LIII

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Su mirada sorprendida me da gracia. Abre y cierra la boca como pez. Es tan adorable... O lo sería si me respondiese del mismo modo. Aunque bien sé que no lo hará.

-no busco que sientas lo mismo por mí. Me rompiste esa esperanza hace mucho. Sólo quiero que lo sepas. Lo acepto, perdí en el juego de Kim Taehyung. Y si no te molesta, muero por ir a esa pista de hielo.

Sin que pueda agregar algo, salgo corriendo como niño pequeño hacia la plaza que dentro de sí tiene un lugar que me puede dar paz. No hay algo que quiera más. Un momento de claridad, tranquilidad. Necesito despejar mi mente. Sólo un segundo. El final, el decisivo. Deseo tiempo, ¿es mucho pedir? Un poco más, un poquito más. El segundo que marque todo, como ha dicho Yoon. Un momento. Eso es todo. Eso basta para caer de nuevo en el abismo de Kim Taehyung. Porque ya no hay duda. Sí lo amo. Lo amo y sufriré por ello. Mi corazón se romperá en mil pedazos una tercera vez. Fui ciego. Hubo un Jeon Jungkook destrozado antes de que Kim me abandonase. Sí, tonto de mí. ¿Por qué olvidé esas palabras? Un simple juego... Pero ¿qué importa ya? ¿Qué mayor daño me puede hacer? No dejaré de amarlo por el pasado. Únicamente espero no odiarlo en un futuro.

-¡Jeon, cuidado!

El frío hielo golpea mi mejilla, sacándome un jadeo de dolor. Kim, entre un penoso esfuerzo de venir rápido hacia mí, también resbala y cae con estrépito sobre su hermoso trasero. Y río. Me río porque siempre será mi bobo, mi osito. Ese niño que tanto amo sigue ahí dentro, con una máscara de adultez. Y su Kookie comienza a revivir en mi interior.

-¿estás bien, cariño?

Sus mejillas se colorean de un tierno color rosado, el cual segundos después trata de justificar con el clima helado.

-sólo guarda silencio y ayúdame a soñar, ¿quieres?

Una sonrisa y una caída es su respuesta. Más que cumplir mi anhelo de ir a una pista de hielo con él, todo se reduce a cuidar que no se vaya a cortar un dedo en sus deslices. La mayor parte del tiempo lo tomo de la mano y lo arrastro, intentando que no pierda el equilibrio y atrapándolo cuando lo hace. Siempre tan torpe. Y sus adorables gestos al no poder deslizarse unos metros sin mi ayuda son todo lo que necesito para ser feliz. Ese segundo de risas y abrazos para no caer, sus tímidos y temerosos movimientos, aquel conjunto de hermosos momentos, todo eso y su persona me hace sentir eufórico. Ah, Kim Taehyung, ¿qué me haces, hijo de la Luna? ¿Por qué en tus brazos me siento tan fuerte y feliz?

-creo que me rompí la cadera - se queja entre jadeos de dolor.

-yo te dije que te ibas a caer. Fue tu culpa. No debiste soltarme.

Se queda callado, mirándome a los ojos con un brillo melancólico.

-no lo haré de nuevo.

Silencio.

-tengo sed, ¿qué has preparado para hoy?

Esa sonrisa traviesa es señal de peligro.

-¿te gusta el billar?

-¿a ti sí? Vaya angelito saliste - me burlo, caminando con lentitud hacia la mesa del juego.

Kim resulta tener un gran don para meter las bolas en el orden que es, consiguiendo pronto una fila de retadores y apuestas. Yo grito y tomo un buen trago de vodka cada vez que le gana a su contrincante, llenando mis bolsillos con sus ganancias, las cuales no son pocas. Y eso que apenas son las dos de la tarde...

-¿alguien más? - pregunta mi campeón con tono triunfante.

Su sonrisa se borra cuando un hombre me toma por la cadera y deposita un buen fajo de billetes en la mesa.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora