XXVI

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Jimin me sonríe apenas abro los ojos, a lo que yo respondo frunciendo el ceño. ¿Qué ha pasado? ¿Cuánto tiempo he estado en el país de las pesadillas? ¿Dónde está el gigante amorfo peliazul? ¿Podré moverme si le quiero hacer un poquito de lo que me hizo? ¡Prometo sólo asfixiarlo!

-sólo amigos, ¿eh? - bufo, haciendo referencia al beso que le vi darle a Kim.

Su rostro enrojece y niega con la cabeza, frunciendo ahora el ceño.

-es la única forma en que se calma. Si no te hubieras desmayado, quizá tú le habrías hecho reaccionar.

Intento levantarme, pero de inmediato Park se acerca y vuelve a recostarme, cosa que me hace molestarme un poco más. Él lo nota, así que suspira y me ayuda a pararme. Cuando lo hago, un dolor casi insoportable de instala en mi espalda y pecho. Bueno, ¿pues qué tan malo fue lo de ese estúpido de cabellos color cielo?

La respuesta me la da el pelinaranja al colocarme frente a un espejo. Mierda, sí que lo hice enojar. Mi cuello, de siempre color pálido y libre de cualquier cicatriz, ahora lo adornan feas marcas moradas, azules y rojas. Mis hermosos labios están partidos al igual que mi ceja. El hombro está vendado, así que no puedo ver qué tan mal está. Por suerte no tengo el ojo de cotorra. Odiaría que mi bella mirada se viera afectada por algún moretón. Digo, no es que ahorita sea el más guapo del mundo (maldito Taehyung, a lo que me está haciendo renunciar); sin embargo, me alegro no haber quedado como Yugyeom luego de que se metiera con el Clan del Oeste. El pobre no podía ni abrir los ojos o hablar de la paliza que le dieron.

-¿cuánto tiempo pasó? - le pregunto en un susurro mientras paso un dedo por un hematoma especialmente feo.

-dos días. Taehyung no ha puesto un pie aquí desde ese día.

Bufo.

-¿y por qué no lo sacas de su cuarto?

Jimin niega con la cabeza, apenado. ¿Pues qué pasó?

-no. Se fue. No ha vuelto a la casa. No sabemos dónde está.

Mi corazón da un vuelco. ¿Tae no ha regresado? ¿Dónde se pudo haber escondido? ¿No sabe el estúpido que se supone que está muerto? Mierda, si alguien que sepa quién es y sea parte de la Organización lo ve, lo van a matar. Idiota Kim. Si lo descubren a él, capaz me descubren a mí. Hoseok no tardará en enlazar todo y vaya si me va a joder. No, no, no. Tengo que encontrar a Tae antes que todos ellos. Por mi bien. Para darle un maldito golpe a ese idiota antes de que lo maten... Pero ¿dónde? ¿Cómo lo encuentro? Todo mi equipo estaba en mi casa. No podré simplemente adivinar en qué lugar está.

Por supuesto que sí.

-¿conoces la avenida 55?

-¿la del accidente? Por supuesto. Quien no sepa de ella sería un verdadero ignorante.

Sonrío. Pues claro que conocería esa avenida. Todos la conocen. Es como nuestra marca de nacimiento, la manera de reconocernos. Algo así como un emblema de la tragedia. Y es justo ahí donde sé que se encuentra ese muchacho tonto.

-llévame ahí. Ahora.

El viaje ni es corto ni es largo. Tan sólo el tiempo pasa como si nada. Las hojas caen perezosas de los árboles y el sol ilumina vagamente. Justo como la primera vez, hace más de diez años. En ese entonces aún había carros, niños jugando en la calle. Hoy en día es más como una colonia fantasma. Todos saben de ella, pero nadie se acerca. Y es una lástima. Desde aquí se pueden ver los amaneceres más hermosos y casi puedes tocar las estrellas. Un rincón cerca del cielo.

-quédate aquí y no te muevas - le advierto cuando se estaciona en un rincón oscuro -. La gente de aquí odia a los visitantes.

Su rostro se vuelve pálido al asentir.

Con trabajo tomo las muletas y me bajo del carro. Una bonita casa de colores pastel es a la que llamo a la puerta, donde un hombre me abre con una pala en la mano. Al mostrarle la muñeca, él saca una luz ultravioleta y la pasa fugaz por el lugar, bajando su "arma" y sonriéndome al reconocerme, dándome paso a su casa.

-¿llegó?

Asiente y me señala con la cabeza unas escaleras. Suelto un bufido de exasperación. ¿No pudo elegir el cuarto de la planta baja? ¿Debía ser arriba? ¿En el tejado? ¿En serio? Si tan sólo no lo quisiera tanto...

Después de quince o veinte minutos de sufrimiento innecesario, por fin logro subir por las escaleras que dan a la azotea, donde hay un pequeño cuarto al que la verdad no quiero entrar... No obstante, necesito hacerlo. Quiero verlo.

Suspiro antes de girar la perilla. El olor a incienso llena mis sentidos de forma cálida y agradable. El cuarto no está iluminado por lámparas, sino por velas. Tae está en medio de todo, arrodillado y susurrando palabras incomprensibles. Está tan sumergido en lo que hace que ni siquiera nota mi presencia.

-sabía que te encontraría aquí. En serio, ¿debías elegir el cuarto de la azotea? ¿Sabes el suplicio que fue tener que llegar hasta acá? Por cierto, gracias por tus lindos regalos. Ahora me duele hasta respirar.

Se queda congelado. Suspiro y me acerco a él, tomándolo por el hombro. Sé que en parte también fue mi culpa. No soy muy delicado con las palabras y soy un hijo de puta insoportable. Además, supongo que lo merecía.

-creí que te había matado... Dejaste de respirar un segundo... Yo... Lo siento, Jungkook - dice con la voz rota -. Me dejé llevar por la ira. Perdí todo el control... Y tuve tanto miedo cuando te vi en el suelo... Creí que...

Deja la frase en el aire, sin completar.

-bueno, a tu Dios le hubiera dado gusto que me asesinaras, ¿no? Y a ti te hubiese puesto muy feliz haber completado tu tarea - río.

Él se aparta de mi tacto y niega con la cabeza desesperadamente. Se hace pequeño en un rincón de ese acalorado cuarto y entierra su rostro entre las piernas. Es ahí cuando me doy cuenta de lo que hacía. La imagen de la Virgen y su niño en brazos sobresale del improvisado altar. Me burlaría (por supuesto que lo haré), pero que Kim haya rezado por mi alma ya perdida me conmueve un poco. Sólo un poco.

-mira, Kim, estoy bien. Deja de lamentarte. Sigo vivo, idiota, para desgracia tuya. Anda, levántate ahora mismo y vámonos. No sé cómo Minsung te aguantó. Anda, muévete.

Sus ojos se dirigen a mi cuello, luego a mi cara y después da un vistazo a mis muletas. Hunde de nuevo su cara entre las rodillas y suelta un sollozo. Pongo los ojos en blanco. ¿Llorar va a arreglar las cosas? No. Mejor que me pida perdón. Tampoco va a arreglar nada, pero será satisfactorio recibir disculpas.

Suspiro un poco y me acerco a él, sufriendo un agudo dolor cuando me arrodillo. Mis manos tiemblan cuando lo envuelvo entre mis brazos. Como un niño pequeño, me regresa el abrazo y oculta su carita en la curvatura de mi cuello. Su respiración me pone los pelos de punta.

-mírame, Kim - le pido, a lo que él accede después de dudar unos segundos. Le sonrío poquito al chocar nuestras miradas -. Estoy aquí. Siempre voy a estar aquí. También lamento haberte provocado... Estaba molesto. Mi orgullo estaba herido. Sé que no es excusa... Así que lo siento. Sólo... Jamás quieras volver a ser superior a mí. De esa forma, no te humillaré y te voltearé la jugada. Anda, Kim. Vámonos. Sabes que aquí odian los turistas y Park está afuera.

Sus labios se vuelven una fina línea y sus cejas se bajan en modo de reproche. ¿Este chico acaso fue un cachorrito en su vida pasada?

-necesito que dejes de llamarme así.

Le sonrío, melancólico. ¿De verdad cree que es tan fácil?

-aún no, Kim. Primero debes ganarme. Y con lo que pasó, me doy cuenta que falta mucho para eso.













¿Relación tóxica? El Jeon Jungkook y Kim Taehyung de MOM.

No sean como Jungkook y ámense, ninguna persona tiene el derecho de maltratarte.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora