El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 29

Xiao

24 de Enero – 6:35 AM

Liyue - Cordillera Tianheng

Tuve que detener mi paso al sentir un profundo pinchazo en el corazón. Solamente había subido aquella montaña para contemplar las estrellas tras terminar mi patrulla, pero ahora una horrible angustia estaba atenazándome por dentro.

Sentía... la voz de Kairi. Creí incluso haberla escuchado chillar, pero no en el exterior, sino en mi interior.

Y, en completo pánico, tuve que marchar.

***

Albedo

24 de Enero – 6:52 AM

Liyue – Pantano Dihua – Casa de Aria y Xiao

Escuché a Nathaniel gritar en el piso de arriba, así que, tanto Aria como yo, salimos corriendo a su habitación. Para la sorpresa de ambos, encontramos al adeptus, aunque no en los mejores términos.

-Xiao: ¡¿dónde está Kairi?! –interrogaba, ferozmente, al niño.

Incluso lo había arrinconado en una esquina del cuarto.

-Nathaniel: ... -no reaccionaba debido a la evidente intimidación de su actitud.

-Xiao: ¡responde! –gritó, aún más enfurecido.

Mi cuerpo se movió solo ante aquella escena. Lo agarré del brazo y lo estampé contra la pared, para que dejara de acechar a mi hijo. Él me clavó una mirada aterradora, no muy distinta de la mía.

-Albedo: ¡¿qué te crees que estás haciendo?! –también grité, enfadado.

Aprovechando mi "intromisión", Nathaniel fue hasta su madre, quien lo cogió en brazos para reconfortarlo cuanto antes.

-Aria: ¡es sólo un niño, Xiao! –para haber estado dos días llorando sin apenas poder moverse, supo mostrarse firme. Sin duda, los niños estaban por encima de nuestras circunstancias-. ¡¿Qué estás haciendo?!

Él se liberó rápidamente de la presión que le estaba ejerciendo y se volvió hacia ella:

-Xiao: ¿dónde está Kairi, Aria? –intentó aparentar mayor calma, pero había una latente furia en su mirada. Una furia que debía estar enmascarando su pánico.

Por unos segundos, miramos a nuestro derredor, sin ser capaces de encontrarla. Y, después, dirigimos nuestra atención a Nathaniel.

-Nathaniel: se marchó... -confesó rápidamente.

Con la mayor de las delicadezas, me acerqué a él y pregunté:

-Albedo: ¿por qué se ha marchado?

Todavía un tanto tembloroso por el susto que le había provocado, señaló al adeptus:

-Nathaniel: para buscarlo a él.