Capítulo 8

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Miré su espalda mientas se alejaba... En serio me gustaría saber su nombre. Rina apareció frente a mí con una cara llena de preocupación. Nunca antes la había visto tan asustada.

—¿Se encuentra bien? —Preguntó Rina.

—Si...  ¿Quién es él? —Dije con una mirada intrigada.

—¿Quién?

—Él. —Señalé la espalda de aquel chico—. El que me salvó.

—¿Él fue quien la salvó? —Preguntó sorprendida—. Si no me equivoco él es el caballero Keneth Moneti... Tiene 17, es un caballero, dicen que a pesar de su edad es talentoso, es un joven prodigio de la espada.

—Kenneth Moneti... ¿Dónde escuché de él?... ¡¿Kenneth Moneti?! —Me sorprendí al recordar ese personaje.

No puede ser, luego de una guerra se convertirá en un general de ejército, y se le asignará el título de duque por sus logros y amistad con el Rey... Pero él aparece hasta el final, cuando Elise escapa de la cárcel, él la atrapa y la quema en una hoguera ya que es una bruja. ¿Por qué hizo su debut tan pronto? Todavía no es momento para que aparezca... Todo es por culpa de las palomitas.

—¿Estás segura de que es él? —Volví a preguntar.

—Sólo viendo la espalda no puedo confirmarlo, pero ese joven sin duda se parece a él.

—Espero que no sea él... Mejor vamos por las palomitas.

Fuimos al puesto y compré unas palomitas tamaño mediano. Me metí una a la boca, pero pude notar un error muy grave, un error por el cual las palomitas aún no eran muy famosas.

—Disculpe señor... —Llame la atención del vendedor—. Tendrían un mejor sabor si le aplica sal y mantequilla.

—Lo intentaré, gracias por el consejo. —Dijo el vendedor pensativo.

Con las palomitas en mis manos entré a la tienda, no pensé que era tan grande por dentro. Había muchos vestidos lindos, pero sólo iba a comprar uno. Entre los de en medio, casi escondido, había uno que llamó mi atención.

Era azul hielo con pequeños diamantes en la parte superior y abajo estaba en capas, me gusta porque combina con mis ojos los cuales son grandes y celestes con una especie de brillo natural. 

—Rina... —La llamé.

—¿Si señorita?

—Quiero ese. —Señalé—. Comprémoslo.

llamé a la vendedora y pedí el vestido, ya que era con una tela nueva y con adornos de diamantes iba a ser costoso pero el presupuesto mensual me permitió comprarlo aunque al final me quedé sin dinero y regresamos a la mansión.

Cuando volvimos mi padre estaba esperándonos en la puerta. Apresuradamente me bajé del carruaje y me acerqué a mi padre.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?... ¿Me has estado esperando? —Pregunté.

—No pienses en ridiculeces, estaba algo cansado y estaba tomando un descanso, sólo eso. —Respondió con un tono frío—. Me pareció haber escuchado que casi tienes un accidente. Ten cuidado la próxima vez. —Añadió.

¿Es mi imaginación o estaba preocupado por mí?

—Tranquilo, estoy bien. —Lo abracé y me alejé antes de que me empujara—. ¿Decías que te sientes cansado? Talvez debería darte un masaje. —Sonreí.

—No gracias, mejor ve y arregla aquel jardín viejo... —Dijo indiferente.

—¡¿En serio?!

Eso significa que está dando autorización para entrar al jardín prohibido... No lo puedo creer.

La cacería de la bruja [¡Terminada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora