LXIII

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Lo primero que sale de la boca del pelinegro es una carcajada. Después, miles de maldiciones al ver la seriedad de mi rostro. No es una broma, y él lo sabe. Lo sabe, y el muy estúpido no me cree. ¿Qué tan difícil puede ser cuidar a un bebé? Sólo es darle el biberón, cambiarle el pañal, darle de comer, provocarle un eructo para que el aire no la moleste y ya.

-joder, que va en serio... ¡Dios mío, en verdad has perdido la cabeza, y nos matarán a los tres por tu culpa! ¡No podemos llevarnos a esa bebé! ¡La policía la buscará, te descubrirán, me culparán, se la llevarán y los dos moriremos podridos en una celda!

-eres un dramático. Vámonos, la policía ha de estar cerca.

-¡no, Jungkook, debemos hablar de esto ahora mismo! ¡No podemos llevarnos a esa niña! ¡Nos vamos a meter en muchos más problemas!... Mierda, sólo... Déjala. No te voy a perder por el capricho de que quieras darle una vida imposible. Tu padre murió, Jungkook. Tú lo mataste. No te preocupes por ella. Estará bien.

-no te estaba pidiendo permiso, Kim. Me la voy a llevar, y Gyeom y yo la cuidaremos.

Siempre funciona. Los celos de Kim Taehyung son incontenibles, y eso me proporciona cierta ventaja. Sólo hace falta mencionar una tercera persona, y de inmediato cede a lo que deseo para que no vaya a buscar a otro. Como en este momento, que mira a la bebé con ojos entre llenos de confusión y bondad. Sé que tiene miedo. Sé también que desea ponerse a gritar. No lo hará únicamente para no mostrarse débil. Como antes. Siempre fingiendo, sin saber que yo conozco la verdad. No soy tan tonto.

-te he dicho que ser débil no es malo. Deja de esconderte.

Ante las negaciones molestas de parte del idiota frente a mí, muerdo mi labio hasta hacerlo sangrar y me abalanzo contra su cuerpo en un apretado abrazo. Por desgracia he impuesto demasiada fuerza, así que Kim pierde el equilibrio y cae, llevándome consigo. La posición es incómoda, aunque muy familiar. ¿Acaso no era así como despertábamos hace tanto tiempo? Con sus brazos rodeando mi cintura y nuestros rostros a milímetros de distancia.

-estás aterrado - susurro.

-mientes. Estoy bien...

-no, no lo estás.

Y, como si jamás me hubiera dañado, acaricio su rostro con delicadeza. Él busca más contacto, y me abraza más fuerte. Es un mal momento. No, no, es pésimo... Pero siento la necesidad de quitarle ese miedo, convencerlo de que lo haremos bien. Sólo debo borrar esa inseguridad. Ella depende de eso. Esa diminuta niña vendrá conmigo, aún si tengo que matar a Kim.

-llevémosla... Anda... Tae, por favor...

Le doy un pequeño beso en la mejilla, y sonrío satisfecho cuando da un suspiro de rendición. No alcanzo a agradecerle, pues escucho con suavidad unas sirenas. Debemos salir de aquí, máximo tenemos cuatro minutos. Ambos nos levantamos de un salto.

-hay cámaras en la puerta principal. Yuen las desactivó media hora, pero nos hemos excedido de ese tiempo. Saldremos por la puerta trasera rápido y en silencio, ¿ok? Pero primero hay que calmar a la bebé.

Asombrosamente Kim ya se me ha adelantado a lo último, y arrulla con suavidad a la niña. A ella parece gustarle, porque ríe, se chupa el pulgar y se vuelve a dormir.

-¿al menos sabes su nombre?

¿Nombre? ¿Qué? ¡Obviamente no lo sé! Tampoco es como si Dyin me hubiera gritado que tenía una hija.

Estúpido, sí lo ha hecho.

-Haneul. Se llama Haneul.

-¿puedo saber cómo lo has adivinado?

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora