Capítulo 29

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—Pero debes darte prisa. —Comentó Judith —. Los mejores se están acabando, cuidado terminas con un viejo gordo. —Ríe—.

—Sé que lo dices por experiencia, pero el marqués Hilarde parece buena persona. —Contraataqué—. No te preocupes por mí, me aseguraré de encontrar a alguien joven y apuesto con un título alto. —Dije colocando mi taza a la altura de mi boca y luego bebí un sorbo.

Miré a Chaimae y ella estaba conteniéndose la risa al igual que Madeleine.

—Y-yo también tuve muchos pretendientes jóvenes, pero carecían de inteligencia o de sentimientos, el marqués demuestra que me ama y además no está viejo, tiene tan sólo 49 años. —Dijo Judith defendiéndose.

—Ya veo. —Dice Chae—. Definitivamente lo aprecia, por eso me pareció absurdo el rumor de que usted estuviera con un joven hijo de un barón. —Dijo con sarcasmo.

—La gente está tan aburrida que les gusta crear rumores por diversión, pero los entiendo, los que esparcen los rumores son en su mayoría pueblerinos, hay que dejar que hablen, después de todo es lo único que saben hacer además de trabajar en el campo, mi conciencia está en paz.

—Dicen se le ha visto múltiples veces encontrarse con el joven, debería aclararlo si es que no quiere que su nombre continúe ensuciándose, es una recomendación. —Dijo Madeleine.

—Debieron haberme confundido con otra persona, yo no salgo con otro hombre que no sea mi prometido, ahora cualquier pelirroja soy yo ¡Ja! —Respondió Judith.

—Que bien que lo comenta, una vez la miré a usted con el hijo del barón, mi visión nunca falla, pero al parecer hay excepciones... —Comentó Wendy—. Considero que la infidelidad es un grave pecado, me alegra saber que usted respeta a su prometido. —Sonríe.

—Que una mujer ame usar armas también me parece pecado. —Dijo Judith—. Todas sabemos que amas las espadas, señorita Wendy.

Oh, el ambiente está tenso, es como presenciar una pelea en primera fila, comeré macarrones para mientras... Oh, están deliciosos. No sé si debo interferir en la discusión de personajes que aparecieron aleatoriamente.

—Pecado son los actos que se comenten cuando el hombre tiene el arma, nunca he arrebatado una vida y espero nunca tener que hacerlo. —Dijo Wendy calmada mientras partía un trozo de pastel de queso.

—Ya muchos han muerto en manos de hombres, no hay necesidad de que las mujeres maten también, siempre tenemos que ser puras en todo sentido. Por otro lado, los hombres nos protegen.

—Saber usar una espada no significa que sea sólo para matar, también es para defenderse, dígame, si usted está sola y unos bandidos la rodean y no hay ningún hombre que la protege... ¿Qué haría? Yo aprendí defensa personal y puedo arreglármelas, pero no sé si usted sería capaz. Además, en ese tipo de situaciones, es más probable que el otro hombre se una a la diversión en lugar de ayudarla.

—... Yo tengo caballeros que me protegen, eso no pasará... —Contestó Judith.

—Sería bueno si me enseñara a defenderme. —Dijo Camelia sonriendo.

—Oh, a mí también, si es que no es una molestia. —Dijo Chae.

—En ese caso, también me gustaría aprender. —Dije mientras sostenía un macarrón para luego comerlo.

—¡Y yo! —Dijo Madeleine.

Todas, a excepción de Judith reímos, Wendy asintió y Judith se cruzó de brazos.

Noté que Madeleine me estaba viendo, pero su mirada estaba algo perdida, arqueé mi ceja y ella se sonrojó y miró a otro lado.

—¿Sucede algo? —Pregunté.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora