LXI

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Por alguna razón, el alivio me invade al ver que el arma no estaba cargada. Yuen aplaude con elegancia, de manera orgullosa, y Él... Bueno, ese estúpido pelinegro se relaja en la silla cuando le entrego el arma vacía a la chica, y me mira con temor al ponerme a una distancia considerable de ambos; temor que incrementa cuando Sang le pone la Glock en la cabeza.

-felicitaciones, Jeon, pasaste mi prueba. Puedes irte, lindo. Yo mataré a este, si no te molesta.

-en realidad, Sisi, me lo llevaré. Ese idiota es mi pase de salida del infierno.

-¿acaso no lo ves, Jungkook? Él es el infierno... Y tú eres el demonio que me atormentó por tantos años...

La muy estúpida olvidó cargar el arma, por lo que al disparar no sucede nada. Por otro lado, mi Kimber está lista para hacer su trabajo favorito. Es rápido, y menos ruidoso de lo normal gracias al silenciador, aunque el aullido de La Niña compensa lo que silencié.

-oh, por Dios... Está muerta... ¡La has matado, Jungkook, la mataste! Dios, estás loco...

-cállate. Vámonos de aquí. La policía no tardará en llegar. No quiero morir quemado.

Su rostro muestra confusión, la cual se disipa al ver que rocío el suelo del hogar de Sang con varios perfumes y químicos raros que encontré en el baño. No me ayuda ni me detiene, sólo observa con detenimiento mis acciones, y luego salta en su lugar cuando le grito que vigile la moto.

-en realidad tú fuiste mi demonio justiciero, Yuyi... Ojalá todo hubiera sido diferente... Tan sólo... Deseo que ambos hubiésemos sido normales. Te echaré de menos. Al menos a la parte no psicópata.

Le beso la frente, pues, aunque no haya sido la mejor novia del mundo, me comprendía. Ella había perdido todo en un accidente de auto, incluyendo a su esposo. Nos hicimos daño, es verdad, pero el consuelo que me brindó se sintió sincero. Me quería en serio... Yo la aprecié en serio... Y todo se arruinó por una tercera persona, otra vez. A pesar de ello, no me odió. Sólo me dio un beso y me deseó la felicidad que necesitaba.

—no me arrepiento de nada, SiYuen. Sabes bien que no te amo.

—lo sé... Pero quise arriesgarme. Vive feliz, y no me dejes matar a Yugyeom.

-¿cómo supiste que la pistola estaba vacía? ¿La sentiste más ligera? De seguro fue porque viste que no la cargó, ¿no?- pregunta apenas llego a su lado.

-no lo sabía.

-¿me hubieras matado? - pregunta en un grito, con la desesperación más que notable en su rostro.

-no lo hice, eso es lo que importa.

Ignoro sus quejas, dejando caer un encendedor con el que desde hace rato ando jugando. El Idiota lanza un grito cuando la casa explota al estar a unas cuadras de distancia. Maldice mi locura, ruega por mi alma, y sonríe como tonto cuando me pongo al volante de la moto.

-si no vas a subir, dilo de una vez. No perderé más mi tiempo esperándote.

De inmediato se sube detrás de mí y abraza mi cintura, acto con el que trato no distraerme mucho o nos voy a matar. Aunque claro, es Kim Maldito Taehyung, él no conoce la palabra "quieto", por lo que pronto tengo su nariz en mi cuello, provocando un escalofrío en mí. La próxima vez que conduzca, él irá al frente.

Al llegar a nuestro desafortunado destino, no me quiere soltar. Se ha aferrado a mí como gato, y se niega a dejar de olisquear mi cuello.

-por favor, sólo un segundo... Sólo déjame alargar esto un momento, Nochu...

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora