Capítulo 73

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Luego de unos cuantos minutos de viaje en carruaje, llegaron al salón ancestral de la familia Martold. En medio del bosque se encontraba un gran edificio y a sus afueras había estatuas de ángeles rezando, tuvieron que subir cien escalones para llegar a la amplia puerta de madera.

Elise se inclinó ante estas puertas y recitó la contraseña de entrada la cual sabía por los recuerdos de la dueña original del cuerpo.

Cada año Elise venía a este lugar a presentar respetos a su difunta madre entonces debía aprenderá esta contraseña, este año fue la excepción porque se interpusieron otros intereses... Ahora que lo pensaba ¿Su padre habrá venido de todas formas? Lo mejor sería no pensar en eso.

Las puertas se abrieron de par en par haciendo un sonido retumbante que le devolvería la conciencia a cualquiera, pero luego permaneció el silencio y todos entraron con las cabezas bajas presentando respetos.

Lían sostenía la urna y Elise lo tomó de sus manos, caminaron por el pasillo del recuerdo, el cual se encontraba decorado con pinturas de sus antepasados, la última persona en morir previamente había sido su madre, pero la última pintura en la fila de muertos no le pertenecía a ella ni a su padre. El último cuadro era la pintura de Elise, retratada con una apariencia más madura. A diferencia de las otras pinturas con fondos rojos, esta tenía un fondo gris.

Elise abrazó la urna y se puso enfrente de su retrato.

—¿Qué es esto? —Preguntó Noah.

—En ningún momento recuerdo que se haya transferido esta pintura a este lugar. —Dijo Félix.

—La última vez que se abrió este lugar fue en él cumpleaños de la señorita Elise, acompañé al marqués y no estaba eso. —Agregó Rina.

Elise empezó a sudar frío y corrió hacia el salón de las urnas, ni el olor del incienso pudo tranquilizar el sentimiento agobiante que sacudía su corazón hasta el punto en que era capaz de escuchar sus propios latidos. Otra vez, luego de la urna de su madre, había otra a su derecha, pero sin nombre, las cenizas de una persona misteriosa.

—¿Esta Urna? —Preguntó Elise.

—No lo sabemos. —Respondieron Félix y Rina.

Elise tiró la urna de cerámica al piso con su pie y esta se quebró, no había cenizas, pero si un cabello celeste que luego voló hacia una vela y se quemó en la llama antes que alguien pudiera atraparla.

¡Ese maldito cabello siempre!

Noah tocó el hombro de Elise.

—Primero tu padre, llegaremos al fondo de esto.

—¿Que ocurre? —Preguntó Elian.

—Alguien está detrás de la señorita Elise, lo único que sabemos es el cabello celeste. —Respondió Lían.

—¿Cómo se atreven? —Dijo Elian molesto.

—¡¿Cómo se atreve a hacer eso?! ¿No puede dejarme en paz un maldito momento? ¡¿Qué buscas de mí?! —Gritó Elise hacia la vela—. ¡¿Quieres jugar conmigo?! ¡Haré que te arrepientas toda la vida!

Rina no sabía lo que ocurría, pero estaba llorando, la niña de corazón puro que vio crecer estaba siendo intimidada, presionada, se enfrentó a la perdida y ahora estaba presenciando la posible corrupción del alma de su señorita, ella siempre estuvo ahí para Elise, como una madre secundaria más que una niñera o sirvienta, lo peor de todo es que no podía hacer nada para ayudarla en su posición.

Félix por otra parte, vio en Elise un pequeño reflejo de su padre, él estuvo con el marqués todo el tiempo, incluso en sus momentos desesperados, padre e hija compartían las mismas expresiones que suplicaban ayuda, pero eran demasiado orgullosos como para hacerlo.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora