Capítulo 32

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Ayer tomé alcohol, no pensé que este cuerpo no lo soportaría, para comenzar pensé que por el asunto de la regeneración no podía embriagarme.

Me asomé por la ventana, parece que es medio día.

Lo último que recuerdo es haber ido al jardín, que vergüenza, creo que me dormí... Me dormí en el jardín a horas tempranas...

Tomé una ducha en agua fría, me vestí casualmente y salí de la habitación, vi que todas las criadas continuaban con la limpieza, al parecer ayer fue una gran fiesta, me lo perdí todo...

Mi estómago rugía fuertemente por lo que fui al comedor.

Como si el personal se hubiera dado cuenta de mi estado, prepararon una sopa de res, arroz y col, acompañado de diversas verduras, cuando terminé de comer me sentí un poco mejor. Una sopa para la resaca.

Una sirvienta me informó que mi padre me ha pedido ir a su oficina así que iba rumbo a verlo.

Pero... ¿Para qué me necesita?

Lo recordé, sólo hablé con una de las opciones y no me agradó, no sé qué decirle, Rina perderá su empleo y matarán a Evan... ¿Qué digo? Fue mi error, le daré mis ahorros a Rina y huiré con Evan a un templo y seré monja.

Golpeé la puerta y entré.

—Buenos días. —Dije acercándome a mi padre nerviosamente.

—Buenos días, por favor toma asiento.

Obedecí, estaba nerviosa.

—Anoche me informaron que te fuiste a dormir temprano, también me dijeron que habías bebido mucho, espero que no hayas hecho alguna ridiculez.

—De hecho, no recuerdo, entonces no puedo asegurarle de no haber hecho algo indebido, oh, pero talvez recuerde pronto.

—Sobre lo de tu prometido...

—Sobre eso. —Interrumpí—. Sé que si no elegía a alguno ibas a despedir a Rina y algo malo le iba a suceder a Evan pero...

—Pero al parecer mis advertencias funcionaron, Anoche el duque Claden habló conmigo, me dijo por segunda vez que estaba interesado en un matrimonio, aunque esta vez dijo que estaba interesado en ti.

—¿Qué? —Dije asombrada.

—Él espera una confirmación, si todo sale bien podrá hacerse una fiesta de compromiso en el castillo de los Claden el próximo mes.

Quedé atónita ¿Qué pasó ayer exactamente?

—¿Él te explicó el motivo?

—Dijo que habló contigo y le parecías una buena chica, además el marquesado posee minas de hierro de alta calidad, y a nuestra familia no le viene mal la expansión del comercio al norte.

—¿Habló conmigo...?

—Al parecer así es, ya que fue él a quien elegiste todo estará bien. —Dijo con una sonrisa aterradora.

—Yo nunca dije que me quiero casar con él.

—¿Tienes a alguien mejor?

Oro, recuerda en el oro, debo comprometerme si en realidad quiero ir a la bendita isla mágica, Artinia, sacaré provecho de lo que está destinado a ocurrir y en el momento adecuado cambio todo el destino de Elise y puedo volver a casa.

—Está bien, dígale al duque que aceptaré el compromiso.

—Sabía que accederías.

—¿Y Adelaida? —Pregunté ya que no la he visto a ella ni a las sirvientas que la acompañan.

—Dijo que iría al pueblo en la mañana, quiere comprar ropa.

—Ah, ya veo, entonces me iré primero.

Saliendo de la oficina me topé con Rina y la tomé de los hombros mirándola fijamente.

—¿Señorita...? —Dijo Rina nerviosa y confundida.

—¿Sabes algo de lo que pasó ayer? —Pregunté desesperadamente.

—Cuando la encontré ayer, El duque la estaba ayudando a vomitar, él muy amablemente me pidió que la llevara a su habitación...

—¡¿Vomité frente al duque?!

No sé qué hice estando ebria, no me puedo controlar cuando estoy sobria, menos bajo el alcohol, sabía que eso de que Noah esté interesado en mí es algo irreal, sabía que había hecho alguna locura, pero no sabía que la locura era enorme.

Corrí al jardín y entré a la habitación que estaba frente a la fuente, mi nueva guarida.

Todo estaba acondicionado para mis experimentos, fue difícil conseguir un caldero sin que nadie sepa.

Gracias a un hechizo de ilusión logré que, si otra persona llegara a entrar y no toca nada, todo se verá como el interior de un gran cobertizo, tiene muchas fallas, pero para comenzar está bien. La cerradura es indestructible por lo que está bien.

Cuando entré en la guarida cerré todo, le serví comida a Evan, el cual estaba durmiendo sobre un cojín, al parecer se siente más cómodo aquí por lo que ahora es su habitación, sólo hay una ventana pequeña abierta para que Evan pueda entrar y salir, hojeé el libro de magia que estaba sobre un atril. Necesito un hechizo de memoria, pero no logro encontrarlo.

—¿Qué buscas con tanta prisa? —Dijo Evan estirando sus patitas.

—Un hechizo para recordar.

—Busca en la sección de pociones.

—Bien.

Seguí el consejo de Evan, efectivamente estaba entre las pociones.

Poción de Memoria:

Jugo de betabel, seis ojos de pez, menta, tomillo y polvo de bruja, mezclar dentro del caldero por 5 minutos.

¿Polvo de bruja? Busqué en el libro hasta encontrar el polvo de bruja, pero sólo aparece que debía concentrarme en materializar mi magia en polvo.

Elian había dicho que debía de dejar de pensar en la lógica, al ser bruja y tener magia, mis limites son escasos, por lo que no tengo que pensar mucho las cosas, la creatividad es lo esencial.

Primero debo ir a buscar los materiales, en el jardín hay tomillo y menta, el resto se puede obtener en la cocina.

Cuando tenía todo listo lo puse dentro del caldero y mezclé los ingredientes por el tiempo indicado, pero mientras lo mezclaba extendí mi mano y cerré mis ojos pensando en el polvo mágico, sentí como arena saliendo de ellas, abrí mis ojos, la arena o polvo parecía escarcha morada de un tono muy oscuro. Para que cesara tuve que apretar el puño.

—Regresa la memoria que perdí ayer, ojos de pez que todo lo ven, muéstrame los acontecimientos que he olvidado, las últimas 24 horas, bien detallado. —Dije mientras mezclaba los ingredientes con una cuchara de madera.

A los cinco minutos recolecté el resultado en un frasco... ¿Debo beberlo? Acercaba el frasco lentamente a mi boca, su olor no era nada agradable, di un trago rápido, sabía horrible, quiero llorar o vomitar, pero espero que esta vez no haya nadie presente.

¡Eso es! Recordé lo de ayer... ¡¿Qué rayos hice ayer?! Ah, de verdad estoy loca.

Evan me miraba fijamente.

—Tienes una expresión extraña, estás llorando, se te sale algo café por la esquina de la boca y luces preocupada... ¿Todo bien?

—Nada está bien.

Pasé mi dedo pulgar por la esquina de mi boca para limpiar los restos de la poción, recuerdo lo que pasó ayer y no es muy bueno que digamos...

—¡Pensaré en otra cosa! —Dije—. Aprenderé otro hechizo... Si...

—¿Por qué no creas tu propia magia? —Comentó Evan.

—¿Mi qué? —Pregunté confundida.

—Imagina algo, ya sabes tu instinto, algo de ataque, como en los libros de acción.

—¿Lees libros que tocan el tema de la magia? Es herejía.

—Fue antes de convertirme en gato, además mejor ni hables.

Reí, pero me gustó la idea de Evan.

—Lo intentaré, pero no hoy.

El resto del día pasé cuidando del jardín, se supone que para eso lo quería...

Era ya tarde, el sol se estaba poniendo, las nubes eran de tono naranja y rosa, Rina vino a buscarme. Pensé que era para la cena, pero su cara... Se veía preocupada por algo, quería decirme algo, pero no le salían las palabras.

—¿Rina, pasa algo?

Puso sus manos sobre mis hombros y tartamudeaba cosas en voz baja, no le pude entender.

—No escucho, ¿Podías decirlo más claro? ¿Rina, qué pasa?

—S-su padre, señorita. —Dijo mirándome fijamente y apretando mis hombros.

¡¿Papá?!

—¡¿Qué pasa con él Rina?!

—Ha tenido un infarto, el doctor lo está atendiendo en su habitación, su papá está grave.

Solté la regadera que sostenía y corrí rápidamente hasta la habitación de mi padre, abrí la puerta bruscamente y mi padre estaba ahí.

Adelaida no estaba preocupada, pero hacía su esfuerzo en parecerlo.

—¿Qué ocurrió? —Miré a Adelaida—. ¡¿Qué le has hecho?!

—¡No he hecho nada! —Cruzó sus brazos—. ¡Ten calma! Lo amo y no sería capaz de hacer algo.

—¡Eres muy capaz de envenenarlo o darle algo para quedarte con su dinero! ¡Eres codiciosa, una total falsa! ¡¿Qué le hiciste a mi padre?!

—Lo repetiré ¡No le he hecho nada! Estábamos hablando cuando le pasó eso, de seguro tú tienes algo de culpa, peleas con él constantemente.

Me giré hacia el doctor.

—¿Qué tan grave está? —Pregunté.

—Mucho, deberían irse y dejarnos continuar con nuestro trabajo. Hay que esperar un milagro.

Adelaida y yo salimos, afuera estaba Rina y Félix.

—¿Félix, puedo hablar contigo? —Pregunté.

—Por supuesto.

Adelaida se fue y le pedí a Rina que nos dejara a solas.

—¿Qué sucede, señorita?

—Es acerca de mi padre... ¿Qué fue lo que hizo que reaccionara así? ¿Fui yo?

—Por supuesto que no, él estaba furioso y mandó a llamar a Adelaida, luego Adelaida salió gritando que llamáramos a un doctor...

—¡Esa zorra...!

—Señorita, su vocabulario.

—¿Te puedo pedir un favor?  —Pregunté.

—¿Qué desea?

—Nunca deje a Adelaida a solas con el marqués mientras siga inconsciente, esto me da muy mala espina.

—Bien.

—Ah, una pregunta... ¿Si mi padre llegase a morir qué tanto heredaría Adelaida?

—Todo el marquesado más el 60% del dinero.

Al igual que en el libro, el marqués muere y Adelaida hereda una gran parte, luego Adelaida se casa con su amante y este la mata para quedarse con los bienes, no dejaré que el dinero de mi familia caiga en manos de otros, no mientras siga con vida.

—Iré a hacer algo, cuida a mi padre.

La única forma de cambiar el destino de este libro es con la ayuda de otro.

***

Hola, recuerden lavarse las manos constantemente.

¿Qué hacen durante la cuarentena?

A) Leer.
B) Ver Series.
C) Hacer tareas.
D) Otros.

La verdad yo estoy estresada de tantas tareas y me cuesta encontrar tiempo para escribir, espero que hayan disfrutado el capítulo.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora