Capítulo 91

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Aria

31 de Enero – 13:47 PM

Liyue – Pantano Dihua – Casa de Aria y Xiao

Logré, casi al límite, que se corriera fuera. Y, cuando lo hizo, también se desmayó. Yo aproveché aquella temporal paz para darme una ducha y ponerme algo distinto a un camisón. Hoy hacía un buen clima, pese a ser un mes invernal, por lo que me puse un vestido marrón de tela más delgada. Y, cómo no, unas botas.

Cuando regresé a la habitación del piso base, no esperaba encontrarme a Xiao recién despierto.

Parecía que el celo inducido sólo duraba hasta el orgasmo. Me desilusionó un poco.

-Aria: ... hola –saludarlo quizá no era el gesto más adecuado, pero fue lo único que se me ocurrió en aquel violento momento.

Me examinó por un momento:

-Xiao: deberías ponerte al menos una chaqueta –me sorprendió que lo primero que dijera fuera algo así, pero... lo cierto es que me alegró sobremanera que siguiera preocupándose por mí.

-Aria: ¡pero si hace sol! –reí.

Pareció desconcertado.

-Xiao: Aria, está lloviendo... ¿No lo escuchas?

Se dio un raro silencio, en el que yo, claro está, miré por la ventana. Y ahí seguía el sol con el cielo despejado. ¿Me estaba tomando el pelo?

-Aria: sólo fíjate en la ventana... -esbocé una sonrisa nerviosa.

La situación se hizo cada vez más tensa y no por el motivo que esperaba (haberlo forzado a entrar en celo):

-Xiao: por supuesto que me he fijado en la ventana –fue contundente, pese a su preocupación creciente-. Pero también se escucha la lluvia en el tejado.

Se aproximó a mí, se quitó uno de sus guanteletes y colocó su mano sobre mi frente.

-Aria: ¿sigues en modo sobreprotector? –bromeé, en un intento de reducir aquella incomodidad.

-Xiao: no parece que tengas fiebre –no supo si alegrarse o preocuparse aún más por ello-. ¿Aún ves sol por la ventana? –Yo asentí con la cabeza y él quedó pensativo-. Bien... -ahora colocó de nuevo su mano frente a mí y exhibió cuatro dedos-. ¿Cuántos dedos te estoy mostrando?

-Aria: cuatro –respondí, rápidamente-. ¿He vuelto a fallar tu prueba? –continué con mis fracasadas bromas.

Ante mi respuesta, él se inquietó aún más.

-Xiao: eran dos...

-Aria: ¡por favor, Xiao, estoy bien! –mi nerviosismo no me permitió soltar unas carcajadas muy verídicas-. ¡Mira, puedo moverme perfectamente! –di una voltereta y extendí mis brazos, de forma divertida.

-Xiao: poder moverse no lo es todo, Aria.

Se alejó de mí. Sin embargo, la razón por lo que lo hizo me asombró: quería ahora acercarse a mi hermano. Le dio una patada a la cama, la cual la removió. Con el rudo movimiento, él se despertó también.

-Albedo: ¿qué quieres, bastardo? –le lanzó una mirada colmada de odio. Despertarse bruscamente no debía ser del gusto de nadie.

-Xiao: ¿qué clima se ve por la ventana? –preguntó de pronto, sin más añadidos.

-Albedo: ¿qué? –no me sorprendió que le provocara una notable confusión.

-Xiao: necesito la respuesta por Aria.

Entonces, lo convenció. Miró por la ventana y aseguró:

-Albedo: está lloviendo.

Yo quedé boquiabierta.

***

Albedo

31 de Enero – 14:08 PM

Liyue – Pantano Dihua – Casa de Aria y Xiao

Que confundiera a Tartaglia con Xiao ya era un hecho alarmante, por lo que debimos esperar otros síntomas extraños como aquél. Efectivamente, Aria padecía de alucinaciones permanentes, vívidas y aleatorias; lo cual hacía su situación incluso peligrosa. Era, de hecho, una situación, prácticamente, incapacitante. No poder confiar en la realidad que exponía la vista, nos hacía demasiado vulnerables.

Tras hacer unas pruebas rápidas con ella en la habitación, la senté en el sofá del salón para examinarla más detenidamente.

No obstante, de forma superficial, no se atisbaba nada extraño.

-Albedo: la llevaré a mi laboratorio –anuncié, determinado y preocupado al mismo tiempo.

-Xiao: yo iré también –aseguró, en un estado similar al mío.

Ella se volvió hacia su marido.

-Aria: pero... si querías dejarme –musitó, asombrada.

-Xiao: ahora nuestro divorcio no es la prioridad, Aria –fue rotundo.

Suspiré.

-Albedo: supongo que estoy de acuerdo –mi razón ya estaba regresando a mi mente, por lo que se podía decir que había vuelto al fin a la "normalidad". Obviamente, seguía decidido a recuperar a Aria, pero debía controlar mi carácter desinhibido o... acabaría transformándome en dragón de nuevo-. Ahora lo importante es saber qué secuelas te ha dejado el Averno y, sobre todo, qué alcance tienen.

-Aria: al principio me dolía la cabeza y todo me daba vueltas, pero ahora estoy perfectamente –insistía en lo mismo.

Coloqué mis manos en sus hombros.

-Albedo: no estás bien, Aria –debí insistir también.

Hubiera sido más efectivo decirle que, durante los últimos días, creyó que Tartaglia era Xiao. Sería una prueba evidente de su mal estado. No obstante, quizá no era el mejor momento para contárselo.

-Aria: ¡y dale! –se levantó, ofendida, del sofá-. ¡Estoy bien!

Intentó esquivarnos a ambos para alejarse de nosotros y quizá escapar de nuestras intenciones de investigarla, con lo que ello suponía (quizá alguna que otra aguja).

El adeptus no lo dudó, la agarró del brazo y la forzó a volverse hacia él.

-Xiao: ¡no he estado en un maldito hotel obsceno creyendo que estabas agonizando en el mismísimo Averno, para que te mueras ahora! –rugió, desde lo más hondo, en un ataque de sinceridad y preocupación.

Dejó a Aria fuera de juego.

-Aria: ¿hotel... obsceno?

Él frunció el ceño, molestó consigo mismo por haber hablado de más.

-Xiao: olvídalo... -pidió, intentando recuperar la calma sin éxito-. Simplemente, te voy a llevar a ese laboratorio, quieras o no –sólo le informaba al respecto.

-Aria: ¿es que ahora no tengo libertad? –bromeó a medias, bastante nerviosa.

-Albedo y Xiao: no, no la tienes – fuimos ambos igual de contundentes.

-Aria: y ahora os ponéis de acuerdo... ¡perfecto!–ironizó.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora