CXVIII

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-¿Jeon?…

-vete, Dennis.

-pero... t-tienes que comer... Pasaste tres días sin comida en la celda de castigo y aún cuando has vuelto... Sigues sin querer salir de tu celda y no pruebas ni un bocado de lo que te traigo... Por favor, ven al patio, ya están sirviendo la comida...

-¡Vete, maldita sea! ¡No quiero esa asquerosa comida, largo!

-es que...

-¡Puta madre, he dicho que te largues!

La ira y la desesperación me mueven sin mi consentimiento, y es así como termino empujando con un poco de fuerza a Dennis fuera de mi celda...

¿A quién miento? Literalmente lo mandé a volar.

-no quiero que te acerques, no quiero verte, ¡no quiero escucharte! - le grito, cerrando mi celda con furia -. ¡Cumple el maldito trato y déjame en paz!

Dennis muerde su labio, suspira, y asiente.

-sólo... Te veías tan feliz cuando te llamaron para las visitas... Quería saber qué fue lo que pasó para que te volvieras un demonio.

Acto seguido me avienta un pedazo de pan a la cara.

-cumple tu parte del trato y encárgate del imbécil de Travis. Lleva horas tocándome el trasero.

-lárgate.

Así lo hace. Se va con el rostro en alto y la molestia pintada en él... Y yo... Vuelvo a recostarme en el camastro, rascando una y otra y otra vez ese maldito tatuaje que no se borra.

Quítate de mi piel, quítate de mis recuerdos, ¡quítate de mi maldito corazón!

El pedazo de pan que Dennis me ha lanzado permanece en mi mano, y tan sólo verlo me da náuseas. Lo dejo a un lado, como toda la demás comida que me ha dado.

Dennis... Y ese idiota de Travis...

Tengo que honrar el trato.

Luego de un profundo y largo suspiro me levanto, abro mi celda y con un paso más lento que el el una tortuga me dirijo al patio. Todo quien se me cruza comienza a murmurar, pero no alcanzo a distinguir sus palabras.

Bah, han de decir que me veo como la mierda.

Sin embargo, al pisar el gran patio, descubro la razón de tantos murmullos y expresiones de pánico.

Travis tiene acorralado a Dennis contra una pared y lo está besando, mientras que Nilsen trata de no llorar.

Corre, hijo de perra, porque te voy a hacer mierda.

El patio se queda en silencio cuando tomo a ese gigante moreno por el cabello y lo alejo de un gran empujón de Dennis, golpeando su nariz con tanta fuerza que inmediatamente comienza a salirle sangre.

Cuando volteo a verificar si Dennis está bien, lo encuentro con una sonrisa rota de alivio y una sola lágrima cayendo por su mejilla.

Lo hizo llorar...

Hizo a Dennis llorar.

-rézale a tus santos, cabrón, ¡porque te voy a dar un pase directo con ellos!

Y el infierno se desata.

Travis intenta huir, gritar, refugiarse tras la espalda de un guardia, pero no le doy la oportunidad. Me abalanzo sobre él y empiezo a golpearlo hasta que termina en el suelo. Mis nudillos se rompen, y más sangre mancha su rostro.

Aturdido, y desesperado por no morir, Travis me patea fuertemente el estómago, quitándome de encima y dejándome sin aire.

Es como si mis pulmones se hubiesen encogido.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora