Albedo
31 de Enero – 10:32 AM
Liyue – Pantano Dihua – Casa de Aria y Xiao
No pude matarlo. Incluso, en un ataque de histeria, activó su poder en un intento de protegerlo de mí. Lo odié, pero tuve que dejarla inconsciente para poder acabar con aquella horrible situación. No obstante, por supuesto que abandonamos a Tartaglia en aquel infierno. El escudo Geo de Aria lo protegería, pero tendría que salir de allí por sus propios medios.
Fue una lástima que se desmayara con unas pocas embestidas (contundentes y feroces, pero apenas dos o tres), porque hubiera deseado que me viera llevándome a Aria en brazos, sin que nada pudiera hacer para evitarlo.
Al fin y al cabo, ella... era mía. Y, tras aniquilar a una de sus bases más poderosas, se lo pensaría mejor antes de intentar llevársela. O al menos su propia organización se lo impediría para no perturbarme.
Yo no era de estrategias directas. No obstante, se habían dado demasiadas emociones últimamente que habían alterado mi raciocinio. Esperaba recuperarlo ahora, con ella al fin donde debía estar.
-Xiao: ¿ella creía que el maldito Fatui era yo? –seguía sin poder creerlo.
-Albedo: es posible que su estadía en el Averno, aunque no la matara, le haya dejado importantes secuelas –era lo más razonable.
Pese a aquella verdad, ambos estábamos profundamente aliviados de que hubiera sobrevivido. De estar muerta a estar viva con algún que otro inconveniente, era más que un milagro. Un bendito milagro que me había devuelto el alma.
-Xiao: debí haberla apartado del Fatui –se lamentó, por vigésima vez desde que la recuperamos.
No obstante, yo no iba tener piedad alguna:
-Albedo: sí, debiste haber ido por ella –fui directo y cruel, pero era la realidad.
Se marchó de la habitación, tras exhibir una mirada rota. Si necesitaba llorar, estaba claro que no lo iba a hacer delante de mí.
Y yo aproveché su ausencia para tumbarme junta a ella y abrazarla de nuevo.
-Albedo: al fin estás en casa, Aria –sonreí, con una felicidad sin precedentes.
***
Aria
31 de Enero – 10:49 AM
Liyue – Pantano Dihua – Casa de Aria y Xiao
Despertar con la mirada tan cerca y fija de mi hermano, me dio un pequeño sobresalto. Amaba aquellos ojos azules, ¡pero no los esperaba! Y menos con... con aquella magnífica sonrisa.
-Albedo: buenos días, Aria –saludó, como si no me hubiera dado un golpe en la nuca.
Me incorporé rápidamente.
-Aria: ¡¿dónde está Xiao?! –pregunté, en cuanto recordé lo sucedido.
-Albedo: está vivo y sano –agradecí que no tardara en responder-, así que relájate.
Me tomó del brazo, para "obligarme" a tumbarme junto a él.
-Aria: me alegro –repliqué, lanzándole un evidente dardo tras su intento de matarlo.
Entonces, colocó su mano enguantada en mi nuca y me robó un beso. Quedé petrificada ante aquel repentino gesto, ¡no era en absoluto propio de él!
-Aria: ¿p-por qué? –inquirí, confusa.
-Albedo: quizá, a partir de ahora, te bese a menudo –sonrió, dejándome boquiabierta y... deseosa de que lo cumpliera-. Pero intentaré no hacerlo frente a Xiao, no te preocupes.
"¡¿Intentarás?!", grité en mi fuero interno.
-Aria: no lo entiendo –continuaba mi fuerte desconcierto.
Su tierna mirada parecía mágica, pues me dejó, completamente, hechizada.
-Albedo: pienso aprovechar cada segundo contigo, Aria.
Advirtiendo el peligro de aquella situación, salí corriendo de aquella cama, aunque con el corazón ya bastante "tocado".
-Aria: ¡para, para, para! –repetí, más a mí misma que a él.
El rió desde la cama.
-Albedo: te he echado tanto de menos... -su voz era demasiado magnética.
-Aria: ¡PARA! –chillé.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
Fiksi PenggemarCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...