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Mi pie golpea la pared siguiendo un ritmo constante. Es divertido ver cómo HyeSung se irrita y trata de golpearme. Es mi única forma de entretenerme.

-¡Maldita sea, deja ese pie en paz!

Una risa ronca brota de mis labios, aumentando el ritmo del golpeteo.

-¡Kim, maldita sea, ¡¿dónde demonios estás?! ¡Este imbécil me va a volver loco! ¡Ya no estoy en mi turno, carajo!

Mi pie se detiene inmediatamente al escuchar ese apellido. Sé que es muy común, pero algo me tiene inquieto...

-por fin llegas - gruñe Don Molesto, bastante frustrado -. ¡Que seas nuevo y hayas venido con Lee no te da el derecho a-!…

-cumplo con mi trabajo. No he llegado tarde, son exactamente las seis. Su turno acaba cuando el reloj marque las seis con cincuenta y nueve segundos.

HyeSung se muerde el labio y retrocede dos pasos, lo cual me sorprende. Generalmente es él quien se impone, con empujones o groserías, pero este hombre con simples palabras lo hizo dudar.

-psst, Hye - murmuro con una sonrisa mientras recoge su libro -, ¿te comió la lengua el gato? ¿Quién es?

Él me gruñe, y murmura un nombre que realmente no alcanzo a escuchar para luego irse.

Trato de mirar el rostro del nuevo guardia, pero un casco casi completamente cerrado me impide hacerlo. Además, mantiene un cubrebocas que impide aún más mi vista.

Lo único visible son los ojos... Unos ojos llenos de indiferencia, de sombra, de... Aburrimiento.

Te he visto antes. ¿Dónde?

Generalmente un guardia que está aburrido se pone a bufar, a leer, o simplemente a silbar. Se trata de distraerse... Pero él no. Es un aburrimiento diferente. Se mantiene de pie con la espalda recta, pero sin ser rígido. Una de sus manos descansa elegantemente sobre la funda de la pistola, y la otra acaricia las llaves de mi celda.

-oye, dulzura. ¿Juegas conmigo? - le digo con una sonrisa, sacando de debajo de una manta mal llamada Cama una baraja -. Apostemos. Si gano, me dejas volver. Si pierdo, haces lo que quieras.

Él me ignora, y eso sólo hace que el deseo de ver una reacción suya incremente.

-¡Okay! No te gusta la baraja. ¿Qué tal Gato? Soy bueno para esas cosas. Misma apuesta. Sólo quiero ver a un recluso. Cinco minutos.

Un bufido muy suave parece brotar de unos labios que no veo... Pero eso es suficiente para empezar a frustrarme.

-¿Qué? ¿Te da risa? Bien. Piedra papel o tijera. Si gano, te tuerzo el cuello como a un pollo.

Finalmente consigo una mirada fugaz.

Pero el muy maldito lo hizo por el rabillo del ojo.

-oye, Casco, mírame. Apostemos algo amablemente, aún me sobran propuestas. Agotas mi paciencia. ¿Quieres un oral? ¡Dale! ¿Mato a alguien de aquí? Sin problema... ¡Carajo, sólo quiero salir dos malditos minutos!

Dennis me necesita. Necesito que todos se alejen de él.

-¡Hazme maldito caso, imbécil! ¡Casco! ¡Casco, ¿hola?! ¡No te creas especial por ser nuevo!

Hablo en serio. Todos los guardias, excepto uno o dos, han tenido al menos una leve lesión por causa mía durante estos meses. Esperaba no tener favoritismos... Pero este cabrón me está ignorando, y mi paciencia se acaba.

¿Desde cuándo comencé a ser tan impaciente?… Es más, ¿desde cuándo le busco la cara a un guardia?

-bah. Eres aburrido, bonito. Así no me puedo divertir.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora