Daphnariam
25 de Enero – 11:12 AM
Averno – Oasis de Daphnariam
Cuando mi hijo me encontró, al fin pude dejar de huir. "Es mi turno de protegerte", aseguró, y me permitió, por una vez en quién sabe cuántos años, sencillamente parar... Parar y respirar. El miedo a la amenaza tras mis talones siempre estaría presente, pero al menos ahora, incluso en aquel mundo infestado de muerte, pude crear un "hogar".
-Däriel: ¡voy a atraparte! –gritó, manteniendo el equilibrio sobre una rama, para animarla a ser mucho más rápida... de la que ya lo era.
La pequeña correteaba por el inmenso árbol con habilidad experta, pero uno siempre podía mejorar sus habilidades. Y ahí estaba su tío para ayudarla a ello.
-Kairi: ¡ni de broma! –le sacó la lengua, y saltó a otra zona sin ningún tipo de vértigo.
Yo los observaba, preocupada, desde abajo. Sabía que, tanto mi hijo (un exgeneral) como mi nieta (descendiente de un adeptus), tenían habilidad suficiente para aquello y más. No obstante, yo sólo veía a dos seres vulnerables al borde del precipicio.
"Debí crear un árbol más pequeño", suspiré. Amaba la naturaleza y había atestado nuestro entorno con ella, pero quizá evocar un árbol de medio kilómetro de altura... era innecesario.
-Daphnariam: ¿podríais seguir jugando un poco más abajo? –rogué en varias ocasiones.
Él consideró entonces que ya me había torturado lo suficiente, por lo que, en tres movimientos, alcanzó a Kairi, se tiró al vacío con ella en brazos y aterrizó en tierra firme.
-Däriel: sus piernitas no han vacilado ni un momento –comentó, orgulloso.
Yo reí.
-Daphnariam: tenemos que evitar que se quede aquí para siempre, Däriel –advertí, con un tono de broma y de seriedad al mismo tiempo.
-Däriel: creo que sus padres no lo permitirían –soltó una carcajada irónica-. ¿Verdad que no, pequeñaja?
La bajó hasta la hierba, para que pudiera con cuidado apoyar sus pies de nuevo sobre la misma.
-Kairi: los echo de menos... -se entristeció de pronto, pese a que hubiera estado toda la mañana riendo.
Däriel no sólo la había salvado de ser devorada por otras almas torturadas, sino que, además, ahora se estaba encargando de hacerla creer que aquel lugar podía ser "divertido y pacífico". Pese a su padre... se había convertido en un hombre extraordinario del que no podía estar más orgullosa.
Y, de pronto, ante aquella bajada de ánimo, él activó su poder para crearle otro juguete Dendro que recibió con notable gusto. Aunque, en aquella ocasión, tenía la forma de una espada (aunque sin filo, claro está).
"Ojalá ese poder sólo sirviera para crear juguetes", me lamenté.
-Kairi: ¡sííííííí! –gritó, maravillada, y se fue a jugar con ella por nuestro pequeño oasis.
Quizá un tanto agotado tras hacer de canguro de forma constante, tuvo que tomar asiento en una de las sillas de madera. Formaba parte del mobiliario, junto a la pequeña cabaña a nuestras espaldas, que mi habilidad onírica había engendrado en la nada.
Yo lo acompañé.
-Daphnariam: es una ricura –expresé, sonriente.
Él quedó asombrado nada más contemplarme. Incluso tras haber convivido juntos aquel tiempo desde su propio fallecimiento, seguía sin acostumbrarse a verme sonreír, hecho que me carcomía por dentro.
Antes de que él naciera, la depresión ya había ennegrecido mi cerebro, por lo que ni siquiera Däriel tuvo la oportunidad de conocerme en mi versión más... "natural". Era paradójico, pero, tras la muerte, el destino me había concedido una segunda oportunidad para conocernos mutuamente, en una situación distinta. Cierto era que nuestra situación en el Averno no era, precisamente, ordinaria. No obstante, convivir en un palacio gobernado por una escoria era muchísimo peor que el mismísimo infierno. Sobre todo, si era tu marido.
-Däriel: ojalá pudieras conocer también al otro niño –deseó, con un tono de voz melancólico, y bajó aquellos intimidantes ojos verdes al suelo-. Los dos son...
"Incluso, a día de hoy, él seguía sintiéndose culpable por lo que ocurrió", deduje al instante.
Tuve que interrumpirle.
-Daphnariam: tuviste que matarme porque eras consciente de qué le pasaba a los sometidos que sobrevivían al amo, Däriel –le recordé, quizá por vigésima vez-. Yo misma supliqué mi muerte durante demasiados años.
-Däriel: la muerte jamás es la solución, madre –se mantuvo firme-, pero asesinar a una escoria quizá sí que formó parte de la "solución" –sonrió, sarcástico, ante el uso de aquel término.
Ambos perdimos nuestra mirada en Kairi, quien no paraba de hacer divertidas poses con la espada.
-Daphnariam: sin duda –convine, feliz de que al menos un integrante de nuestra familia hubiera podido rehacer su vida lejos de nuestro mundo-. Oye... ¿Y cómo se llamaba el otro niño?
-Däriel: Nathaniel –respondió fácilmente-. Si conocieras a su padre, sería como haber visto al niño, porque son como dos clones –soltó varias carcajadas.
Suspiré, en un intento de contener mis ansias de salir de aquel mundo de nuevo para ir a verlos a todos. No obstante, ya lo hice una vez para que Eve pudiera tener una conversación más que necesaria con su hermano, y... utilicé demasiado poder para ello.
-Daphnariam: ¿y de verdad llevan bien el marcaje? –me lo seguía sin creer.
-Däriel: bueno... digamos que encontraron una forma creativa de sobrellevarlo temporalmente.
-Daphnariam: ¿temporalmente?
Rió.
-Däriel: incluso aunque no se acepte o maquille, la naturaleza se encarga de manifestarse... y de arruinarlo todo –dijo de forma críptica, aunque yo lo entendí más que nadie.
Entonces, una extraña sensación llegó a mi corazón.
"Está cerca", supe de inmediato, haciendo uso de mi particular intuición.
Alcé mi mano y creé un pequeño orbe dorado. En un instante, mi creación salió despedida a una dirección en concreto.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
FanficCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...