Capítulo 66

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Xiao

27 de Enero – 19:49 PM

Liyue – Hotel Goztamiel – Habitación Xiao y Albedo

Aquella malévola mujer debió activar otro incienso "sincericida", lo que, al final, hizo más incómoda la presencia del idiota. Tras su horrible sesión, cuando regresamos a la habitación, ambos nos quedamos pensativos, quizá dándole vueltas a lo mismo: a cómo estarían nuestros respectivos hijos.

-Albedo: Nathaniel te adora –rompió el tenso silencio-. Sé que no es fácil mirar a los ojos a las consecuencias del marcaje, pero, cuando termine todo esto, quiero que también lo trates como merece –fue contundente y serio-. Cuando lo arrinconaste gritando...

Era evidente que odiaba hablar de aquello conmigo. No obstante, sus sentimientos, en aquel momento, no eran la prioridad, sino los de su hijo.

-Xiao: no hice bien –le impresionó que aceptara tan fácilmente-. Simplemente, enloquecí.

-Albedo: me alegra que seas al menos consciente de ello –declaró, pero sin dejar atrás la seriedad de la charla-. De otro modo... tendría que hacértelo entender de otra forma –era una clara amenaza.

Solté una carcajada.

-Xiao: ¿crees realmente que podrías vencerme? –inquirí, esta vez, con un claro sarcasmo.

Me mantuvo la mirada sin ninguna clase de miedo:

-Albedo: ya te perdoné la vida en una ocasión, ¿no es así?

No me agradó recordar aquella jeringuilla.

-Xiao: métodos deshonestos... -mascullé entre dientes.

-Albedo: pero, al fin y al cabo, métodos.

Entonces, llamaron a la puerta de la habitación. Un minuto después, un trabajador de oscuro traje se adentró:

-Trabajador: buenas tardes, caballeros –hizo una ligera reverencia-. He venido a anunciaros que se ha expulsado de la feria a la otra pareja que despreció la actividad del almuerzo –al escucharlo, ambos nos quedamos petrificados-. No obstante, en vuestro caso, Ábaco os ha querido dar una segunda oportunidad.

El pelirrubio suspiró de alivio.

-Xiao: ¿bajo qué condición? –me apresuré a preguntar, escéptico.

-Trabajador: quiere que acudáis a su suite esta misma noche –sentenció, como si no tuviéramos otra alternativa más que aceptar aquella propuesta-. Dicho esto, os dejaré a solas.

Cerró la puerta, y oímos sus pasos alejándose por el pasillo.

-Albedo: no sé si es una oportunidad o si... ya hemos metido la pata hasta el fondo –susurró y, agotado, se dejó caer en el colchón, hacia atrás-. Debí imaginar que habría consecuencias –se despeinó ligeramente al llevarse las manos a la cabeza.

-Xiao: se supone que sus clientes pagan por estar aquí, ¿por qué obligarlos?

-Albedo: porque puede, supongo... -su tono de voz se tornó más reflexivo y profundo. Su mente ya debía estar dando inicio a posibles estratagemas con las que afrontar la visita a su suite-. Vas a tener que actuar mejor si queremos convencerlo –fue directo-. La terapeuta no se tragó nuestro engaño. ¡Incluso tuve que darte codazos!

-Xiao: ese incienso iba a acabar desmoronando cualquier tipo de engaño, por mucho que hubiera fingido –yo lo sabía bien, pues conocía de antemano sus efectos.

Se levantó de la cama y se aproximó hasta mí.

Su repentina cercanía se me hizo más que violenta.

-Xiao: ¿qué? –repliqué, mientras parecía examinarme con aquellos odiosos ojos azules.

Y, de pronto, ordenó.

-Albedo: dime que me amas.

-Xiao: ¡¿QUÉ?! –no pude evitar sobresaltarme, asqueado.

Me cogió de los dos brazos y me forzó a colocarme delante de él. En un impulso, iba a empujarlo de una patada, pero antes escuché:

-Albedo: ¿quieres que nos expulse por habernos hecho pasar por una pareja y perder quizá la única oportunidad de llegar hasta el espejo? –fue serio, pese a lo estrambótico de la situación-. Imagina lo que quieras, pero tiene que parecer verídico.

Suspiré.

-Xiao: ... te amo –me dio un tic nervioso en el ojo derecho.

-Albedo: eres pésimo –cogió aire, temeroso de lo que podría ocurrir en aquella suite-. Sólo no me mires a mí, ¡piensa en...!

Lo interrumpí:

-Xiao: te amo –volví a intentar, ahora sin un mal gesto en el rostro. No obstante, aún me era imposible exhibir algo más que inexpresividad.

-Albedo: mejor, pero igualmente poco creíble.

"De verdad que había puesto todo mi empeño", me frustré.

-Xiao: ¡¿acaso tú lo harías mejor?! –intenté defenderme.

Tras aceptar el reto con una sonrisa irónica, dibujó en él una mirada penetrante e intensa:

-Albedo: te amo... Xiao –declaró con una maestra actuación que me provocó un siniestro escalofrío.

Y me besó, dejándome, completamente, atónito.

Afortunadamente, fue breve.

-Xiao: eres una maldita víbora –espeté, aún impresionado con sus "habilidades".

Fingió una gélida sonrisa.

-Albedo: sólo sé distinguir por lo que merece la pena luchar –me devolvió el dardo envenenado que le lancé junto a la masajista.

-Xiao: pues vas más de seis años tarde –espeté.

No dudó en su respuesta:

-Albedo: incluso tras cincuenta años después, Aria seguiría siendo mía –por supuesto, me provocó una notable ira-. Al fin y al cabo... -sus labios se torcieron, en una súbita tristeza que no pudo contener más- yo no he pasado, prácticamente, ni un solo día de mi vida sin amarla.

Y no pude golpearlo.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora