CVIII

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Oficialmente existen cinco fases de duelo. Negación, enojo, negociación, depresión y aceptación...

Pero nadie realmente ha puesto en palabras que existe una sexta: la venganza.

Gyeom está muerto. Es un hecho que por más que duela jamás podré cambiar.

Nunca más.

Hoba también está muerto.

La muerte es una parte de la vida. Ella nos da ventaja porque sabe de antemano que va a ganar este juego. Es entendible...

Pero ninguno de los dos murió de forma natural.

Y joder...

Juro por mi vida que ningún asqueroso jefe de esa maldita organización tendrá una muerte natural.

¿Es hipócrita querer matar a todos cuando yo mismo soy la causa de miles de asesinatos? Sí, ¡por supuesto que sí! ¡Es completamente estúpido!

Pero tengo el poder y la capacidad para hacerlo.

Nadie toca lo que es mío.

Mi mejor amigo... Y la persona con la que estaba dispuesto a compartir mi vida... Ellos me los arrebataron. Mataron a dos personas que amaba...

Asesinaron a mi ángel, y no pienso dejarlo como si nada hubiera pasado.

La oscuridad poco a poco va desapareciendo del cielo. El sol reemplaza lentamente a la Luna.

Quizá sea mejor así. La muy maldita puede ser amante de la muerte, pero jamás mueve un dedo para ayudar.

Los edificios de la Organización son numerosos. Desgraciadamente no puedo acabar con todos y cada uno. Existen en todo el mundo.

Pero el más importante, la sede, el lugar donde todos los jefes están obligados a quedarse está aquí, en Corea.

Y está a quince minutos de donde Taehyung me llevó a ese picnic.

Taehyung...

El corazón me da un vuelco. Se oprime dolorosamente y me hace sentir que caigo en un abismo.

El sol besa las puntas de las montañas. En menos de dos horas Taehyung despertará y notará que no estoy a su lado.

Gracias al infierno que no estaré ahí para escucharlo gritarme ni ver su rostro de decepción.

Lo siento, Kim... Pero esto es más grande de lo que parece.

Han despertado al Diablo, y su sangre formará un río profundo. Lo juro.

La oscuridad de la noche se acaba en el momento justo que piso terreno de la Organización.

Inicia el juego.

Mis pasos no vacilan al entrar en aquel edificio enorme.

Mi sangre hierve cada vez más a cada paso que doy.

-¡Oye! ¡Detente ahí! ¡El de cabello de berenjena, para!

Una risa brota de mis labios al escuchar cómo me ha llamado.

Pero no me detengo.

Es entonces que este tipejo comete el más grande error de toda su insignificante, miserable y asquerosa existencia: me agarra del brazo para detenerme.

-¿Que acaso estás sordo, hijo de tu-?... S-señor... ¿Señor Jeon?... P-pero usted está...

No lo dejo terminar. En un rápido movimiento estrello su cabeza contra la pared más cercana.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora