IV

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-ay por los mil demonios, pero ¿qué has hecho, Jungkook? ¿Qué mierda has hecho? - grita en un susurro.

Su voz se escucha gravemente distorsionada, como si me hablara debajo del agua. No logro quitar la mirada del objeto que le ha dado muerte al que me "mantenía" con vida. Mi mente maquina una rápida solución, mas no se me ocurre ni una. Huir no es algo mío, por lo tanto ni siquiera voy a tomarla en cuenta... Aunque morir aquí y ahora de manera lenta y horrible tampoco se me antoja. Con un suspiro miro a los ojos a Hoseok y le pido comprensión antes de darle un golpe que lo deja inconsciente. Ya se escuchan pasos rápidos fuera de la oficina, así que con rabia me escabullo y salto por la ventana. Caigo sobre un negocio con un techo de madera. Lanzo mil y un maldiciones antes de incorporarme y salir corriendo. Gritos se empiezan a escuchar segundos después del primer disparo. Por suerte, fallan. El segundo no tiene el mismo resultado y me da en el hombro. Busco con urgencia una salida. Miro con asco la alcantarilla, descartando y volviendo a tomar la idea en segundos. Con una mueca, quito la tapadera y me dejo caer en esas aguas repugnantes. Contengo las inmensas ganas de vomitar y empiezo a caminar. Por suerte, tengo un lugar seguro a donde ir a poco de aquí. Apresuro el paso al encontrar una rata muerta. Los deseos de devolver todo lo que comí regresan. Que sea asesino no significa que viva en lo peor de lo peor. Quizá por un tiempo, sí, pero ya no. Puse todo para llegar a ser quien soy. Sangre y sudor. Más sangre que nada y ni siquiera siendo mía. Si algo odio más que a mi padre, es un lugar sucio. Tan sólo con ver mi departamento es suficiente para saber que soy alguien meticuloso en la limpieza. Incluso no soy capaz de dejar todo el desparramo de sangre y órganos en donde trabajo. Mínimo recojo el cuerpo, lo pongo en una bolsa y doy una rápida pasada de trapeador. Cuando tengo más tiempo y me quiero divertir haciendo sufrir a los policías y detectives, hago una limpieza completa y llevo el cadáver a un lugar más apto. Me encanta escuchar gritar a alguien cuando por accidente se topan con un bulto sospechosamente humano envuelto en plástico.

Por fin y después de lo que pareció una eternidad llego a lo que es la calle de mi guarida. Estoy a nada de salir cuando recuerdo mi celular. Miro con melancolía mi teléfono del año y lo tiro al agua. Fue el que más me ha durado. Sin tiempo para lamentar el triste destino de mi móvil y no queriendo compartirlo, subo a la superficie. Sí, justo donde quería. El callejón me da la suficiente privacidad para salir sin problemas. Con cuidado de que todo se mantenga igual que antes de mi llegada, me tomo un poco de tiempo para arreglar todo. Ya una vez hecho eso y sin miradas en mí, oprimo el ladrillo más escondido, de donde sale un escaneador. Ahí pongo mi mano. De inmediato un "click" se escucha. Me deshago de mi ropa y la tiro al fuego que prendo para no morirme de frío. El baño es mi siguiente parada. Tardo al menos una hora ahí y aún así, al salir, siento que me faltó media más. Prendo el televisor y me pongo a ver las noticias mientras vendo mi hombro herido. Como era de esperar, soy tendencia. Al menos no se ve mi cara, eso sería un gran problema.

Quito de sobre la mesa todo papel y cosa que hay. Necesito un plan de escape a la de ya. No puedo ir en avión, autobús o algún transporte público. Habrá ojos por todas partes y me matarán en menos de lo que digo "Kimchi". No. Necesito ir en carro.

Con flojera voy al garage. Supongo que es más discreto el volvo negro, así que ese será. Dejaré el Mercedes rojo para otra ocasión.

Con mucha cautela abro un poco la "puerta secreta" y reviso. No hay nadie... Y no sé si eso sea bueno. Ah, pero qué maldita necesidad, de verdad. ¿A qué idiota, hijo de puta se le ocurrió matar a un miembro del clan? ¡Oh! ¡Y no sólo cualquier miembro, el maldito jefe! ¡A mí, por un demonio! Por primera vez en mucho, mucho tiempo, siento miedo. La muerte es siempre una sombra que me pisa los talones... Y siempre soy el encargado de darla... Si tan sólo lo hubiera hecho esa noche, estoy seguro de que no estaría aquí... Mi nivel de estrés no habría alcanzado el grado de hacerme cometer una locura. ¡Por un demonio! El colmo es que no puedo hacer nada para remediarlo. Estoy muerto, ¡muerto! Los idiotas de mi clan no van a descansar hasta encontrarme y hacerme sufrir. Puedo con doce o quince al mismo tiempo, pero es obvio que no sólo van a mandar esa cantidad. Todos, todos van a venir por mí. Bien, bien. Seré menos modesto. Puedo al menos con la mitad de ellos, el único y estúpido problema es la otra mitad. Está bien que sea el mejor sicario, pero por el diablo, ¿mínimo trescientos hombres al mismo tiempo? Ni John Wick sale de esa. Claro, soy mejor que él, pero es un buen ejemplo para mi situación.

Al caer la noche, mis ojos se niegan a cerrarse. Echo de menos mi otra cama, la grande. No es que me queje - en realidad sí -, simplemente quiero estar entre mis suaves cobijas, sin miedo a nada. No quiero seguir siendo este chico temeroso, así que me obligo a dormir. Paso horas y horas intentando y sigo sin poder descansar. Medio harto de la situación, me levanto de la cama enfadado y me dirijo al único lugar donde hay una ventana, que en realidad es más un plástico medio caído que da al cielo. Antes de dirigir mi mirada hacia arriba, y aunque suene tonto, me cercioro que esté solo. Sí, es estúpido, muy estúpido... Y de cualquier forma me parece lo más prudente. Si alguien llegase a verme tan esperanzado por encontrar una respuesta en las brillantes estrellas, mi reputación se vendría abajo...

La luna me mira en un silencio acusador... Aunque no es a ella a quien busco para encontrar consuelo. Observo con melancolía la estrella más brillante, la más grande, la más hermosa... ¿Cuándo decidí olvidarla, dejarla de amar? ¿Cuándo dejé de observarla, siendo ella la portadora de mi mayor anhelo? ¿Desde cuándo me alejé de su luz?…

—¿ves esa estrella? Tiene tu nombre escrito, porque eres el ser más hermoso y brillante que mis ojos han visto. Te prometo algo frente a ella que no voy a romper. Ahora y siempre te amaré, lo juro.

Estiro mi mano como si así pudiera tomar ese sueño perdido y hacerlo realidad, como si, al ser capaz de tomar ese hermoso punto en el cielo, todo se resolvería y ambos seríamos felices de nuevo. Que mi vida fuera feliz.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora