XLVIII

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No voy a negarlo, aunque sea mal momento, la ropa que le han puesto hace que se vea más sexy. Hace unos tres años quizá se hubiera vuelto mi favorito... Aunque eso no es lo que me tiene maquinando un plan a la velocidad de la luz. Los números suben demasiado rápido. ¿Vamos ya en los setecientos? Ah, no, ochocientos. Joder, ¿debería yo también dar una apuesta? Creo que llevo conmigo mil dólares... Mierda, de verdad que Taehyung me está costando mucho.

-¡ochocientos setenta y cinco!

-¡novecientos!

-¡novecientos diez!

Acabemos ya, Jeon. Sólo debes alzar la voz y darlo todo. Es por Taehyung.

Te odio, voz irritante de mi madre en mi cabeza. Ojalá no me arrepienta.

-¡mil!

Silencio. Creo que he ganado, los demás se hunden en sus asientos y bufan, quejándose que un chico tan sexy y hermoso debería ser sólo para ellos. Hablan entre sí sobre quién es el joven misterioso y encorvado de cubrebocas y lentes. Da igual, Taehyung está a salvo.

-¡mil cien!

Creo que incluso yo suelto un grito ahogado. Mierda, ¿qué hago? Le ordené a Kim no traer nada. Si termino por ganar la subasta, no tendré el dinero para pagar. Y aquí eso es el peor error del mundo.

-mil ciento cincuenta... - digo sin seguridad, pero lo suficientemente alto para que lo anoten.

-¡mil quinientos!

Esta vez es mi turno de hundirme en la silla, ignorando la mirada alarmada de Tae y las lágrimas que empiezan a resbalar por sus mejillas. Un joven castaño le toma por los hombros; sin embargo, Kim trata de correr en mi dirección. Tengo que recopilar todo mi autocontrol para no extender los brazos hacia él o golpear a quien lo derriba y arrastra hacia detrás de bambalinas. Un hombre, de no más de treinta años, se levanta de su lugar y me mira victorioso. Luego, va casi corriendo al mismo lugar donde se han llevado al rubio.

-el que sigue es un bombón, compañero. No desesperes. Tampoco es como si fuera el único chico guapo de aquí - me consuela un hombre a mi lado, sonriendo un poco. Le devuelvo el gesto y me quedo unos minutos participando y haciendo apuestas mínimas. No debo verme tan sospechoso si quiero ir con Tae.

Con mucha cautela, cada ronda me voy acercando tres asientos más hacia el telón, conversando un poco con los compradores. Asombrosamente los productos no duran ni cuarenta segundos en el escenario, a comparación de Tae que permaneció temblando unos tres minutos. Hasta ahora es la apuesta más alta que he visto. ¿Debería comprar a un muchacho de la misma complexión que Kim y hacer un canje? Mierda, no. Ese hombre no lo querría. Tae es demasiado hermoso, y, si yo fuera él, tampoco lo cedería... Aunque nada pierdo con intentarlo. Y tengo exactamente tres minutos antes de que se le acabe la oposición a mi lindo rubio. Por suerte, el camarero que sube es jodidamente sexy...

Idiota.

Siento un tipo de pánico subir por mi garganta al reconocer a ese drogado pelimorado: HyuRi. Aquí hay dos opciones, y ninguna me gusta: o lo compro y lo intercambio por el bobo del rubio; o hago eso, y le pido ayuda... No, si alguien más llegara a adquirirlo, lo perdería. Son rentas de  dos semanas.

-¡seiscientos a la una, a las dos...!

-¡setecientos! - grito, y casi brinco de la silla por el susto de estar tan distraído al punto de por poco perder a Hyu.

-¡vendido al caballero del cubre bocas! - exclama el vendedor después de hacer el debido conteo.

Hyu me mira con los ojos curiosos. Su sonrisa lujoriosa se desvanece cuando me quito el barbijo y le sonrío con superioridad. Es tan divertido ver cómo su rostro va cambiando de a poco. Primero se pone pálido, luego abre mucho los ojos y pone cara de querer gritar, por ello le cubro velozmente la boca... Aunque retiro la mano cuando me muerde.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora