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Luego de, básicamente, haber destruido aún más la casa de mi infancia, Taehyung me lleva en brazos hasta la suya.

No pongo resistencia. Ahora que el enojo se ha ido, no me queda nada.

No me siento bien.

-oye, Nochu - murmura Kim al dejarme sobre la cama.

Sólo me le quedo mirando, atento a lo que quiera decir.

-te adoro. De verdad. Esperaré a que mejores para hacer las cosas bien.

"Hacer las cosas bien"… Ya no sé si creerlo. ¿Es eso posible?… ¿Podemos hacer las cosas bien?

¿Nosotros podemos salir de esto bien?…

No quiero un muerto más a la lista. Menos él. Realmente no lo soportaría.

Taehyung... Si te dijera que lo nuestro está condenado... Que yo estoy condenado... ¿Aún querrías hacer las cosas bien?…

-Jimin vendrá a curarte, ¿okay?... No lo vayas a aventar por la ventana como hace un mes, ¿sí?

Su sonrisa se desvanece al ver que su intento de hacerse el gracioso no funcionó.

-bien... Eh... Viene Jimin y luego Yoon. Tal vez te traiga a Hannie. Te extraña. Y bueno... Por favor... No intentes... Eso... Te lo ruego.

-vete... Sólo vete...

Sus labios se aprietan tanto que forma una línea muy fina.

-¿Te encuentras bien?

-¿Te parece que estoy bien? ¡Dime una sola cosa que hoy día esté bien!

-yo....

-tú. Se trata de ti de nuevo.

Taehyung se queda callado.

Lo herí. Vaya novedad.

-sólo... Vete, Tae - suplico con cansancio -. Que Park me haga los estudios que quiera cuando esté dormido, que Min me toque la guitarra afuera de la habitación, que Haneul llene de babas mis sábanas... Pero... Después... Ahora no... No puedo...

-bien... Te quiero.

Taehyung sale rápidamente de la habitación.

No sé exactamente cuánto tiempo pasa. Simplemente me quedo mirando fijamente la pared.

No sé cuántas veces lo he hecho. Tan sólo rasguño mis manos y muerdo mis labios, tratando de acallar esa constante voz en mi cabeza.

No lo sé. Juro que no sé en qué momento me solté a llorar.

Siempre he sido un monstruo. Lo sé bien. Era, en resumen, una mierda...

Yo era el rey. El rey de los demonios.

Diablo Jeon. Así me llamaban. El rey Diablo Jeon. Todos me temían. Todos me respetaban. Nadie jamás logró hacerme sentir débil cuando me convertí en un asesino.

El niño débil que fue entregado por su mejor amigo murió el día que eso sucedió.

El joven atormentado que rogaba para que no lo tocaran durante cinco noches de infierno se suicidó.

Quedó sólo un animal. Era perfecto para matar. ¡Aventar al león carne, ¿cómo no iba a funcionar?!…

Me dieron armas. Me dieron nombres. Me encomendaron mil encargos y fui a todas aquellas mansiones.

¡Yo era el jodido rey!

Yo era invencible.

Y ahora... Joder... Me he convertido en un patético ser.

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora