Capítulo 10

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Xiao

16 de Enero – 8:10 AM

Liyue – Pantano Dihua - Casa de Aria y Xiao

No debí abrir la puerta de aquella habitación, pues sospechaba que me encontraría una estampa como aquella: los "hermanitos" durmiendo abrazados. No obstante, debía asegurarme de que ella estaba bien y de que aquel idiota no había muerto durante la noche. Si conseguía sobrevivir a las primeras veinticuatro horas, ya estaría fuera de peligro. O al menos eso fue lo que comentó Preservadora.

Cerré la puerta y me dirigí al primer piso. Necesitaba hablar con Kairi y, sin embargo, una absurda cobardía me asoló a mitad de camino.

No pude llegar a su habitación. Su mirada, completamente aterrada, ante mí... aún seguía presente en mi corazón. Y, probablemente, seguiría ahí de por vida.

"Si lo hubiera matado antes...", emergió un siniestro pensamiento que, rápidamente, traté de ahogar en mi alma. Precisamente, fue mi oscuridad lo que había originado aquel dramático suceso.

Di la vuelta.

-¿?: ¿tío Xiao?

"Lo que me faltaba", pensé al identificar su voz y volví a girarme hacia el pasillo.

-Xiao: ¿qué quieres? –expresé, no muy amablemente. La cara de aquel niño era un retrato demasiado fidedigno de Albedo.

Parecía nervioso.

-Nathaniel: ¿es cierto que... -removía sus piernas, inquieto, tal vez por mi presencia- has hecho daño a papá?

Suspiré.

-Xiao: sí –debía ser sincero.

Para mi sorpresa, su nerviosismo se detuvo y una mirada seria se manifestó en su rostro.

-Nathaniel: si vuelves a intentar hacerle daño –apretó sus pequeños puños y clavó sus ojos verdes en mí-, tendré que... pelear contigo.

Por primera vez, aquel niño me agradó. No obstante, era evidente que temía mi reacción a sus "amenazantes" palabras.

-Xiao: me parece bien –dictaminé, con los brazos cruzados-. Debes proteger a tu familia, yo haré lo mismo con la mía.

Y, de nuevo, hubo otro cambio de emoción en su pequeño cuerpo. Esta vez, tristeza:

-Nathaniel: pero... pero... -y también volvió a remover sus piernas- Kairi... papá... mamá –odié que usara aquel término. Prefería aquella época en la que la llamaba también "tía"-... tú... ¿No somos todos una familia?

"Hablas demasiado, niño", una súbita furia me controló.

-Xiao: ni siquiera soy ya tu tío –se escapó de mis labios en un arrebato de rabia.

Obviamente, aquel inmaduro ser no iba a comprender a qué me refería. Sin embargo, comenzó a llorar con cierta desesperación.

Y sus gimoteos alertaron al bardo, quien salió de la habitación de invitados.

-Venti: ¡Nath! –exclamó, asustado-. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Analizó la situación por un momento y, tras un largo minuto, me lanzó una mirada atroz que no me afectó en absoluto.

***

Aria

16 de Enero – 8:35 AM

Liyue – Pantano Dihua - Casa de Aria y Xiao

Retiré, una vez más, varios mechones de su dorado cabello. A la mínima, ya estaban cubriendo su perfecto rostro, lo que me parecía casi una blasfemia.

Nos habíamos quedado dormidos, como de costumbre, pues ambos bajábamos demasiado la guardia el uno con el otro y la comodidad permitía también relajarse en demasía.

"¿Cuándo lo abracé?", me preguntaba, al ver mis brazos envolviéndolo todo lo que podían.

-Aria: buenos días, Al –expresé, en cuanto vi que removía ligeramente sus párpados.

Abrió sus ojos, dejándome de nuevo hipnotizada con aquellos dos zafiros.

-Albedo: buenos días... -sonrió, nada más verme.

Yo también sonreí sin pensarlo.

-Aria: ¿cómo estás? –pregunté, preocupada por su estado, claro está-. ¿Te sigue doliendo mucho?

-Albedo: estoy mucho mejor –pareció sincero. No obstante, yo debía mostrarme un tanto escéptica, pues, en cualquier momento, volvería a intentar ser autosuficiente cuando no debía.

De hecho, ¡quiso otra vez incorporarse por sí mismo! Y, aprovechando mi reciente despertar, no pude detenerlo.

Sin embargo... ya no pareció dolerle aquel movimiento, lo cual me dejó atónita. ¡Apenas había pasado una noche!

-Aria: ¡venga ya! –inquirí-. ¿Ya no te molesta?

Estando sentado ya sobre la cama, intentó mirar su espalda sin mucho éxito.

-Albedo: no, por lo que ya puedo moverme un poco –se alegró-, aunque la herida parece seguir ahí.

"Su regeneración es, sin duda alguna, increíble", pensé.

-Aria: ¡te cambiaré las vendas! –sentencié, ilusionada por iniciar mi rol de cuidadora.

Él me miró con cierta preocupación.

-Albedo: no es necesario que...

Le ayudé (forcé) a tumbarse de nuevo, esta vez boca abajo.

-Albedo: Aria, de verdad que... -siguió insistiendo con seriedad, pero no tenía fuerzas suficientes como para detenerme.

Abrí el cajón de la mesilla y saqué otro paquete de vendajes nuevo. Él intentó removerse para ponerse, al menos, de perfil y frustrar mis intenciones... por lo que tuve que colocarme encima de su trasero para inmovilizarlo.

-Albedo: Aria, por favor...

-Aria: ¿por qué no quieres que lo haga? –inquirí, profundamente ofendida, mientras ya estaba retirando las viejas vendas.

Yo misma me respondí en cuanto comencé a vislumbrar el tamaño de aquellas heridas.

-Aria: joder... -expresé, petrificada.

Desde abajo, su preocupación por mi reacción seguía presente.

-Albedo: me recuperaré, Aria, de verdad –juró, mostrándose lo más seguro posible.

"Xiao... ¿Cómo pudiste hacerle esto a mi hermano?", no pude evitar pensar, pues el adeptus sabía bien lo que aquel hombre significaba para mí.

Y sollocé ante la realidad: Xiao realmente quiso matarlo.

Mientras mis lágrimas se resbalaban por mis mejillas, retomé aquella tarea y quité de nuevo el vendaje viejo para sustituirlo.

-Aria: espero que tengas claro que te quedarás en casa una buena temporada –fue una orden, desde mi más frívola seriedad.

-Albedo: ... no es conveniente que me quede aquí, Aria.

¡De nuevo con sus tonterías!

-Aria: ¡a la mierda con lo conveniente, Al! –tuve que desahogarme, en un estado alterado de consciencia.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora