Matar O Morir

XCV

Su ropa está empapada, su cabello se pega a su frente de manera molesta. Su respiración es increíblemente agitada, y sus ojos desorbitados están. Tiene la ropa manchada de rojo, y sus manos tiemblan como nunca antes vi.

-¿Gyeom?... ¿Hola?

Parece ido. Sus ojos revolotean por la habitación, y se detiene en el rostro de todos los presentes, menos el mío.

No sé por qué... Pero eso me llega a doler.

-Kim Yugyeom, ¿acaso te volviste sordo o qué mierda? ¿Qué carajo haces aquí?

Molesto, pues su mirada sigue sin caer sobre mí, me levanto de mi asiento con furia, y me dirijo hacia él echando humo por las orejas.

-¡¿Qué mierda haces aquí?! ¡¿Sabes cuánto tiempo te estuve esperando en Navidad, idiota?! ¡Eres un cabrón, Yugyeom! ¡Me puse una estúpida falda, ignoré las malditas inseguridades de mi cuerpo, incluso me maquillé para ti! ¡Eres un idiota!

Finalmente, sus ojos me miran...

Bueno... No exactamente.

Mi frente es su foco de atención. Luego lo es mi cuello, mi hombro, mi pecho y por último mis piernas.

No me ve a los ojos...

El hijo de puta ni siquiera se atreve a mirarme a los ojos.

-hey, estúpido - chasqueo mis dedos frente a su cara, captando su total atención sobre ellos -, mírame a la cara cuando te hablo, idiota.

No lo hace...

Mira todo de mí. Lo hace descaradamente... Pero no se atreve a ver mis ojos, que ya empiezan a cristalizarse.

Con una fuerza desmedida, lo tomo por el mentón, y, técnicamente gruñendo como animal, le obligo a alzar la cabeza.

-mírame, infeliz.

A pesar de que lo tengo casi de puntillas, sus ojos están clavados en el suelo.

-¡Mírame, Yugyeom! ¡Mis putos ojos están aquí arriba!

Mírame.

Grítame.

Aléjame...

¡Haz algo, carajo!

-¡Mírame!

Lo hace...

Y joder... Sus ojos se muestran tan... Vacíos...

-corre - murmura con la voz rota.

Confundido, ni siquiera llego a alejarme de él o insultarlo. El inconfundible sonido de un disparo suena por la habitación.

Con los ojos desorbitados, suelto suavemente a Yugyeom, mientras retrocedo a tropezones.

El arma en su mano está manchada de sangre. Fresca y seca.

Me pregunto a quién habrá matado antes de venir aquí....

Un agudo dolor recorre mi abdomen. Una de mis manos vuela hacia el lugar donde nace el ardor.

Un líquido rojo brota de mí y se pega a mis dedos cuando trato de hacer presión a la herida.

Me ahogo... Juro por mis estrellas que siento que me ahogo...

Pero todo carece de sentido cuando mis ojos chocan con los suyos al mismo tiempo que empiezo a toser, y la sangre mancha también el hermoso piso del comedor.

No veo satisfacción en su rostro, pero tampoco pesar.

Simplemente está vacío.

Escucho tras de mí el sonido característico de cuando alguien se levanta desesperado de una silla. Ésta chirría contra el suelo de manera horrible para el oído, y luego el sonido seco de ella cayendo al suelo llena la habitación.