Capítulo 41

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Albedo

25 de Enero – 02:59 AM

Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue

Entendí por qué me había despertado a mitad de la noche cuando no encontré a Aria a mi lado, sino llorando fuera de la habitación. Procuraba hacerlo en silencio, pero sus sollozos eran evidentes.

-Albedo: Ming-yue te ha... -temí nada más verla en aquel estado.

Si realmente le había hecho algo, iba a tener que acabar con aquello de forma más... "drástica".

Ella movió, torpemente, su cabeza de un lado a otro.

-Aria: he metido la pata con Xiao, como de costumbre –masculló entre dientes, con sus manos cubriendo buena parte de su rostro-. No me extraña que no quiera estar con un desastre como yo –murmuró, con un dolor atroz.

Ella estaba sentada sobre la tarima, por lo que yo no dudé en acompañarla (aunque aún me molestaran determinadas zonas) y en darle un pequeño empujón hacia mí, para que pudiera apoyar su cabeza en mi pecho.

Posé mi mano sobre las suyas e intenté separarlas de sí mismas. Poco a poco y con delicadeza, fue retirándolas de su rostro lleno de lágrimas. Aún así, seguía viéndose tan preciosa como siempre.

-Albedo: eres un desastre maravilloso –ya no podía decir que aquellas palabras se escapaban de mis labios, pues ahora mi voluntad estaba del lado del corazón más que de la razón.

-Aria: ¡no me puedes decir eso de repente! –replicó, al ruborizarse.

Sonreí.

-Albedo: ¿por qué no?

-Aria: porque parece que... -se puso considerablemente nerviosa, y yo me enternecí.

-Albedo: ¿que te amo? –le ayudé a terminar la frase.

Dio un pequeño brinco y, súbitamente, puso distancia entre los dos.

Pese al autocontrol que exhibía, sus ojos verdes brillaron de ilusión.

-Aria: espero que no sea así –no podía mantenerme la mirada-, porque, aunque sea una verdadera inútil, se supone que estoy intentando reconquistar a mi marido.

Yo reí.

-Albedo: lo sé.

"Pero yo te reconquistaré antes a ti", pensé, hipnotizado con el rubor de sus mejillas.

***

Ming-yue

25 de Enero – 03:45 AM

Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue

Escuché risas en las proximidades, así que corrí a averiguar su origen. Y, al descorrer la puerta de la biblioteca, encontré a Aria y a Albedo sentados bajo las altas estanterías y con un cuaderno entre las manos.

-Aria: ¡que no tiene sobrepeso! –replicaba, entre carcajadas, mientras terminaba de dibujar algo sobre la hoja.

-Albedo: ¿te voy a tener que enseñar también a hacer un dragón? –no podía parar de reír-. Mira... -le quitó el lápiz y se puso a pintar- esto es mucho más estético.

Ella apoyó, ligeramente, su cabeza sobre su melena rubia.

-Aria: pero si sólo le has dibujado bien las alas, ¡las patas son una chapuza! –bromeó, sin piedad alguna.

-Albedo: hay que saber ceñirse a los detalles más importantes, Aria –continuó con aquella "divertida" atmósfera-. Lo entenderás cuando seas mayor –le picó y ella le dio un pequeño codazo.

Aquel hombre había tenido que tener, hacía unas horas, una relación homosexual con su tan odiado "adversario" y sabía que ella se había desmayado al vernos a Xiao y a mí intimar como conejos. ¿Por qué demonios parecían estar en una burbuja de felicidad?

Me aveciné hasta ellos con paso abrupto.

-Ming-yue: ¿qué estáis haciendo aquí? –interrogué, visiblemente molesta.

A ninguno de los dos les agradó que interrumpieran su absurdo momento.

-Aria: ¿no éramos tus invitados? –alegó a mi diplomacia, cosa que me desarmó en el acto-. Pensé que podíamos ir un rato a la biblioteca... -levantó una ceja, creyéndose soberbia.

-Ming-yue: ... son altas horas de la mañana –intenté excusarme, pese a que ahora me sintiera avergonzada.

-Albedo: tenemos que esperar hasta las seis y media, al fin y al cabo –argumentó, apoyando, claro está, a su "hermanita"

Apreté mi puño derecho.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora