Capítulo 44

170 30 3
                                    

—¿Qué clase de relación tienes con Keneth Moneti? —Preguntó Noah.

—Los dejaremos solos. —Dijo Elian.

Elian y un grupo más salieron.

—Es mi amigo. —Respondí.

—¿Si es así por qué te atacó y por qué lo dejaste ir? No es diferente al capitán que mandaste a volarle la cabeza, incluso es peor.

—Pudiste enviar a alguien para matarlo mientras yo estaba inconsciente pero no lo hiciste.

—Ordenaste dejarlo ir, y yo quería saber por qué.

—Bueno, gracias, él no iba a saber que yo era yo, él sólo atacó a la persona que lideraba el grupo de rebeldes, pero yo si sabía quién era él, no podía matarlo, además no me mató, yo no moriré tan fácilmente. El capitán es solo una persona normal desobediente, podía atacarlo, Keneth tiene magia, pero él no lo sabe, no puedo atacar a alguien de mi pueblo.

Si digo que Keneth tiene magia, cosa que no es verdad, las personas entenderán más fácil por qué lo perdoné.

—Los que estuvieron contigo no sintieron magia o algún sello de esa persona.

—Soy la elegida por la Diosa, puedo sentir el aura de las personas con mayor profundidad, su sello es muy fuerte, claro que otros no lo sentirían.

—La próxima vez no importa quien sea, no lo perdonaré.

—Tranquilo... Al parecer todo el continente la está pasando mal. Es el momento perfecto para volver a casa, falta una semana para mi cumpleaños, hay una fiesta que realizar y se necesita una cumpleañera.

—¿Una fiesta en medio de todo esto?

—Así es, La hija del marqués fue secuestrada y tú me rescataste, por lo que se celebrará una fiesta por su regreso y su decimosexto cumpleaños, al mismo tiempo es la prometida del duque Claden, el cual estará presente en la celebración. Serán invitados los nobles que más se oponen a la magia y los que más ayudaron en la revolución contra los Arendis, la fiesta durará tres noches, durante ese tiempo se atacarán las propiedades de los invitados ¿Qué tal? El evento es tan importante que sin importar qué tan mal esté el reino, no se atreverán a faltar.

—¿Cómo sacaste esa idea?

—¿Te impresioné? No me subestimes, vi muchas películas. Obviamente no podemos hacer algo como quemar sus cultivos o casas ya que cerca del fuego la magia no funciona de la misma forma, podemos esparcir plagas y les encantaremos para que soporten los pesticidas y que no salgan del territorio asignado y luego de atacar a los guardias y sirvientes que quieran proteger el lugar, pero la mayoría huirán, cuando entremos a sus propiedades confiscaremos sus pertenencias de mayor valor.

—¿Robar?

—Confiscar, necesitamos ingresos y no creo que nuestras casas sean los únicos patrocinadores, los nobles a los que no atacaremos tendrán miedo y nos apoyaran antes de que les suceda algo.

—Nos meteremos con personas de alta influencia, sería mejor empezar desde abajo.

—El marquesado Martold no invita a gente de bajo estatus, tenemos armas modernas, ni la persona más fuerte podría contra eso.

—¿No sería demasiada coincidencia que todo eso se llevara a cabo durante tu fiesta?

—Simplemente alguien aprovechó la oportunidad ese día.

Luego de comer me di un baño y me vestí con un vestido sucio y en mal estado, desordené mi cabello y me puse un poco de tierra en la cara. Luego con las pociones de teletransportación, Noah, Evan y yo volvimos a la mansión Martold.

Elian se quedó en el sur, luego de que me desmallé ambos grupos pelearon y hubo una masacre, hay muchos heridos.

Estábamos en un carruaje cerca de la mansión, el carruaje iba camino a mi casa.

—¿Quiénes te secuestraron? —Pregunta Noah —. Debería tener una respuesta.

—Brujos, me rescataste en una cabaña que estaba en el bosque, mataste a los secuestradores y los quemaste.

—Buen argumento.

—¿Me prestas tu espada? —Pregunté.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Debería tener algunos cortes.

—Los cortes deberían ser algunos más viejos que otros, no todos al mismo tiempo, no hagas ridiculeces.

—Por cierto, recuerda darme un buen regalo.

—¿Estás hablando de regalos en un momento como este?

—Siempre es momento para pensar en regalos, el regalo de mi prometido debe ser el mejor, se supone que me amas.

—¿Hay algo que quieras?

Cuando preguntó eso me surgió una picazón fuerte en el cuello y me rasqué tan fuente que casi me arranco la piel.

—¿Estás bien? —Pregunta Noah.

—Un regalo... ¿Entonces podría atreverme a pedirle la cabeza del conde Bonnet? —Sonreí delicadamente—.  Ah, me picaba mucho pero ahora estoy bien. —Dije tranquilizándome—. Oye... ¿Por qué pones esa cara?

La cara de Noah demostraba asombro por alguna razón.

—Me sorprendió lo que preguntaste. —Contestó.

—Solo te dije que quería un regalo, un tipo de joya rara debería ser bueno, es un regalo muy común entre las parejas de nobles... No me digas que eres tacaño.

—Me pediste la cabeza del conde Bonnet. ¿Hay alguna razón en específico?

—¿Eh? Te pedí una joya, en ningún momento pedí una cabeza.

—Lo hiciste, y me hablaste de forma formal, nunca hablas formal.

—¿En qué momento? Debiste haber escuchado mal.

Llegamos a la Mansión y la actuación empezó, pensé en la vez que mi cantante favorito se suicidó y comencé a llorar.

Félix estaba en la entrada, como cada vez que un carruaje de una familia importante entra en el territorio de la casa.

Noah me ayudó a bajar del carruaje, lo sostuvo mi mano mientras temblaba y luchaba para parecer que me iba a caer en cualquier momento, mi mirada estaba en blanco.

—¿Es la señorita Elise? Nunca la había visto tan desarreglada. —Dijo una sirvienta.

—¿La joven señorita está de regreso? Pobre chica.

—¡Silencio! —Las regañó Félix—. Una de ustedes que informe al marqués y la otra que vaya a decirle al cocinero que haga la mejor comida.

Las sirvientas se fueron a obedecer las órdenes de Félix.

—¡Señorita Elise, señorita Elise!

Una sirvienta salió corriendo de la mansión mientras lloraba, piel morena y ojos cafés oscuros que a pesar de su color, brillaban con las lágrimas. ¿Quién más iba a ser además que Rina?

Rina se acercó a mí y quiso abrazarme, pero retrocedí unos pasos bajé la cabeza.

—¿Señorita...?

—¿Puede apartarse? —Pidió Noah—. Está algo traumada, es mejor que se aleje por un momento.

Rina retrocedió y se hizo un lado, ella me quiere como si fuera su hija, me siento culpable al verla sufriendo porque piensa en que me pasó lo peor del mundo.

Me tropecé a propósito y Noah me sostuvo, luego me cargó entre sus brazos.

—Bájame...

—¿Para que caigas? Jamás.

Noah siguió caminando y entramos a la mansión.

—¿Dónde está su habitación? —Pregunta Noah.

—Por favor sígame. —Responde Félix.

Llegamos a mi habitación, unas doncellas me esperaban para bañarme.

—Me bañaré sola. —Pedí en voz baja.

—No seas terca, deja que te ayuden. —Dijo Noah.

—¡No quiero que ninguna de ellas me toque! Ningún desconocido volverá a tocarme.

Félix tenía una expresión oscura.

—¡Todas salgan! ¿No escuchan? —Ordenó Félix—. Iré a supervisar que tenga una comida agradable.

—Yo esperaré afuera —Dijo Noah—. Si tienes un problema, sólo grita, yo estaré ahí.

—Gracias. —Dije.

Todos salieron y fui al baño, me sumergí en el agua, estaba un poco caliente y tenía un olor agradable a flores, extrañaba tomar un baño tan agradable.

Al salir me puse un vestido sencillo que no necesitaba de ningún accesorio para sostenerlo, cepillé mi cabello fácilmente a pesar de que era largo y anteriormente lo había enredado.

Tomé el maquillaje y dibuje algunos moretones en mis brazos y me vi en el espejo, por no comer un mes bajé drásticamente de peso, y mi piel sigue pálida, puedo darme el lujo de comer lo que quiera, además necesito mi belleza a máximo para la fiesta.

Almorcé con mi padre y Noah.

Estando los tres solos, pusimos al día a mi padre sobre la situación y nuestros planes, comí hasta saciarme y al final en lugar de dejar a Noah en la salida, me acompañó a mi habitación.

Inmediatamente, mi padre le ordenó a Félix que enviara cartas a los nobles acerca de mi regreso y por lo tanto mi fiesta de cumpleaños se celebraría.

Me puse a pensar en Keneth, él estaría llegando al reino un día antes de mi fiesta, si lo invito estaría seguro, le dije a Rina que le enviara una carta.

Me acosté en la cama para descansar, la teletransportación me agota. Evan se acostó a mi lado y empezó a lamerse.

—¿No puedes ir a otra parte? —Pregunté.

—Debo estar contigo, regular tu magia no es nada sencillo... Por cierto, escuché que mataste a un capitán.

—Lo hice... Pero me siento algo mal, sabes, si no lo maté directamente yo invoqué el arma y di la orden, me convertí en una asesina... Esto valdrá la pena... ¿Verdad?

—¿No me dijiste que este mundo era un libro?

—Así es.

—Piensa en esto, todas las personas que conozcas aquí son personajes, incluyéndome, si morimos, no moriríamos realmente porque no tenemos vida... Si un personaje muere, el único culpable del asesinato es el escritor que lo decidió.

—Gracias por decirlo... Imagino que fue duro para ti decirlo. —Dije deprimida.

—Si, no es fácil aceptar que mi vida no tiene importancia... Apuesto que en libro soy un personaje secundario.

—Solo se te menciona en una línea... "Rina también alimentaba a un gato que visitaba la mansión todos los días", supongo que eras tú.

—Entonces siempre seré un gato.

—Me encargaré de reescribir la historia, una en donde el gato encantado vuelva a ser un hombre.

—Estaré esperando por ello.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora