Capítulo 89

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Resulta que luego de ayudar con la cocina el primer día podía tomarme libre para conocer los alrededores. Según el horario la primera semana estaré encargada de cosas relacionadas a la limpieza.

Lavé platos en la cocina, barrí lo suelos del santuario, me aseguré de limpiar todas las estatuas hasta que relucieran, lavé y tendí ropa, incluso lavé los baños y tuve que lidiar con restos de excremento santo de las monjas, hasta ahora entiendo realmente a las sirvientas a mi alrededor, merecen un aumento por tanto trabajo.

En la segunda semana me transfirieron a otra habitación y también de asignación, fui asistente de las hermanas mayores ayudándola a crear pociones de sanación, sólo mezclaba los ingredientes que ellas colocaban, también preparé regalos para los niños de la iglesia y ayudé al personal de tesorería con algunas cuentas.

Obviamente las dos semanas fueron cansadas y sobre todo aburridas, trabajé a cada hora y ni siquiera podía distraerme charlando con otras y me observaban extraña si hacía un mínimo de sonido.

La tercera semana y última me asignaron a una enorme habitación sólo para mí, había excelente iluminación e incluso podía respirar paz. En esta semana mi horario sólo decía una cosa en todas las horas. MEDITACIÓN.

No hacía nada y nadie me veía, la puerta siempre permanecía cerrada a excepción de cuando llegaba una persona a entregarme la cena, la única comida en el día que se me era permitido comer ni siquiera era agradable; no puedo describir qué es, una mezcla extraña de no sé qué cosas y su resultado es algo así como un guisado gris, su sabor peor que la sopa de pescado y su olor... ¿A caso me dan de comer basura licuada? Claramente no comí eso el primer día pero tras 24 horas sin alimentarme no me quedó de otra. El primer día medité inclinada ante la estatua como es debido, una monja me dijo que debía pensar en mis males y reflexionar en ellos, arrepentirme hasta encontrar la iluminación, pero siempre terminaba dormida en algún punto.

Fue para el cuarto día en donde me pareció absurdo todo esto y solo me senté en una esquina esperando a que pasarán mis días, realmente prefiero trapear todo el santuario, esto es una mierda, es un desperdicio tener una habitación enorme si lo único que hay es una estatua, comida asquerosa que me causaba dolor de estómago y un cojín.

En la noche tocaron la puerta y abrí para dejar entrar a un chico que traía el guisado abstracto. Cerró la puerta y dejó la charola con esa cosa y un vaso de agua sobre una pequeña mesa, pero en lugar de salir después, se acercó a mí e hizo una reverencia.

—¿Puedo preguntarle una cosa?

—¿Por qué te inclinas? ¿De casualidad sabes quién soy

—¿No es usted la hija de la Diosa Elise Martold Arendis?

—Pensé que nadie me reconocería, así es.

—Es obvio que sería usted, comió los tazones con veneno y continúa viva.

—¿Qué?

—Por eso debe meditar, conectar con la Diosa para que sea ella la que la mantenga viva esta semana, en esta semana cada comida será hasta diez veces más peligrosa que el día anterior y una persona normal no podría resistir tanto... Incluso si sobrevive podría perder una parte o todo el poder que ha estado cultivando hasta ahora, iniciar desde cero.

—... Esto es impresionante ¿Se supone que debería saber eso?

—Por supuesto que no, sólo la encargada de cocina y los cardenales saben de esto.

—¿Qué hay de la sacerdotisa?

—Ella también lo está comiendo, desde hace dos semanas y tres días.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora