Capítulo 86

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Luego de conversar y festejar entre nosotros, los invitados se retiraron y le pedí a Noah que me acompañara a mi habitación.

Al llegar me senté sobre la cama y él se paró enfrente a mí.

—¿Tú no quieres ser primer ministro? —Pregunté.

—No estoy interesado en el puesto, no tengo las capacidades adecuadas, pero gracias por tenerme en consideración, si le parece bien solicitaré que en estos días trasladen sus pertenencias al palacio imperial.

—Está bien, respeto tu decisión sobre el puesto, por otro lado, Noah... Antes eras más casual conmigo ¿Qué nos sucedió?

—Llegó a una posición tan alta en la que no puedo alcanzarla. Ya no podemos ser tan cercanos.

—Somos amigos.

—Su majestad, soy un hombre egoísta y quiero estar con usted toda mi vida, pero me ha dejado en claro múltiples veces que no busca lo mismo, de esta forma reconozco y acepto que hay un límite, no quiero seguirla incomodando.

—... Entonces haz lo que te parezca adecuado.

—Su majestad.

—¿Sí?

—Cuando logre transferirse a Artinia y se realice la coronación viajaré al norte y estaré ahí unos años.

—Lo sé, creo que nunca hemos estado separados mucho tiempo, esta será la primera vez.

—Le aseguro que volveré con grandes resultados para el imperio.

—Duque Claden.

—¿Sí?

—Asegúrate de volver a mi lado.

—Bien.

Pasaron dos semanas en las cuales me trasladé de residencia, la Mansión Martold quedó bajo el cuidado de Félix y llevaré a Rina conmigo, pero primero ella quiere asegurarse de deja la mansión en excelentes condiciones. Noah regresó a su castillo en el norte de Tremida y a Keneth se le asignó una Mansión por su puesto como ministro de Guerra. Keneth, a pesar de no tener magia, tiene grandes estrategias en su mente y tiene el respeto de los magos en el ejército. Si preguntan de dónde salió la mansión fue cuando se descubrió de la corrupción del ministro de guerra anterior, entonces el gobierno le expropió todas sus pertenencias.

Hoy es el día del juicio, el cabello de la asesina coincide con el de Cecilia, en cuanto me enteré quise matarla, pero me detuvieron y me hicieron esperar por un juicio adecuado, lo peor es que no podría condenarla a morir por razones políticas, por la Diosa, no deberían decirme que hacer, incluso antes de venir al tribunal, Elian me hizo tomar unos tranquilizantes.

Me senté en mi lugar con los brazos cruzados y escuché el insoportable grito de Cecilia al ser arrastrada por los guardias.

—¡Esto debe ser un error! ¡No he hecho nada!

Pero a pesar de sus forcejeos y súplicas lograron hacerla llegar, se veía alterada, pero no más que yo con todo lo que me hizo.

Entonces mi abogado se puso de pie una vez inició el juicio. —Su Majestad Elise Martold Arendis demanda a la reina Cecilia Bont Sertai por intento de homicidio, acoso, invadir propiedad privada y traición.

—¿Cómo se declara el acusado?

—Inocente. —Dijo el abogado de la contra parte.

Entonces mi abogado abrió un maletín y sacó unos papeles para entregárselos al juez. —Como se sabe, la reina Cecilia utilizó un hechizo que le permitía tomar grandes cantidades de cabello para crear títeres, de esta forma perseguía a la emperatriz  Martold, intentándola asesinar o manipular al ejecutar a personas cercanas. ¿Cómo puedo yo afirmar que fue la reina? La Emperatriz logró capturar parte del cabello de estos títeres y tal como puede leer el documento, se realizó una prueba de ADN para confirmar que el cabello pertenece a la reina y no es casualidad que compartan el mismo color de cabello.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora