Aria
25 de Enero – 16:11 PM
Averno
Entre las tinieblas, simplemente seguimos hacia delante. No había otra opción.
-Aria: no me has contado cómo conseguiste la última pista –solté de pronto, mientras caminábamos sin pausa rodeados de... nada.
Y, de alguna forma, pareció que lo había pillado con la guardia baja. Pasó de estar tranquilo a sufrir un ataque de nervios, cosa no muy frecuente en mi hermano.
-Albedo: eh... pues... eh... -debía estar buscando en su cabeza alguna mentira creíble.
No me gustó en absoluto aquella reacción.
-Aria: ni se te ocurra intentar mentirme –fui contundente, lo que le hizo vacilar aún más.
De pronto, se abalanzó sobre mí y me abrazó.
-Albedo: ¿sabes lo tanto que te quiero? –fue su maniobra elegida, tras darse cuenta de que no iba a conseguir engañarme tan fácilmente.
Mi cuerpo tembló ante aquel "golpe bajo".
-Aria: ¿pero... pero...? –tartamudeaba, mientras contemplaba aquellos hermosos y, ahora excesivamente tiernos, ojos azules-. ¿Cómo puedes usar tu hermosura en mi contra? –bromeé a medias-. ¿Acaso crees que te va a funcionar?
-Albedo: puedo escuchar el feroz ritmo de tus latidos desde aquí, Aria –sonrió, con una picardía aplastante.
Mi rostro se tornó rojo cual tomate.
"Maldita sea, realmente está consiguiendo desviar el tema", temí ante aquellas peligrosas artes de mi hermano.
Era extraño... Realmente, desde la pelea que tuvo con Xiao, algo había cambiado en él. ¡¿Dónde demonios se había ido su frío autocontrol?! Si seguía así, iba a acabar también fulminando al mío.
-Aria: Al... por favor, necesito saberlo –quería liberarme de sus brazos pero, al mismo tiempo, no hacía nada para conseguirlo. Simplemente, los había recibido... con un gozo notable.
-Albedo: ¿por qué lo necesitas? –se tornó serio.
Un pequeño enfado surgió en mi corazón:
-Aria: porque quiero saber cuánto debo despedazar a esa bruja –se escapó de mis labios.
-Albedo: entonces no es necesario.
Se apartó de mí, y retomó nuestro caminar.
Pero yo lo detuve.
-Aria: también necesito saber todo de ti –intenté contener mi rabia por aquella mujer, e ir a lo verdaderamente importante... él-. Tú siempre me has apoyado y consolado, y yo quiero hacer lo mismo, Al.
Suspiró y, tras unos segundos procesando mis palabras, sonrió.
-Albedo: no hay nada que consolar, de verdad –intentó parecer todo lo sincero posible-. Sólo... prefiero olvidarlo.
Desilusionada por no poder ser de ninguna ayuda para él, quedé cabizbaja.
No obstante, no duré mucho en aquella entristecida posición, pues mi hermano tomó mi mentón y se aseguró de que escuchara lo siguiente:
-Albedo: pero me alegra tenerte a mi lado, Aria.
Aquella frase acarició mi alma.
-Aria: Al... -expresé, emocionada.
Y un extraño orbe se avecinó sobre nosotros.
***
Desconocíamos por completo a dónde nos conducía, pero quizá cualquier lugar era mejor que estar perdidos en la nada. Por ello, no dudamos en aceptar su guía en cuanto comprendimos que nos la estaba ofreciendo. Se había acercado a mi rostro y, después, volado hacia una dirección.
Era una luz amarilla, parecida a mis orbes, pero mucho más grande y brillante. Las sombras desaparecían a su paso sin miramientos.
-Albedo: ¿eso es... hierba? –señaló, asombrado.
-Aria: ¡oh, joder, sí! –expresé, ilusionada, ante un mero cambio en aquel lugar.
Tal vez nos aventurábamos al fondo del infierno y nosotros, ahora, no podíamos sentir mayor felicidad.
Sin embargo, ninguno de los dos esperaba encontrar una especie de zona de acampada con un gran árbol en su centro. Pero aquello no era lo más alucinante:
-Aria: ¡¡¡KAIRI!!! –chillé, en cuanto la vi jugando con una rara espada.
Ella, nada más reconocerme, dejó caer aquel "arma" y salió corriendo hacia mí.
-Kairi: ¡¡Mamááááá!! –chilló también.
La abracé, aunque no con todas las ansias que me hubiera gustado desahogar. De otro modo, la hubiera asfixiado.
Al dejó que viviéramos aquel tierno momento madre-hija por unos segundos y, después, también sintió la necesidad de unirse a aquel abrazo.
-Albedo: cuánto me alegra que estés bien... -suspiró de profundo alivio.
-Kairi: ¡tío Al! –expresó, al mismo tiempo alegre por su presencia.
Entonces, alguien más se acercó a nosotros.
-¿?: ¡pero qué bonita familia! –rió, un ápice enternecido, pero manteniendo una voz varonil y endurecida.
Yo alcé la vista, quedando boquiabierta al instante:
-Aria: ... Däriel.
Y lo comprendí todo.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...