Tartaglia
31 de Enero – 20:22 PM
Liyue – Casa de Tartaglia
"Fue el ataque de un dragón", le conté a Signora, en cuanto me interrogó por lo sucedido en la base secreta. Y, tras evaluar ella misma los destrozos y el número de bajas, pareció creerlo. Pensé que querría vengarse por ello, tomar alguna acción en contra de aquella bestia (en la que yo hubiera participado), pero ella lo tenía claro: "hay luchas imposibles, Nobile".
No tuve otra opción que aceptarlo.
Sin embargo, cuando regresé a casa, en aquella ocasión no me asoló de nuevo la ausencia de Aria, pues dos interesantes personajes no me dieron tiempo siquiera para procesar mi pérdida.
El Cazador de Demonios y el asqueroso dragón (aunque sin mostrar ahora sus cuernos y alas), no sólo se habían colado en mi casa, sino que esperaban, pacientemente, mi regreso en mi propio salón.
-Xiao: mala hierba nunca muere, sin duda –era obvio que se refería a mí-. Pero me alegra que hayas sobrevivido.
-Tartaglia: ¿ah, sí? –respondí, sarcástico.
-Albedo: céntrate, Xiao –pidió, tras un largo suspiro, fingiendo ser el hombre pacífico que, por supuesto, no era en absoluto.
-Tartaglia: el adeptus que le ha pedido el divorcio a la mujer que tanto decía que era suya y el hermanito incestuoso, ¡ahora unidos! –bromeé con elevada pillería-. ¿Estáis buscando algo más que perturbar en vuestras emocionantes vidas?
-Xiao: habló el que necesita esclavizar a una mujer para hacerla suya –ya me imaginaba que diría, por lo que no me molestó en absoluto.
El "dragón" se llevó la mano a la cabeza y masajeó su sien.
-Albedo: Xiao...
-Tartaglia: ¡oh, seguro que es mucho mejor casarse con una mujer que nunca te amará tanto como a su hermano! –se escapó de mis labios, en pleno acto malévolo-. ¿Qué se siente al ser el segundo plato?
-Xiao: ¿y no ser siquiera un plato?
Ahí fue ágil, debía admitirlo.
-Tartaglia: quizá prefiera eso a permitir que mi mujer piense en otro mientras lo hacemos –mentí. Prefería aquella deshonra y estar con ella, a sencillamente no estarlo. Aunque jamás lo admitiría delante de ellos.
Sacó su lanza.
-Albedo: ¡Xiao, venimos por Aria! ¡¿Lo recuerdas?! –gritó al fin, deteniéndolo al instante.
"O lo tiene dominado o... el asunto es serio", pensé, impresionado.
-Tartaglia: ¿tal vez ya os habéis dado cuenta de cómo está? –espeté, furioso-. Dejarla tanto tiempo en el Averno no fue muy cortés de vuestra parte.
El Cazador de Demonios apretó su arma.
-Albedo: quiero que me pongas en contacto con el experto en el Averno –al fin conocí el motivo de su "visita".
De una discusión pasamos a una conversación más pausada y seria:
-Tartaglia: ¿Aria ha empeorado? –me centré entonces en lo importante.
-Albedo: si hablo con él, quizá podría evitar que empeore.
-Tartaglia: lo dudo –sentencié, aunque no refiriéndome a su pericia o falta de ella. Más bien, a lo que me comentó el experto-. Él sabía lo justo y necesario. De hecho, yo mismo le pregunté si había alguna forma de tratarla.
-Albedo: ¿y?
-Tartaglia: aparte de decir que moriría en unas semanas –ambos palidecieron al escucharlo-, aseguró que no existía tratamiento alguno para las secuelas.
-Albedo: aún así, quiero hablar con él yo mismo.
Lo comprendía... incluso siendo el asqueroso dragón.
-Tartaglia: está bien, pero será inútil –advertí, dadas las circunstancias-. Y puede que pida algo a cambio.
-Albedo: no permitiré que estés con ella –advirtió también.
-Tartaglia: lo imaginaba, no te preocupes –reí-. Sólo quería... -tuve que coger aire y mirar a otra parte- en el caso de que su estado empeore, poder hacer algo al respecto. Contrataré lo que sea para mantenerla con vida.
-Xiao: ni de...
El pelirrubio lo interrumpió.
-Albedo: si ocurre y no puedo hacer nada –también tuvo que reunir fuerzas para imaginar siquiera la posibilidad-, te contactaré.
-Tartaglia: ¿es un trato?
-Albedo: lo es.
Me acerqué a él y le extendí la mano para cerrar de forma simbólica aquel acuerdo. Él la tomó y la apretó. Sin embargo, nuestras miradas se enfrentaron, desafiantes, en aquellos segundos en los que nos dimos la mano.
-Tartaglia: hasta que no muera, seguiré intentando que regrese conmigo –fui sincero.
-Albedo: la rescataré de ti todas las veces que haga falta –aseguró con frialdad.
-Tartaglia: ¿para que sigas sin poder estar con ella?
No respondió, pero la maliciosa expresión de su rostro exhibía un claro mensaje: estaré con ella.
-Xiao: ¿en serio no lo vamos a matar? –rugió, con los brazos cruzados.
-Albedo: por ahora, nos interesan sus conexiones con el mercado negro y sus recursos –respondió, razonable-. Encontró el espejo antes que nosotros y quizá, para sanar a Aria, necesitemos a futuro artilugios parecidos.
"Chico listo", pensé y, al mismo tiempo, celebré. Pues, incluso él sabía que, de encontrar yo antes algo que pudiera sanarla, se lo haría llegar a Aria cuanto antes.
-Xiao: estás haciendo un trato con el diablo –dictaminó, enfadado.
"¿Diablo? ¿Acaso no has visto a este tirillas en su versión dragón?", pensé.
-Albedo: lo sé, pero pactaría con quien sea por ella.
El adeptus suspiró.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...