LXXXII

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-gracias, Gyeom...

-cuál gracias, son veinte dólares.

Río ligeramente, hundiéndome un poco más en la bañera.

El agua que en un principio estaba helada se ha calentado, y mantiene mi cuerpo a una temperatura perfecta.

-¿aún no sales de la bañera, Kook? ¡Demonios, en serio debí quedarme!

-tampoco exageres, Gyeom. Mi cuerpo no tiene nada de especial.

Silencio.

Hasta que un golpe seco lo rompe y me hace saltar del susto.

-¡caray, Gyeom! ¡No hagas eso!

-¡es que dices puras pendejadas, Jeon! ¡Eres el hombre más hermoso que existe! ¡Incluso Venus se ha puesto celosa de tu belleza, por eso últimamente has tenido tantos obstáculos!... Mi amor, eres perfecto. Puto el que diga que no. Amo tus curvas, tus mejillas gorditas, tus... Ay, Kook... Cómo amo tus ojos... Así que deja de decir que no tienes nada, porque esas son reverendas mamadas.

-mamadas las que te quiero dar.

Un gruñido se escucha del otro lado de la línea.

Oh, mi dulce Gyeom... Tan fácil de provocar.

-no me tientes, Jeon... O iré en Navidad y verás qué tipo de tonterías digo yo en la cama.

Ninguna, afortunadamente... No somos mucho de hablar. Sólo nos amamos con cada pedazo de nuestro ser.

Oh, Wow... Eso...

A pesar de nuestro trabajo en el burdel, Gyeom fue cuidadoso conmigo fuera de esas cuatro paredes llenas de mi sangre y lágrimas...

Bueno, quizá cuidadoso no sea la palabra correcta, porque era un jodido salvaje... ¿Comprensivo, quizá? Realmente no le tenía que pedir nada. Si quería que se pusiera una falda para hacerlo, él se la ponía. Si quería que cambiáramos la rutina por un momento de mantequilla, él me hacía el amor de forma lenta y cariñosa. Ni siquiera tuve que decir la frase completa cuando yo quería hacérselo a él. Con sólo escuchar un susurro de mi boca a medias por la vergüenza, me sonrió, se acostó en la cama y, por muy mal que suene, se abrió de piernas para mí.

Si así lo vemos, Gyeom no es malo. Nunca lo fue. Lo obligaban a serlo en el burdel, pero no era el monstruo que todos creían. No conmigo.

Sí, admito que tuve momentos horribles a su lado. Las humillaciones, los golpes, gritos, entradas forzosas... Fueron momentos que me hicieron dudar si de verdad Yugyeom era bueno. Me hacía trizas físicamente...

Pero comprendí que no me hacía daño por placer...

O sea, sí, nuestros encuentros eran bastante salvajes, pero ese no es el punto.

Recuerdo que cuando lo conocí durante aquellas cinco noches de horror, él fue el demonio que inició mi tortura... Pero, cuando acabé la primera noche, también fue el ángel que me dio unas pastillas para el dolor y limpió mi cuerpo de todos los fluidos asquerosos y la sangre.

"Fuiste fuerte", recuerdo que me dijo. "Hablaré con los de arriba para que tengas menos días, ¿sí?".

Ah, es verdad, no había dicho eso antes...

En un principio no eran cinco días de continuo tormento. No.

Cuando tomé el lugar de Kim en ese burdel, el trato fue que yo pasaría todo el mes ahí... Que todos tendrían el derecho a tocarme...

Que cualquier persona, si pagaba, podría romperme en dos.

Pero llegó Gyeom. Él llegó y me salvó de algo que ni siquiera debía ser mi castigo.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora