Capítulo 58

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Xiao

26 de Enero – 15:36 PM

Liyue – Hotel Goztamiel

No muy lejos de la ciudad, pero a cierta distancia de la misma, encontramos un enigmático hotel con ningún emplazamiento más a su derredor. Aquella ubicación, en medio de la salvaje espesura, era más que sospechosa. No obstante, la dirección nos conducía a aquel lugar, por lo que no dudamos en adentrarnos por la amplia puerta principal... custodiada por varios guardias privados.

El interior era lujoso e incluso demasiado ostentoso. Además, en un primer vistazo, se atisbaban más trabajadores (uniformados de arriba a abajo) que clientes. Jarrones de gran tamaño adornaban los rincones y una lámpara de araña, no muy propia de Liyue, se cernía sobre nuestras cabezas.

-Recepcionista: buenos días, caballeros –saludó y arqueó la cabeza hacia delante en forma de respeto-. ¿En qué puedo ayudarles?

Yo me mantuve detrás del pelirrubio, a un metro. Tampoco era de mi agrado estar muy cerca de él.

-Albedo: buscamos a un hombre que responde al nombre... -lo pensó por unos segundos- Ábaco.

La joven de coleta y vestido pomposo, se puso, al instante, nerviosa.

-Recepcionista: veréis -se recogió un mechón sobre la oreja-, no puedo daros información...

Entonces, el pelirrubio sacó "sus recursos". Se encorvó hacia el mostrador, para aproximar un ápice su cuerpo al de la trabajadora.

-Albedo: este trabajo debe ser agotador –Esbozó una amplia sonrisa y colocó una de sus manos sobre la mesa, la cual acercó poco a poco hasta la suya-. ¿Cuántas horas llevas aquí?

Con aquella tonta actitud, la mujer fue apresada por el rubor y aún mayores nervios.

-Recepcionista: eehh... unas... ¿cinco horas?

-Albedo: quizá... -la miró directamente- podría esperarte fuera cuando termines tu jornada.

Y la mujer fue hipnotizada.

-Recepcionista: deberíais ir al ala oeste –susurró de pronto, al mismo tiempo que miraba de un lado a otro. No querría que ningún compañero le escuchara compartiendo aquella información-, es ahí donde suele encontrarse el jefe.

-Albedo: ¿el jefe?

-Recepcionista: sí, Ábaco es el mote del director de este hotel –añadió, perdida en los ojos azules del pelirrubio-. Oye... ¿y si me tomo un descanso y te invito a algo? –sonrió con picardía.

-Albedo: cuando termine mis asuntos con él, lo consideraré –contestó, cordial.

Era una evidente mentira, pero ella, en aquel momento, parecía fácil de engañar.

Nos alejamos del mostrador y nos encaminamos hacia la izquierda, donde ella nos había guiado.

-Xiao: ¿así es como solucionas todos tus problemas? –pregunté, sarcástico.

Él contestó con frialdad, nada que ver con la actitud antes mostrada en la recepción:

-Albedo: sólo cuando tengo prisa –aseguró, tajante-. ¿Acaso tú hiciste algo distinto con Ming-yue?

Estaba claro que iba a intentar devolvérmela.

-Xiao: yo también tenía prisa.

-Albedo: entonces perfecto –cerró la conversación, con una sonrisa siniestra.

"No quiero imaginar lo que tuvo que hacer para liberar a Aria del régimen de esclavitud", pensé, un tanto asqueado. No obstante, efectivamente, yo hubiera hecho lo mismo si fuera necesario.

Éramos muy distintos, pero estábamos igual de desesperados. Ya fuese entonces con el Fatui... ya fuese ahora, en incluso peores circunstancias.

El ala oeste estaba bloqueada por una valla de cinta de terciopelo. Frente a ella, un hombre repartía folletos a aquellos clientes que osaran acercarse de camino a otros lugares.

"Con un hombre es posible que no funcionen sus recursos", temía, por lo que comencé a examinar el fondo de la sala en busca de otras posibilidades de acceso... pero toda ventana y puerta parecía vigilada o cerrada.

-Trabajador: ¡buenos días! –saludó, muy animado y le dio un colorido papel a Albedo. Quiso también dármelo a mí, pero ni siquiera hice el amago por mucho que insistiera-. ¡La esperada feria va a comenzar, va a comenzar! –repitió, de forma escalofriante, pese a su excesivo júbilo.

-Albedo: ¿por eso está cerrado? –preguntó, mientras ojeaba, rápidamente, la información del folleto-. ¿Por esa feria?

-Trabajador: no está cerrado –corrigió, cortés-, ¡sólo hay un acceso restringido! Al fin y al cabo, sólo lo más exclusivo se mezcla en nuestro gran evento anual.

Tras leer toda la información, suspiró y me miró con un claro mensaje: "espero que estés preparado". Aquello, por supuesto, me hizo temer aún más.

-Albedo: ¿Ábaco participa en la feria este año?

El hombre acentuó su mirada, haciéndola más cómplice, como si hubiera pronunciado una palabra en clave.

-Trabajador: oh... debéis ser admiradores suyos –creyó-. Él es quien la organiza una vez más –guiñó un ojo-, así que quedan garantizadas las emociones fuertes, caballeros. Debéis saber a qué me refiero.

-Albedo: claro –él siguió la corriente, aunque ninguno de los dos teníamos ni idea de a qué se refería-. En cuanto a la exclusividad del acceso... -sacó una tarjeta del bolsillo- se puede comprar, ¿verdad?

Él sonrió de forma viperina al ver aquel ofrecimiento.

-Trabajador: por supuesto... -tomó la tarjeta sin pensárselo-. Se la devolveré en su habitación cuando haga las gestiones oportunas –informó con perfecta diplomacia-. Espero que disfrutéis de las actividades, este año se han apuntado más parejas homosexuales y, además, conseguimos incluso a una terapeuta estrella.

"¿Habitación? ¿Pareja? ¿Terapeuta?", pensé, comenzando a alarmarme. ¡¿De qué me sonaba todo aquello?!

Espera... ¡¿Homosexual?!

Levantó parte de la cinta de terciopelo, dejándonos pasar. Y, mientras nos aventurábamos al interior, yo le quité el folleto de las manos.

-Xiao: feria... ¿del amor y de la lujuria? –quedé horrorizado.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora