CIX

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El hombre frente a mí suelta un grito antes de que le parta el cuello. Su cuerpo cae al suelo y éste se mancha de rojo.

La puerta chirría ante la entrada de alguien. Se suponía que la esposa y el hijo estarían fuera de casa.

Maldita sea, es el cuarto fallo.

-¡Cielo, volvimos! ¡Jack y yo te compramos algo!

Suelto un suspiro y me pongo el cubre boca y las gafas. Sacudo mi disfraz de exterminador de plagas, y salgo al encuentro de la esposa.

-señora Steven, su esposo salió.

Ella escruta cuidadosamente mi ropa, y pone a su pequeño niño de diez años atrás de ella.

-¿Tú eres?

-William Park. Vengo por el problema de la plaga.

Su expresión se suaviza, y una dulce sonrisa se instala en sus labios.

Lo haces más difícil, mujer.

-¡Oh, sí! Gracias. Llevamos meses con esos infernales animales.

-descuide, se rompió la cañería, por eso están aquí. Casi acabo. Pronto estas alimañas no la molestarán más.

-me alegra escucharlo. Mi hijo y yo nos retiramos para que pueda hacer su trabajo.

-tenga buena tarde.

El chiquillo me mira con asombro antes de irse.

Jamás me había dolido tanto ese tipo de mirada.

Luego de que la mujer se fuera, empaco el cuerpo del hombre en una bolsa, me deshago de la sangre y arreglo el problema de la cañería.

No deseo causar más daño a esta familia. El hombre que maté era a quien buscaba. El último jefe en mi lista.

El peor.

Zack Steven, cincuenta y seis años, fundador del burdel en el que trabajé por cinco noches y con una reputación de estafador, golpeador y asesino bien fundamentada.

Le estoy haciendo un favor a su mujer y a su hijo.

Aunque ocultar un cadáver tan robusto no es nada fácil.

Y las medidas extremas son la desgraciada solución.

Una motosierra corta cada pedazo de este hombre.

No hay náuseas, ni dudas.

Tampoco hay placer.

Sólo... Nada.

—ten cuidado con la cabeza, Jeon. Recuerda lo que pasó con la señora Wong. El cabello se atora con facilidad.

Doy una fugaz mirada a mi padre, quién está cómodamente sentado en el sofá.

Me he tenido que esconder en esta pequeña bodega por más de un mes. Me queda convenientemente cerca de todos los jefes de la Organización que no murieron en la explosión.

Por semanas investigué sus vidas, cada más mínimo detalle, y luego empecé a matarlos uno por uno.

Hubo días en que pude eliminar a dos en pocas horas. Existió el caso de que me tardé más de tres días cazando a uno solo.

La motosierra ha sido un elemento al que desgraciadamente he recurrido mucho, como bien ha dicho el fantasmón ese.

Vamos, eran los jefes de una empresa asesina, ¿por qué no pueden ser más atléticos?

-lárgate. Te he dicho mil veces que tu compañía no es nada placentera.

—mh... Pero... Es la única compañía que tienes.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora