Aria
25 de Enero – 02:15 AM
Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue
Fue muy... muy... difícil no tocar zonas menos neutrales mientras lo bañaba en besos, abrazos y distintas caricias, pero, afortunadamente, se durmió relativamente rápido. Y no me extrañó, pues, por mi culpa, aquel hombre debía sobreesforzarse a menudo.
Se merecía un descanso, sin duda alguna. Por ello, cuando supe que estaba profundamente dormido, aparté sus brazos y recorrí aquel misterioso y oscuro templo por mi propia cuenta. Con Kairi en paradero desconocido, me era imposible quedarme quieta.
Fui por el exterior, por aquella tarima de madera, desde donde se contemplaban aquellos hermosos jardines y vistas a la ciudad oculta de los adeptus. No obstante, pese a la belleza de sus alrededores, incluso el aire estaba allí viciado.
-Ming-yue: sigue, Xiao, sigue... -comencé a escuchar a lo lejos.
Mi cuerpo se revolvió, pero, por algún motivo, necesité acercarme más. Y, guiándome por sus estridentes gemidos, llegué hasta lo que parecía ser la habitación principal del edificio.
Desde una esquina, contemplé a la pelirroja siendo embestida, duramente, contra el tatami... por mi marido. De manera frenética, levantaba y bajaba su cuerpo sobre sus partes íntimas. No obstante, no fue verlos intimar lo que me petrificó, sino lo que oí a continuación:
-Xiao: te amo, Ming-yue –declaró de pronto, mientras ella gozaba de aquella salvaje penetración.
Y se me cayó el mundo a los pies.
De hecho, como si mi alma hubiera dejado de funcionar, incluso me desvanecí sobre la tarima. Ardió, ardió tan profundamente que todo se tornó en tinieblas a mi derredor. Tuve que llevarme la mano a la boca, para tapar mis sollozos. Aunque... en realidad, más que llorar, lo que quería era chillar, hacer temblar el mundo hasta el último rincón de su seno.
Todo. Absolutamente todo cayó ante una mísera frase que marcaba un antes y un después en mi vida. Una vida, antes feliz, y ahora enterrada, pues ahora el que más amaba... ya no me correspondía.
Pero me lo merecía.
No podía respirar.
No podía respirar.
No podía... respirar.
***
Xiao
25 de Enero – 02:40 AM
Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue
Ojalá el tiempo se detuviera en aquel mismo instante. Ambos, bajo un manto nocturno y estrellado, con una calma, aunque falsa, aparente... pues parecía tener la eternidad de mi lado para poder contemplar su rostro adormecido. Pero no era más que una ilusión.
La encontré desmayada fuera de la habitación, y no pude evitar llevarla hasta al jardín conmigo y dejar que descansara en mi regazo. Al fin y al cabo, dada su ubicación, me podía imaginar el motivo de su desvanecimiento.
"La próxima vez que quieras espiar a una persona, deberías evitar desmayarte en sus cercanías", sonreí, mientras acariciaba su mejilla.
No sabía si había llegado a transcurrir una semana desde que marché de nuestra casa, pero, por mucho que fuera mi propia decisión hacerlo, la había extrañado como nunca. Habíamos construido una vida demasiado hermosa como para ser olvidada... o destruida por alguien como yo. Aquél era el doble filo de amar, que todo se encaprichaba una maravilla hasta que no estás a la altura y el alma se quiebra.
Ayer la había visto tener sexo con su ya no tan hermanito y, aunque doliera, no lo haría tanto como ver su cara de decepción ante mi flaqueza.
Prefería partir, y que el cielo que disfruté durante más de seis años, continuara intacto en mis recuerdos. No obstante, la mirada aterrorizada de mi hija ya lo había oscurecido casi por completo.
"Te amo, Aria...", pensaba, sin poder apartar la vista de ella.
Y contuve mi temblor como pude.
-Aria: mmm... -comenzó a desadormecerse.
"Debería irme", tenía claro. De otro modo, con que ella me pidiera que me quedara... quizás no podría negárselo.
***
Aria
25 de Enero – 02:42 AM
Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue
Cuando abrí los ojos, quedé boquiabierta al contemplar su rostro. Había pasado demasiado tiempo desde que había dejado de poder hacerlo, al menos con aquella cercanía.
En medio de los jardines, Xiao había apoyado mi cabeza sobre su regazo, mientras esperaba mi despertar observando las estrellas.
Ipso facto, me levanté y me separé de él en completo pánico.
-Aria: ¡¿qué ha...?! –inquirí, desconcertada.
"¡¿Había perdido el conocimiento?!", me preguntaba, sin siquiera ser consciente del tiempo y del espacio.
Sin embargo, seguía siendo de noche. ¡Al menos!
No me sorprendió mucho, pero, nada más asegurarse de que estaba de nuevo consciente, él también se levantó y se propuso marchar cuanto antes.
Pero mi cuerpo se movió solo.
-Aria: ¡espera! –solté, presa de mi inquieto corazón.
Lo tomé de la muñeca, deteniendo sus pasos.
-Xiao: suéltame, Aria –pidió (me asombró que no lo ordenará directamente), aunque no con mucho ánimo. Él, al igual que mi hermano, también parecía muy cansado.
Quise tirarlo hacia mí, pero se mantuvo más que firme... por lo que fui yo quien, finalmente, se abalanzó hacia él. Lo necesitaba, de verdad necesitaba abrazarlo cuanto antes. Quería sentir su cuerpo entre mis brazos y rodearlo todo lo posible para que no volviera a escapar.
-Xiao: ¡Aria! –se quejó, y trató de liberarse de mí.
Seguía sin oponer aún toda su resistencia, así que yo aproveché haberlo pillado con la guardia baja.
Intenté besarlo. No obstante, él ya pudo reaccionar con mayor rapidez y energía, por lo que me esquivó sin mucha dificultad.
Entonces, ante el rechazo, mi monstruo interno habló por mí:
-Aria: voy a borrar de tu piel su rastro... quieras o no –sentencié, causándole una considerable impresión que también utilicé en mi beneficio.
Padeció unos segundos de shock, en los que lo tiré al suelo con una extraña y peligrosa furia que poseyó mi cuerpo.
Continuó intentando escapar, pero, en cuanto me coloqué encima suyo, supe que ya no podría huir de mí.
"Eres mío", mis pensamientos se endemoniaron.
Estampé sus muñecas contra la hierba, haciendo caso omiso a sus réplicas. Y, ahora, sin escapatoria alguna, le robé un beso salvaje.
Devoré aquellos labios, transmitiéndole toda la frustración que me había provocado aquellos anteriores días. Y la verdad es que no era poca, por lo que estuve revolviendo su boca por un largo rato.
-Xiao: para –sus brazos temblaban-, ¡sólo para!
Aquella agónica súplica fue lo que me devolvió el juicio.
Me aparté de él al instante, liberándolo del peso que le había impuesto.
-Aria: lo...lo siento –expresé, aterrorizada de mí misma-. No sé qué me ha pasado –bajé la mirada, avergonzada-. Sé que no tengo ningún derecho a enfadarme porque estés con otra mujer tras todo lo que te he hecho con Al, pero... -tuve que coger aire- joder. De verdad lo siento –no podía pronunciar otra cosa, pues no existía excusa posible.
Sin pronunciar palabra, desapareció de mi vista... y quizá de algo más.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
Fiksi PenggemarCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...