Capítulo 74

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Ábaco

28 de Enero – 18:51 PM

Liyue – Hotel Goztamiel – Suite primordial

La feria quedó suspendida ante aquel atropello a mi honra. Desplegué todos mis recursos humanos en busca del ladrón. No pararía hasta dar con él... ni ellos dos tampoco. Desde que descubrimos lo sucedido, los tres nos pusimos manos a la obra. La noche la pasamos en vela, recorriendo todos los rincones del hotel y de los alrededores.

-Albedo: ¿has encontrado algo? –preguntó, nada más llegar a mi mesa, donde yo estaba examinando distintas listas de huéspedes recientes. No obstante, encontrar a un ladrón por el mero nombre, no era más que un desesperado absurdo.

-Ábaco: encontramos a alguien que parecía estar relacionado con el asunto –informé, serio.

El adeptus de ojos dorados tomó la palabra:

-Xiao: ¿Y?

-Ábaco: se quitó la vida antes de que lo capturáramos –suspiré, agotado.

Había sido un trabajo limpio, rápido y profesional. Demasiado profesional. Sin duda alguna, aquél que hubiera osado atacar mi preciada colección, no era un cualquiera.

Entonces, con un porte determinado, el cara-bonita posó sus manos sobre la mesa de mi despacho.

-Albedo: dame una lista de tus enemigos, de tus clientes, de todo ser que esté relacionado contigo y...

Lo callé al instante.

-Ábaco: no sabes lo que estás diciendo, guaperas –fui contundente-. Esa lista sería infinita.

Sin embargo, no hice flaquear su voluntad un ápice:

-Albedo: ¡no me importa! ¡Tengo que encontrar ese espejo! –levantó la voz, hecho que me sorprendió. Hasta ahora, había sido bastante diplomático.

Y se dio un breve silencio.

-Ábaco: ¿por qué... -mi curiosidad era tan grande como mi lista de enemigos declarados- queréis tanto el espejo? ¿Sois conscientes de verdad de que conecta con el mismísimo Averno?

En aquella ocasión, el silencio fue mucho más tenso... y largo. Duró unos minutos, en el que ambos compartieron una mirada colmada de dolor.

-Albedo: una persona importante para nosotros quedó atrapada ahí –respondió finalmente, quizá con la esperanza de que pudiera aportarles alguna información más acerca de aquel lugar.

"Oh...", sentí una profunda lástima por la noticia.

-Ábaco: ¿cuánto tiempo lleva en el Averno esa persona?

Hizo unas cuentas rápidas y contestó con cierta ansiedad:

-Albedo: desde que entré con ella al Averno, han pasado tres días y más de tres horas -su forma de expresar aquella información, me trajo recuerdos.

"Él está también comenzado a contar", lo sentí por él.

-Ábaco: tres días... -repetí, entristecido, pues sabía qué debía decirles y no iba a ser fácil-. Entonces ya no está viva.

-Xiao y Albedo: ¡¿por qué no iba a estarlo?! –replicaron al mismo tiempo.

Cogí aire e hice lo que a mí me hubiera gustado que hicieran conmigo en su día. No había nada más doloroso que guardar una esperanza inútil:

-Ábaco: los vivos no pueden sobrevivir mucho más de veinticuatro horas en el Averno –seguí mostrándome serio, por respeto a ellos y a su pérdida. La muerte de un ser querido no era ninguna broma-. Bien sea por el guardián o por el envenenado ambiente que lo caracteriza, el Averno los somete para devolver el equilibrio a la dimensión. Incluso si consiguiera salir después de ese tiempo, moriría por los efectos de su contaminación.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora