LIX

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Unos brazos ya me consuelan apenas abro los ojos. Aunque sabía que sería él, mi decepción es grande al encontrar el rostro de Yugyeom, aunque ese sentimiento se esfuma cuando me sonríe y me besa con cariño y suavidad.

-fue una pesadilla, Kook. Todo está bien, aquí estoy. No te preocupes, bebé, nada fue real.

Abrazo con necesidad su torso, hundiendo mi cara en su pecho. No tiene su típico y sofocante aroma a colonia, y, aunque debería preocuparme porque Kim Yugyeom no es Kim Yugyeom sin su colonia, eso me relaja. No hay otro olor que no sea solamente el de él. Es reconfortante saber que sí permaneció a mi lado, aunque sea en una pequeñez como esta.

-¿hambre?

Le sonrío un poco y lo beso como respuesta. Él me toma entre brazos y me carga, teniendo mucho cuidado al llevarme a la cocina. Me sorprende bastante que sea de día, ese sueño pareció durar una infinita brevedad. Es extraño cómo, literalmente, en un abrir y cerrar de ojos hayan pasado ocho horas. Más irreal me parece ver a los otros tres chicos sentados alrededor de la mesa, en silencio y con un ambiente demasiado pesado. Es raro no escuchar sus quejas o risas sobre todo tratándose del Idiota mayor. Hacer estupideces es como respirar para él.

-despertaste - sonríe con brillantez el pelinegro, con un extraño destello en sus ojos, el cual desaparece al posarse en Yugyeom.

-Gyeomie, ¿puedes prepararme algo? Muero de hambre.

Más que nada trato de ignorar al Innombrable por el sueño de ayer. Verlo de maneras tan distintas, cariñosas y hermosas duele. No existen esos chicos sinceros y amorosos... Al menos no en mi universo. Todo parecía tan diferente y familiar... Fue muy real. Aunque suene estúpido, temo haber roto el equilibrio de esas parejas tan felices. Si yo tuviera una historia de amor como esas, mataría a quien me la tratara de arrebatar... Por suerte todo fue un sueño. Nadie salió afectado, y aquel chico desconocido ni siquiera es real.

te amo, Jungkook. Te amo más que a mi vida y te suplico que me perdones por olvidarlo.

Una maldición medio gritada me saca de mis pensamientos. Para sorpresa de todos (y más que de nadie, mía), salgo volando a donde mi azabache se encuentra quejándose y maldiciendo la estufa, la olla, el suelo, el mar, a Dios y a la vida.

-¡Gyeomie! ¿Estás bien, cariño? Eres un bobo. ¿Por qué demonios sigues sin tomar un trapo para agarrar la olla del café? ¡Te lo he dicho mil veces! Ven acá, tonto. Déjame ver.

Ignoro las miradas atónitas de los chicos que siguen comiendo, y beso tiernamente la mano de mi chico, para después ir corriendo por un botiquín y curarla. Antes de que termine, otro grito de dolor se escucha. Al ver quién ha sido, pongo los ojos en blanco. Como no quiero ser tan obvio sobre el odio que le he agarrado, le pido con dulzura a Yugyeom terminar su vendaje, y me dirijo al otro azabache sin muchas ganas.

-¿acaso eres idiota? No, no respondas, sé que eres peor que eso. ¿Conoces la palabra "trapo"? Es un jodido pedazo de tela que te pudo haber ahorrado esa quemadura. Estúpido. Es más, arregla tú el desastre que has hecho y cubre esa maldita quemadura o se va a infectar. Eres un inútil.

¿Qué? Lo es. Sólo estoy diciendo la verdad, eso no es un crimen...

Ah, cierto, no debía hacer obvio mi repudio hacia él... Muy tarde, lo hice, no me arrepiento.

—te amo, Kookie.

Con un gruñido le arrebato las vendas y comienzo a envolver su mano con ellas sin cuidado alguno, maldiciendo entre dientes aquel sueño tan raro y estúpido.

¿Por qué me atormentas, bello extraño con la soga al cuello, y me haces doler la cabeza cuando quiero tratar mal al idiota frente a mí?

-¡rayos, Jeon, me lastimas!

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora