Especial: San valentin.

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Una persona alberga miles de sentimientos a lo largo de su vida, todos sabemos qué es la felicidad, la tristeza, enojo, celos, envidia, temor, etcétera... Pero si habláramos sobre el amor cada uno daría una respuesta diferente, pero todos estamos de acuerdo de que es un sentimiento único que contiene más de una definición.

Hay quienes sueñan encontrar el amor, hay otros que sufrieron a causa de este y no lo quieren volver a sentir, hay quienes piensan que no existe, mientras hay otros que aman con todo su ser.

Todos tenemos una distanta forma de pensar acerca de el amor, en el caso de Asis Martold cada vez que escuchaba esa palabra, "amor", no podía evitar pensar en una chica no tan común que conoció hace mucho...

Una noche de verano, Asis Martold y Amelia Ristond bailaron toda la noche, Asis era un marqués que heredó el título hace tres años y Amelia era una jardinera que había sido llevada como la acompañante de un conde que la pretendía, aunque Amelia fue para estar al lado del conde terminó bailando con un desconocido.

Asis es de cabello rubio, ojos azules como el cielo, delgado pero se notaba que se ejercitaba. Amelia era cabello negro como la noche, ojos negros llenos de misterio capaces de atraer a cualquiera, delgada y de cintura pequeña. Él tan brillante como el día, y ella era tan mística como la noche.

Ambos bailaron unas horas sin cruzar palabras, sólo disfrutaban de su compañía.

—Ya es tarde, debería buscar a mi acompañante. —Dijo Amelia haciendo una reverencia—. Fue muy divertido bailar con usted, sin duda es usted un experto.

—¿Quien es su acompañante? ¿Su esposo?

—Para nada, es sólo un pretendiente, el conde Velrad ¿Lo conoce?

—Es un viejo amigo mío, me debe algunos favores, no creo que se moleste si me presta un poco más de tiempo a su dama.

—Mi señor, me temo que la situación no podrá salirse de mis manos si paso más tiempo con usted.

—No haré nada que no quieras, es probable que no nos volvamos a ver, deberíamos bailar sólo un poco más.

Amelia sonrió.

—Perdoneme por no tener una gran resistencia, ¿Acaso no tiene noción del tiempo? Bailar tanto con tacones puede llegar a ser incómodo, prefiero quedarme con el recuerdo de un divertido baile antes de que lleguen a dolerme los pies. —Coloca un mechón de su cabello tras su oreja—. Iré al jardín a tomar aire fresco, es su decisión si seguirme y pasar unos minutos más conmigo o si baila más al lado de otra dama.

—Me retiraré un momento, usted vaya a descansar.

—Oh, ya veo su decisión, entonces que pase una buena noche.

—¿Decepcionada?

—No, me esperaba su respuesta.

Amelia fue al jardín y se sentó sobre una banca y levantó su cabeza para ver la luna y las estrellas brillando sobre ella.

Asis fue a buscar unas bebidas y luego fue hacia el jardín y se sentó a la par de Amelia.

—¿Qué ves? —Preguntó Asis.

—El cielo, me sorprendes que estés aquí. —Dijo Amelia sonriendo.

—¿Cómo podría dejar a una dama tan bella sola? Dijiste que estabas cansada, traje unas bebidas.

—Gracias, pero no dije que estaba cansada. —Toma la copa.

—Eso fue lo que entendí.

—De todas formas gracias. —Lo ve y se sonroja al cruzar miradas—. ¿Por qué me ves así? -Juega con la copa dándole vueltas.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora