XXVIII

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Después de técnicamente correr a Kim del cuarto, Jimin entra con una sonrisa ladeada y una charola llena de jeringas, vendas y otros artefactos para curar. No tengo más remedio que aceptar, el dolor me está matando gracias a que empujé a Taehyung con urgencia luego de ver que cumplió aquella parte del trato de tanto creí roto.

-si vuelves a inyectarme yumbina, te juro por las estrellas que te voy a obligar a quitarme la calentura, sea de la forma que sea. Así que cuidado, Park.

Bufa, imitando mis gestos con exageración y estupidez, sacando de mis labios un resoplido. Aquí el único con el derecho de burlarse de todos soy yo y, algunas veces, Kim. Hasta ahí. Es una ofensa que copie mis bellos gestos con esas expresiones de simio. No, no, no. Debería ser un delito lo que hace. ¡Yo no muevo los hombros así ni muestro tanto los dientes! Ni sé para qué peleo, soy bien consciente que nadie jamás podrá igualar mi belleza y forma de ser.

-¿cómo se conocieron Tae y tú?

Su pregunta me toma desprevenido, logrando que tartamudee antes de responder. ¿Qué decirle? ¿Un vulgar ladrón con la suerte de encontrar a un ángel protector?

-¿no te ha contado él?

Se encoje de hombros, quitándole importancia, mientras empieza la sanación de mis heridas.

-si no hubiera sido por la explosión y tu necesidad de un médico, yo jamás me habría enterado que Tae te conocía. Y cada que le pregunto, me cambia el tema. ¿Pues qué tan malo fuiste con él? ¿Por qué te odia tanto?

¿Me odia? ¿En serio? ¿Mi osito me aborrece? ¿Por qué me hace daño saberlo? No es el chico del que me enamoré alguna vez, ¿por qué me afecta lo que piense él de mí? ¿No debería ser yo el indignado, la víctima? ¡Me abandonó cuando más lo necesité! ¡Soy yo quien debería tener rencor y asco contra su persona!... No obstante, la cosa es totalmente lo contrario. Le tengo aún aprecio. Demasiado cariño. Mi tonto ser aún ruega por su calor en las noches.

-todo empezó con unos dulces - le confieso en un susurro -. Yo era un ladrón, un carterista. Él me salvó en cierto modo de mi padre. Me permitió quedarme en su casa y sanar mis heridas. Y le debía la vida, así que nos empezamos a relacionar. Era el chico más travieso e increíble que había visto en toda mi vida. Pronto fuimos mejores amigos; cosa que, como es costumbre, fue creciendo y pasando las barreras. Sólo éramos él y yo, así que la cosa se volvió más...

-¿amorosa? No creas que no noto cómo lo ves - se burla.

-no, todo se hizo tan... Inestable.

La sonrisa en su rostro se ve borrada de a poco.

-éramos como una montaña rusa. Un revoltijo de hormonas y energía... Hasta que murió su abuela. Ese día su luz se apagó. Dejó de ser tan... Taehyung. Así que me lo llevé a un lugar. Ja, en esa situación tan complicada nos dimos nuestro primer beso - comento con sorna, pero para sorpresa mía, Jimin sólo se acomoda mejor en la cama para escuchar con más atención -. ¿Por qué te estoy contando esto? Se supone que ni siquiera nos aguantamos.

Hace un puchero y frunce el ceño, dándome un golpe en la rodilla con suavidad.

-no lo sé, pero ya empezaste a contarme. Ahora termina de hablar o está vez te preparo una sorpresa más potente - gruñe.

Con un resoplido, cierro los ojos, tratando de recordar cada detalle, toda mi vida al lado del chico que quise.

-Kim odiaba los animales, así que por maldad lo llevé a un zoológico. La cosa me salió chueca y terminé con medio gallinero persiguiéndome. Él hizo una trampa con un coyote y me quitó a esos animales de encima. Fue espectacular - río suavemente -. Le dejaron de desagradar esas criaturas, así que se compró un perro. Recuerdo que sentí tantos celos de esa bola de pelos, que hice que se perdiera. Bueno, luego me sentí mal y se lo di a una familia, pero al menos me libré de él.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora