Elise, una niña de ocho años, hija de un marqués respetado, una niña que cualquiera pensaría que es feliz por el simple hecho de nacer en una familia pudiente y con buenas relaciones, pero no era verdad... La realidad es que era tímida y miedosa, con una autoestima casi nula.
Era el último día del año, y como era de costumbre se realizó un festival, Elise estaba físicamente estable, lo cual era raro ya que ella normalmente se enferma en esas fechas.
Rina, la sirvienta que más ama a Elise estaba preocupada... Elise estaba en la terraza con un rostro inexpresivo viendo a algún lugar.
—¿Qué ve señorita? —Pregunta Rina.
—Siempre a estas horas puedo ver desde aquí a los caballeros de mi padre practicando... Pero hoy no están.
—Hoy es el último día del año y los caballeros tuvieron día libre para que pudieran visitar a sus familias. —Respondió la sirvienta.
—¿Hoy podré ver a mi padre entonces? —Preguntó Elise sin esperanzas.
—El marqués fue a la capital a una fiesta de despedida de año al palacio real.
—¿Fue con esa mujer verdad? —Suspiró.
—Si, con la Señora Adelaida.
—¿Y las sirvientas también se irán a sus casas?
—Algunas irán a sus casas luego de las cinco de la tarde, otras se quedarán y otras irán a ver el festival.
—¿Festival? Quiero ir, los libros dicen que son lugares divertidos... Quiero saber si es más divertido que leer libros o jugar con muñecas.
—¡Vamos! —La animó.
Rina accedió ir para que así Elise pudiera distraerse.
—¡¿De verdad?! —Dice Elise con ojos brillantes y una sonrisa grande.
—¡Por supuesto! Tendré que vestirla muy linda esta noche.
Vistieron a Elise con un vestido celeste con lazos blancos, el vestido tenía varias capas a partir de la cintura y tenía mangas largas por lo que era bastante cálido, unas medias y zapatos blancos. Rizaron su cabello y por último le colocaron una capa blanca, lo suficientemente gruesa para abrigarla.
Elise junto a Rina subieron al carruaje.
—Es la primera vez que puedo ver a Rina con un vestido lindo y no con un uniforme. —Dijo Elise sonriendo.
Rina iba con un lindo vestido rojo de encaje.
—Oh, es verdad, este vestido lo compré hace un mes, pero los vestidos de la señorita son muchos más lindos.
—Puede que tengas razón, pero te ves muy linda.
—Me alaga señorita.
Luego de unas horas llegaron al pueblo, las casas estaban adornadas con linternas y las calles estaban cubiertas de nieve, habían puestos de comida y juegos por doquier, era algo maravilloso ante los ojos de la pequeña Elise.
—¡Rina, esto se ve fabuloso!
—Señorita ¿Sabe guardar un secreto?
—Por supuesto.
—Venimos sin la autorización del marqués, entonces nadie debe saber que estuvimos aquí.
—De acuerdo... Oh ¿Qué es eso? —Preguntó señalando a una niña comiendo algo esponjoso y rosa.
—Es un nuevo dulce, lo llaman algodón de azúcar.
—¿Puedo comer?
—Vamos, le compraré uno.
Ambas fueron a un puesto de algodón de azúcar.
—Aquí está, para la pequeña. —Dijo el vendedor estirando el algodón de azúcar hacia Elise.
—Gracias. —Agradeció Elise mientras tomaba el dulce—. Entonces lo probaré.
—Adelante señorita.
Elise comió un poco de algodón de azúcar y sus ojos estaban brillantes.
—¡Rina! ¡Rina! ¡El algodón de azúcar desaparece como agua!
—¡Así es! ¿Verdad que es muy rico?
—¡Me encanta! ¿Así es el sabor de una nube?
—No lo sé, me pregunto lo mismo.
—Oh, las nubes saben muy bien.
Luego siguieron caminando y hubo algo que volvió a llamar la atención de Elise, un puesto con joyas.
—Rina... Mira que lindo. —Dijo Elise mirando fijamente un broche de diamantes azules.
—Es verdad, es muy bonito. —Respondió Rina—. Además, son del mismo color que sus ojos.
—¿Les gustaría comprar este broche? —Pregunta la vendedora. —Cuesta 15 monedas de oro.
—¿Lo podrías comprar? Es que en verdad me gusta... —Dice Elise con una voz dulce.
—Por supuesto, su mesada lo cubre. —Le entrega las monedas a la vendedora.
—Gracias por su compra. —Dijo la vendedora sonriendo.
—¿Será que le guste a mi padre? Si me veo bonita, podrá pasar tiempo conmigo sin avergonzarse. —Dijo felizmente.
—... Usted es la niña más linda que han visto mis ojos, al marqués le gustará... Pero él siempre está ocupado y dudo que tenga tiempo para la señorita, no importa qué compre.
—Tienes razón, un broche no hará ninguna diferencia...
—¡A-anímese! No pierda las esperanzas.
—...
—Oh, hola. —Dijo una mujer desconocida acercándose. —Veo que estás viendo los puestos con la señorita Elise.
—¡Rachel, querida! —Saludó Rina—.
—¿Quién...? —Preguntó Elise.
—Ah, es una amiga, también trabaja en la mansión. —Contestó Rina.
Rina siguió caminando junto con Elise y su amiga.
Alguien empujó un poco a Elise haciendo que el broche se resbalara de sus manos.
—E-el broche.
Elise se alejó y empezó a buscar el broche, pero Rina no se dio cuenta que la niña se había ido y siguió caminando mientras hablaba con la amiga.
Elise recogió el broche y cuando volteó para ver a Rina, se dio cuenta que ya no estaba.
—¿Rina?
Corrió hacia el lugar donde vio a Rina por última vez, pero no estaba por ahí y tampoco estaba visible. Entonces decidió correr por los alrededores gritando el nombre de Rina, pero luego de un tiempo sin encontrarla se sentó en una fuente.
—Creo que estoy perdida...
Un niño un poco más grande que Elise se sentó a su lado, ojos azules, delgado, cabello negro y un poco largo.
—¿También te perdiste? —Pregunta el niño.
—¡P-por supuesto que no! Pero mi sirvienta si se perdió...
—Entiendo, entonces ambos estamos perdidos... ¿Cómo te llamas?
—Hmn, ¿Debería hablar contigo? —Dijo alejándose un poco del niño. —Si no eres un noble no debo hablar contigo... Eso dijo mi padre.
—Mi padre es un duque ¿Qué hay de ti?
Elise le da un vistazo y lo analiza de pies a cabeza.
—Te creeré sólo porque tus ropas se ven costosas. —Se pone de pie y hace una leve reverencia—. Soy Elise Martold, hija del marqués Asis Martold.
—Ah, entonces vives cerca.
—Vivo a menos de una hora... ¿Acaso usted viene de lejos?
—Si, vengo del norte del reino.
—Es muy lejos... ¿Qué lo trae por aquí?
—El castillo es muy frío durante estas épocas, pero aquí hace menos frío.
—¿Más frío? Debe ser una locura.
—Lo es. Dime cómo te perdiste. —Dijo el niño.
—Querrás decir cómo se perdió mi sirvienta... —Le muestra el broche—. Alguien me empujó y lo solté, cuando lo encontré y lo tomé, regresé con mis sirvientas, pero ellas no estaban.
—¿Puedo tocarlo?
—Adelante.
El niño toma el broche y lo ve.
—Es lindo. Yo estaba con mis padres, pero me distraje y me detuve viendo a unos bailarines, cuando no vi a mis padres supe que me había perdido.
—Por cierto... ¿Cuál es tu edad? Yo tengo ocho.
—Tengo doce años.
—Eso pensé. Ah, es verdad, no sé cuál es tu nombre.
—Mi nombre es...
Unos soldados se acercaron a ellos.
—¿Es usted la señorita Elise? —Preguntó un soldado.
—Así es. —Contestó Elise.
—Venga con nosotros, una mujer llamada Rina la está buscando.
—¿Rina?
Elise se levantó.
—¡Llévenme con ella! —Pidió Elise.
—Adiós Elise. —Dijo el niño.
Elise movió la mano en señal de despedida.
Luego de un tiempo, Elise se encuentra con Rina, Rina estaba llorando, pero corrió a abrazar a Elise.
—¡Mi señorita, estaba muy preocupada!
—No te preocupes, ya estoy aquí... ¿Y la otra sirvienta?
—¿Se encuentra bien? Dígame cómo se perdió. Rachel tuvo que irse.
—Si, estoy bien, es que estaba buscando el broche que se me había caído... El broche...
—¿Qué pasa con el broche?
—Rina, no lo tengo... Lo debe tener el niño.
—¿Niño? ¿Qué niño?
—Me encontré con un niño en una fuente, ambos estábamos perdidos.
—¿Cómo se llama?
—No lo sé, no me dijo su nombre.
—La próxima vez recuerde preguntar el nombre, vayamos a la fuente a buscarlo.
—No, mejor vamos a casa, tengo frío.
Mientras tanto en la fuente...
El niño ve la palma de su mano.
—Oh, el broche de Elise...
Unos adultos se acercan al niño.
—Ah, mamá, papá... Perdón por buscarme, deben estar preocupados.
—Por supuesto que si, mi querido bebé estaba solo, casi me desmallo. —Dice la madre.
—Noah Claden, no vuelvas a perderte, tu madre se estaba volviendo loca. —Dice el padre.
—Perdón padre... Estaba hablando con la hija del marqués Martold pero dejó su broche, me gustaría buscarla y devolverle esto.
—Si es hija de un marqués, la volveremos a ver, vamos a casa, le devolverás el broche otro día. —Dijo el duque—. El carruaje nos espera.
Noah vuelve a la casa donde se estaba quedando junto con sus padres mientras Elise vuelve a la mansión junto con Rina.
Estaba nevando y Noah se asomó por la ventana.
"Si no la encuentro pronto, algún día la volveré a ver y le devolveré el broche en una noche de invierno como esta"
***Feliz 2020!!!
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La cacería de la bruja [¡Terminada!]
FantasyMelanie fue absorbida por un portal hacia un mundo alterno basado en su libro favorito y toma el papel de la protagonista, una bruja de nacimiento en un mundo donde la magia es prohibida. ¿Plan inicial? Evitar el compromiso con el mc basura, recuper...