LVI

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Cuando abro los ojos, dos miradas conocidas se fijan en mí y sueltan un suspiro de alivio. Mi cabeza reposa en una cosa suave, cálida... Viva. Es tan agradable, tan reconfortante que me hago un pequeño ovillo contra ese fornido cuerpo. Hoseok me brinda una hermosa sonrisa llena de ternura y cariño cuando mi vista se centra únicamente en él. Lo he extrañado tanto que no lo puedo expresar de otra manera más que con mis ojos. Sabe que lo necesito. Por eso toma mi mano y me da un apretón. Una promesa silenciosa se hace, y eso me deja tranquilo, permitiéndome ver los detalles del lugar donde estamos.

El rubio dueño de una ilusión rota está recargado en la pared, con los ojos un poco más allá de mí y el ceño medio fruncido. ¿Por qué está molesto? ¿Acaso Hoseok le ha dicho algo que no le gustó? ¿O por fin mis palabras pudieron hacerle doler el corazón? No, no. Una mejor pregunta: ¿por qué me interesa? ¿Por qué soy tan masoquista para seguir fijándome en su rostro, brazos y labios? ¿Cómo me hago entender que si sigo de esta manera acabaré muerto? Amor, amor, ¡amor! ¡Todo eso del amor es una farsa! ¡Y no planeo quedarme más tiempo babeando por ese idiota!

-no, Jungkook, recuéstate. Te pegaste en la cabeza muy feo - dice el muy maldito, cambiando su semblante a uno de preocupación extrema mientras alarga los brazos hacia mí, aunque a medio camino se arrepiente, muerde su labio y se sienta a una corta distancia de donde estoy.

Un momento... Si el innombrable está a diez centímetros de mí y Hoseok tomando mi mano mientras sonríe... ¿Quién...?

Con un movimiento veloz y brusco, giro la cabeza para ver sobre quién estoy acostado... Y juro que mi corazón se rompió, quemó, revivió, saltó de alegría y volvió a hundirse en sólo dos segundos. Una linda, preciosa y añorada sonrisa se instala en su rostro de manera literalmente brillante, y una mano enguantada acaricia mi nariz como antes solía hacer. Conozco ese rostro, esos labios y ese tacto. Es Él, definitivamente es Él.... Pero es imposible... A menos que...

-¿estoy muerto? No, corrijo, afirmo que estamos muertos. Ya decía yo que lo que preparó Park se veía demasiado sospechoso. Por eso el idiota también está aquí...

Ocho años en un negocio de muerte y lo que me termina matando es la comida de un enano estúpido. Vaya, la vida da giros de 360 grados en serio. Volveré a la Tierra y le jalaré los pies por la noche, lo juro.

Mi lindo azabache me acaricia el cabello, siempre con movimientos dulces y delicados, como si fuera a romperme. Ojalá hubiera estado ahí cuando el Innombrable me dijo que se casaría.

-no estás muerto, Kookie, y yo tampoco.

-¿Cómo...?

-es... Complicado, cariño. Te prometo que lo explicaré luego.

Un gruñido rompe nuestro contacto visual.

-¿y quién mierda se supone que eres tú?

Muerdo mi labio un poco, abrazando el torso de mi resucitado. No quiero despertar...

Gracias Dios....

-soy Kim Yugyeom, el esposo de Jungkook.

Una risa sale de mis labios, mientras abrazo con fuerza a mi añorado Gyeomie. La realidad me da una bofetada hermosa.

-¡sigues vivo, Gyeom, sigues vivo! ¡Dios mío, gracias, gracias, gracias! ¡Te eché tanto de menos, bobo! ¿Cómo sigues presentándote así aún cuando la vida te dijo que da cosa? ¡No, no me digas, no me importa, te extrañé tanto!

Hoseok se ríe de la expresión en mi rostro y la cara roja de mi azabache por la falta de oxígeno. Le reparto besos en todo el rostro, intentando no llegar a sus labios porque, siendo sincero, temo mucho por mi corazón en este momento, y si esto resulta ser un sueño, de verdad moriré. No, lo besaré hasta que me asegure que no se irá, que está a mi lado y me protegerá de todos, en especial del rubio que nos mira como si le quisiera arrancar la cabeza a mi... ¿Amigo? ¿Novio? Da igual, a mi chico.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora