Capítulo 18

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Aria

20 de Enero – 9:10 AM

Liyue – Pantano Dihua - Casa de Aria y Xiao

Echaba de menos al adeptus... Los días con Al y los niños eran maravillosos, pero sentía su ausencia como una fría losa sobre mis espaldas. A veces incluso creía escuchar su risa a lo lejos, pero no eran más que imaginaciones mías.

Kairi también compartía mi tristeza, pero mi hermano y Nath eran la compañía perfecta para animarla. Por mucho terror que le hubiera generado lo sucedido con su padre, sabía que seguía siendo su superhéroe. Lo admiraba y quería a partes iguales y, de hecho, deseaba convertirse en su doble cuando creciera.

Ahora, por las malas, había tenido que aprender que, incluso su padre, tenía también un oscuro rostro. Sin embargo, yo también seguía amándolo profundamente.

"Vuelve de una vez, Xiao", deseaba, sin apartar la vista de la ventana, mientras los niños desayunaban vorazmente aquellas simples tortitas. Apenas tenían harina, huevos y azúcar como ingredientes... pero les encantaban.

-Albedo: ¿Aria? –llamó mi atención, al percatarse de mi nostálgico ensimismamiento-. ¿Estás bien?

Aparté entonces la vista del exterior y lo contemplé a él. Tenía la mano en el asa de su taza de chocolate.

-Aria: ¡oh, sí, claro! –expresé de pronto.

-Albedo: Kairi estaba... -susurró por lo bajo, intentando que los niños no escucharan, pero era imposible. Los cuatro estábamos reunidos en la misma mesa, cerca los unos de los otros.

-Kairi: no te preocupes, tío Al –suspiró-. Está claro que mi pequeña aventura en el lago no le interesa a mamá –bromeó, con una pizca de molestia.

"¡¿Me estaba hablando?!", me sentí fatal.

-Aria: ¡lo siento, cielo! –me disculpé sinceramente-. Mamá estaba...

-Kairi: pensando en papá, lo sé –sonrió, acertando de pleno-. ¿Va a volver hoy? –preguntó, intentando no mostrar de más su notable impaciencia.

Enmudecí, al no saber qué responderle.

-Albedo: tu madre no lo sabe, pero seguro que volverá pronto, Kairi –salvó la situación, usando aquella reconfortante ternura que a cualquier persuadiría.

-Kairi: ¿tantos monstruos hay en Liyue? –replicó, entristecida.

Mi hijo, consciente de su humor, le acercó su plato.

-Nathaniel: ¿quieres mi última tortita? –ofreció, con la misma dulzura de su padre.

"Me lo comería a besos...", pensé, completamente orgullosa. Y mis ojos debieron iluminarse en exceso, pues Al me sonrió al percatarse de mi reacción.

-Kairi: ¡trae para aquí! –aceptó rápidamente el ofrecimiento de su hermano.

***

Albedo

20 de Enero – 11:03 AM

Liyue – Pantano Dihua - Casa de Aria y Xiao

No debía sorprenderme que, tras aquellos años, Aria no quisiera regresar a mis brazos y dejar atrás a Xiao. Yo mismo lo temía y tal vez... tenía hasta cierta certeza de aquella realidad. Sabía que un fuerte vínculo los unía, pero el tiempo compartido criando a su propia hija había incluso fortalecido aún más su relación.

Ella ya no podía vivir sin él.

Sin embargo, yo no iba a rendirme tan fácilmente, pues, tras destruir aquella barrera, me había dado cuenta de lo tanto que deseaba tenerla a mi lado más que como una hermana. Había hundido aquel sentimiento por demasiado tiempo, y ahora incluso mi autocontrol dudaba de su resistencia. Era verla y perderme en su mirada. Era escuchar su voz, ser testigo de cómo miraba con ternura a Nathaniel... y soñar.

La herida dolía inmensamente (aunque por supuesto no fuera a admitirlo), pero la recibiría de nuevo una y mil veces con tal de continuar conviviendo con ella. Era feliz y, lo mejor, Nathaniel también lo era. Realmente estaba encantado con la idea de pasar más tiempo con su hermana y su madre. Y, tras liberarlo sobre todo de la obligación de llamarla de otra forma, sonreía mucho más. La llamaba mamá y se quedaba prendado de ella, esperando a sus constantes caricias.

Nathaniel era lo mejor que Aria podría haberme regalado en aquella ajetreada vida, y se merecía todo aquello.

-Aria: ups... se me ha caído una carta -expresó, fingiendo estar despistada y se agachó para recogerla.

Conscientemente, había creado la oportunidad para que Kairi, con su mismo mal perder, le viera las cartas que tenía y así conseguir una ventaja.

De verdad creía que, incluso con hijos, Aria no se dejaría ganar. No obstante, si ellos jugaban, les dejaba la victoria en bandeja.

No obstante, yo no era tan "bondadoso".

-Albedo: voy a acabar quitándote ese as, Kairi... -advertí, sonriente-. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Debían aprender a que había retos que superar en la vida, aunque, por supuesto, se los adecuaría a su desarrollo actual.

-Kairi: yo... yo... -pensaba alguna estrategia, mientras apretaba sus propias cartas.

Entonces, mi hijo me tomó la delantera:

-Nathaniel: ¡yo puedo robártela a ti, papá! –venció, de pronto, la partida tras mostrar su espléndido arsenal de cartas. Y bajó de la silla para hacer un pequeño baile de celebración.

Nos dejó atónitos a los tres.

-Aria: ¿desde cuándo tenías toda la baraja de oros? –inquirió, orgullosa y aterrorizada al mismo tiempo.

Yo sonreí.

-Albedo: bien hecho –acaricié su rubio cabello.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora