LXXXVIII

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El ambiente es tranquilo. Nada muy extravagante ni enloquecedor. Es aburrido... Le hace falta algo de drama, una pierna rota... ¡Algo!

Ohh, ya sé que es lo que falta...

¡Yo!

¡No estoy en la maldita pista de baile!

¿Por qué? Bueno... Kim se puso de verdad desanimado cuando no respondí a su muestra de afecto.

O eso cree él.

Oh, mi dulce osito... Si tan sólo supieras...

-hey, tú. El chico bonito de traje negro.

Alzo mi aburrida mirada hacia el joven dueño de esa gruesa voz, y mi mano quiere resbalar del apoyo que da a mi mejilla al ver que me extiende la suya.

-¿Te conozco? - pregunto con extrañeza.

-¿Eso importa? ¡Es un baile! No puedes estar simplemente sentado toda la noche sin lucir ese bonito cuerpo... Así que... ¿Me permitiría un chico tan hermoso invitarlo a bailar esta pieza?

Una sonrisa se apodera de mis labios, y me levanto; sin embargo, cuando estoy a punto de aceptar gustoso la invitación de ese guapo muchacho, una mano golpea la suya, y unos grandes brazos envuelven mi cintura.

-lo siento, mocoso. Él es mío - gruñe Kim, casi mostrándole los dientes al chico.

Curiosamente él sólo se encoge de hombros.

-mientras no esté en la pista, yo tengo todo el derecho a invitarlo. ¿O no, chico bonito?

Ni siquiera puedo mostrar mi acuerdo con el perfecto desconocido. De un momento a otro ya estoy al centro de la pista, siendo brutalmente abrazado por el Idiota Mayor.

-¡Estúpido, me asfixias!

-¿Por qué ibas a aceptar bailar con él?

-¡Kim, maldita sea, es en serio! ¡Me ahogo, baboso!

Su agarre se vuelve más suave y delicado, y apoya su frente en mi hombro mientras nos mecemos al ritmo de la pieza.

-¿Por qué...?

Suspiro.

-ni siquiera me has invitado una copa... Y este chico llega a ofrecerme lo que desde un principio tú debiste... Pero funcionó bastante bien, aunque haya sido inesperado. Al menos él logró que me sacaras a bailar.

Kim besa mi mejilla con ternura, y susurra algo similar a una disculpa.

-te traje a bailar y me puse de amargado...

-compénsalo. De verdad me gustaría bailar contigo hasta el amanecer.

Su sonrisa es tan linda y delicada que me da un mini infarto.

-¿Desde cuándo sabes bailar? - susurra, sorprendido, cuando una pieza lenta y hermosa me obliga a colocar mis manos sobre sus hombros y poner las suyas en mis caderas, comenzando a movernos al son de la música.

-Hobi me mostró. Fue en mi cumpleaños número veinte. Insistió en que debía tener otros pasatiempos, así que me enseñó a bailar cualquier tipo de música. Pop, vals, lo que sea... A él le encantaba bailar...

No te rompas, no te rompas, no te rompas, no te rompas, no te rompas, no te rompas, no te rompas, no te rompas...

Y, por lo que más quieras, Jeon, no voltees...

-¿A ti te gusta?

-¿Mh?

-bailar. ¿A ti te gusta bailar?

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora