con alguno de sus amigos, nunca pensó que fuera a verme porque se veía bastante flojo. Las horas pasaban, llegaron sus padres, ella le dijo lo que sabía pero al llamarnos nadie sabía dónde estaba o quien fue a ver y ese día no volvió a casa; lo buscamos a la mañana siguiente, pero nada y así seguimos durante los siguientes días, sin recibir alguna respuesta, de ningún lado.

Seguimos buscando, preguntando, repartiendo volantes, pegando carteles, estando al pendiente de los teléfonos y redes sociales; descansar a veces es imposible, digo, ¿quién podría descansar así? Al menos yo no, Damián menos y ni hablar de sus padres. Hasta la escuela se me ha vuelto más difícil, me distraigo con facilidad, mi falta de sueño se hace presente y aunque tengamos bastantes personas ayudando y buscando, simplemente...

—Santiago, Santiago... ¡Hey! —Escuchaba la voz de Nick a lo lejos, sacudí mi cabeza un poco, mire y el pequeño estaba moviendo su mano frente a mí. Al ver que le puse atención hizo un puchero, soltando un suspiro, cruzándose de brazos— Tienes que comer. Debes ser fuerte, comer, descansar y estar sano para que cuando encontremos a Sam lo puedas abrazar y proteger —el pequeño Nick se quedó de píe a mi lado, dando algunas palmadas a mi espalda. Suspire, dirigiéndole una mirada de reojo, notando como estaba preocupado por mí pero también se notaba su molestia. Mire mi sándwich y este me daba asco, mi estómago estaba revuelto y no quería comer aunque sabía que debía hacerlo pues desde hace días no he podido comer del todo bien.— Sabes, tus papás están preocupados, dicen que no has comido bien... y, y si sigues así le diré a mi hermanito y los demás, te obligarán a descansar.

—Lo sé Nick, lo sé pero... ¡¿Qué?!

—Entendemos que estés preocupado, todos lo estamos, pero si no comes bien te puedes enfermar o algo peor y para preocuparnos por alguien más —el rubio hizo una pausa para beber jugo, negando levemente mientras me miraba seriamente; sus ojos grises se miraban un poco más oscuros de lo habitual no sé si por la molestia o era a causa de las ojeras que se marcaban en su piel de muerto — no estamos para eso. Necesitas estar fuerte, por ti, por Sam y los demás.

—No eres el único preocupado. Sus padres, la pequeña Dayana... mi hermanito también está muy mal, no quiero verlos así. Sé, sé que Sam no querría eso —el pequeño Nick ya había empañado sus lentes con sus lágrimas, sus pequeños labios temblaban debido a sollozo. Guardo silenció mientras trataba de calmarse y limpiar sus lentes — como dice Sam, son la manada de raros y como manada deben ser fuertes.

Asentí un poco, empezando a comer un poco, de mala gana y a fuerzas. Sabía que tenían razón y dentro de todo esto me preocupaba más Damián, después de todo son como hermanos. A mi punto de vista, él cargaba con más porque tenía la desaparición de Sam, su extraña relación con Mike, que estaba pronto a irse si no es que no se ya fue, aunado a eso la relación con la familia de Mike; su próximo inicio de la universidad, el trabajo... sin duda estaba siendo fuerte, y sé que debo hacer lo mismo pero, pero... supongo que los peros no existen, solo es hacer y no hacer.

Querido chico rubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora