XCIV

35 5 3
                                    

Hay silencios que duelen más que una mentada de madre. Silencios ruidosos, silencios... Desgarradores.

Un claro ejemplo de esos "silencios no tan silenciosos" es el que Taehyung guarda luego de mi declaración.

De mi afirmación.

Simplemente.... Me mira. Me mira sin decir nada... Y, mierda... Duele como un puñetazo al estómago.

Y sonríe.

Mierda, ¡¿por qué sonríes?!

-tienes razón - declara, soltando una carcajada gutural -. Tienes toda la razón, Jeon. Estoy maldito. No puedo amar, ¿verdad?… Tú más que nadie tiene el derecho a decir eso.

Luego, desvía su cristalizada mirada a Han.

-pero, a pesar de que tienes razón, me duele, ¿sabes?…

Luego, me mira de nuevo a los ojos.

Mierda...

-me duele que seas tú quien me lo dice.

Me encojo de hombros, restándole importancia. Su sonrisa no hace más que extenderse tristemente.

-Han necesita un baño. Me la llevaré.

Taehyung se queda en silencio.

Tomo a la bebé en brazos, y salgo de la habitación, pero juro por su dios que no fue una jugada de mi imaginación lo que Kim dijo al irme:

-yo te quiero amar... Perdóname.

Mi corazón late desenfrenado.

Duele.

¿Incapaz de amar? ¿En serio le dije eso? ¿Qué soy? ¿Un niño? Joder...

Una cosa es insultarlo, Jungkook... Y otra es decirle a la cara que no puede amar, y que técnicamente nunca podrá hacerlo. Felicidades. Le diste dónde más duele.

Pero... ¿Realmente no puede amar?

-oh, vamos, cállate - le ruego a la voz de mi cabeza.

-¿Mh? ¿A quién callas?

Jimin me mira con confusión, buscando a Taehyung tras de mí o a alguien a quien le dirija esas palabras.

-a nadie... Eh... Voy a bañar a Han, ¿okay? Bajamos en quince minutos.

-¡¿Quince minutos?! ¡En veinticinco son las doce y comienza el año nuevo! No, no, no. Te tardas cinco minutos con Hannie, y tú te bañas en dos. No voy a recibir el año nuevo con hambre por tu culpa.

-bien, ¡bien! Tardo ocho minutos en bajar.

Jimin me sonríe, y asiente.

-oye... ¿Estás bien?

-¿Eh?

No llores, idiota. Sólo fue una pregunta.

-tu frente - dice, señalando el lugar -, tiene un gran corte...

-¡Ah! No, sí... No, o sea, todo bien. Choqué contra la pared muy fuerte.

No muy convencido, asiente.

-por cierto, ya está la leche de Hannie preparada.

-gracias, Minnie.

Antes de meterla al agua, despierto a la bebé con suavidad. Sus ojos bicolor me miran con mucho detenimiento, y una preciosa sonrisa pinta su rostro cuando le hago cosquillas.

Su carcajadas son hermosas cuando empieza a jugar con algunos juguetes de baño que le compramos como regalo de navidad (entre MIL cosas más, sin exagerar), y cuando acabo de bañarla la visto con un lindo vestido color azul cielo, dejándola que juegue con sus carros antes de meterme a bañar.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora