Capítulo 37

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Ming-yue

24 de Enero – 14:40 PM

Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue

Darse un baño caliente después de comer, era una delicia. Más aún si podía compartirlo con el Cazador de Demonios.

Cerca de mi templo, poseía unas pequeñas aguas termales que solía usar casi a diario. Completamente desnuda, pero con el cabello recogido para que no se mojara, descansaba en su reconfortante calor. Sus vapores, además, eran saludables para mi siempre cuidada y espléndida piel.

-Ming-yue: esto es el paraíso... –comenté, absolutamente relajada, mientras reposaba mi cabeza sobre el hombro desnudo de Xiao-. Si hubieras tomado mejores decisiones, hubiera compartido todo esto contigo –reproché.

-Xiao: oh –expresó, irónico-. ¿Acaso ya es tarde para hacerlo?

Cuando quería, era demasiado sagaz para ser un hombre que, de normal, se servía de la fuerza bruta para proteger a Liyue.

Llevé la mano a su mentón, y me di todo el tiempo que quería para contemplar aquellos maravillosos y dorados ojos.

-Ming-yue: ¿por qué no me lo preguntas directamente? –lo desafié-. Tienes miedo a mi respuesta, ¿verdad?

Su mirada se intensificó.

-Xiao: ¿Kairi está bien? –enfrentó el reto sin miramientos.

Yo ahogué una risita.

"En la última pista, me aseguraré de que sepas que está muerta", había ya planeado. Si iba a matarme, al menos antes lo vería destrozado.

-Ming-yue: ¿cómo reaccionarías si le pasara algo, Xiao? –comencé a jugar con sus emociones, quizá deseosa de volver a verlo... vulnerable.

Por poco no se salió de su "papel" de peligroso "súcubo".

No obstante, cambió un ápice de estrategia:

-Xiao: Kairi es lo mejor que he hecho en esta vida... -¡incluso se puso sentimental!-. Te lo suplico, Ming-yue.

Me removí por la honda satisfacción. Lo tenía comiendo de mi mano.

-Ming-yue: ella está bien –mentí, con una actuación exquisita.

-Xiao: entonces devuélvemela –puso todo su empeño en no usar un tono descortés, para al menos no herir mi orgullo por segunda vez. Pero... era una orden. Una orden que no me gustó en absoluto.

-Ming-yue: te estás impacientando... -advertí, entre carcajadas malévolas.

Impedir que su verdadero carácter saliera a la superficie y me arrancara toda extremidad, debía ser todo un combate interno para el peliverde. No obstante, incluso él sabía que, si me mataba, quizá jamás encontraría a su hija... Y, conociéndome tan bien como él lo hacía, también era consciente de que ningún interrogatorio sería capaz de hacerme soltar prenda. Mi orgullo era más importante que mi vida, igual que en su caso, si no se hubiera casado y tenido una hija. Ahora, sus prioridades habían cambiado y poco quedaba de aquel honor adeptus que debió defender hasta el final.

-Xiao: sólo pídeme lo que...

Lo interrumpí.

-Ming-yue: yo no quiero nada, Xiao –volví a recordarle, con la cabeza en alto-. Eres tú el que está intentando métodos poco convencionales para persuadirme... sin tener la certeza siquiera de si servirán.

De pronto, se liberó de mi mano, y llevó la suya a mi cuello. El agua se removió ante aquel súbito movimiento, ni siquiera lo vi llegar.

Apretó, pero no lo suficiente como para dejarme sin poder respirar.

-Xiao: ¿acaso prefieres que use mis propios métodos? –no se había descontrolado por completo, pero sí lo suficiente como para amenazarme más que subliminalmente.

-Ming-yue: ¿me estás -intenté coger aire más hondamente- coaccionando?

Y volvió en sí.

-Xiao: no... -con un tic en el ojo, se alejó de mí-. Sólo... quería saber qué preferías –bromeó, aunque con una malicia notable que no pudo evitar mostrar.

Tosí al ser liberada de su poderío.

-Ming-yue: nunca pudiste contener ese mal carácter –repliqué, profundamente ofendida por lo sucedido-. Es una pena que sólo esa mala pécora pueda someterte.

De nuevo se descontroló, atisbé furia en su salvaje mirada. Pero ya bastante había hecho, por lo que, tras una larga inhalación, pudo mantener la mente fría esta vez.

-Xiao: sométeme tú también entonces –sabía bien que me maravillaría escuchar aquello. Lo que no sabía era si iba a ser suficiente como para paliar la falta de diplomacia que había tenido.

-Ming-yue: encantada –sonreí.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora