Ming-yue
24 de Enero – 9:31 AM
Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue
Ya había previsto que el tercero en discordia (y más importante) no tardaría en aparecer, lo escuché caminar tras mi espalda para llegar hasta mí. Yo, en aquel momento, estaba sentada frente al estanque de mis hermosas carpas de colores, donde solía meditar.
Y, después de mentalizarme para el cruel interrogatorio al que iba a someterme, abrí los ojos y sonreí como pude. Si iba a torturarme, tenía claro que no iba a sacar ninguna mueca de dolor de mí. Mantendría la dignidad hasta el final.
Sin embargo, por primera vez, no hallé aquella expresión de malhumor en su rostro. De hecho, sólo exhibía la picardía propia de un hombre en planos más íntimos.
-Ming-yue: ¿Xiao? –inquirí, anonadada ante su actitud.
Se sentó a mi lado y tomó una de mis manos, para después besarla delicadamente.
Mi corazón palpitó con una inesperada fuerza.
-Xiao: hola, Ming-yue –sonrió, un tanto viperino, pero... de forma ardiente.
Debía admitir que, por un momento, provocó en mí un estado alterado de consciencia dada aquella cercanía. Una cercanía que siempre había ansiado poseer con el Cazador de Demonios. No obstante, no tardé en comprender qué estaba pasando.
Mi actitud, antes hipersensible e ingenua ante su aparición, cambió radicalmente.
-Ming-yue: así que vienes a sacarme algo de información, ¿eh, Xiao? –lancé, creyendo que evidenciar aquella farsa lo haría vacilar.
Sin embargo, él ya era más que consciente de que sus intenciones iban a ser del todo visibles:
-Xiao: es posible –colocó mi mano hacia arriba y lamió mi muñeca lentamente... Mi libido se disparó, pero puse todo mi empeño en que no se notara-. ¿Qué podría hacer para conseguirlo... Ming-yue?
Cada vez que pronunciaba mi nombre con aquella sensual voz, me dejaba atontada por unos segundos.
Pero no iba a conseguir que perdiera el juicio, por mucho que se lo propusiera.
-Ming-yue: ¿de qué serías capaz? –le piqué, jugando con aquel, en realidad, violento ambiente.
Acercó sus labios a los míos.
-Xiao: de todo –no dudó en responder, lo cual me provocó un escalofrío.
Intenté soltar una carcajada irónica, pero... en mi tono se pudo vislumbrar mi notable nerviosismo.
-Ming-yue: eso lo veremos –desafié.
Pero, antes de cualquier cosa, debía probar su "disposición". Al fin y al cabo, "disfrutar" de su cuerpo no iba a hacerme hablar tan fácilmente.
Hipnotizada por su descaro, besé sus labios y, por primera vez, percibí cómo, rápidamente, dirigió todo su esfuerzo a complacerme. Me removió salvajemente, jugó con mi lengua y me bañó en su saliva.
Cuando más cerca de la muerte me encontraba, me sentí más viva que nunca.
Gemí con un mero y absurdo beso.
-Ming-yue: ¿no te vas a poner a gritar lo tan poco que significo para ti después de esto? –lancé un dardo envenenado.
Y él supo jugar bien sus cartas:
-Xiao: puedo gritar lo que tú quieras –me revolvió el alma.
Me fue imposible no fantasear.
-Ming-yue: ¿incluso que me amas?
Sonrió, como el depredador que era.
-Xiao: te amo, Ming-yue –susurró en mi oído, derritiéndome con aquella gloriosa mentira.
***
Albedo
24 de Enero – 9:31 AM
Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue
Ella, con los ojos enrojecidos y aún humedecidos, se incorporó sobre el futón en cuanto me vio entrar de nuevo en la habitación. Necesité tomar un rato más el aire antes de regresar.
-Aria: ¿qué te ha dicho? –preguntó, nada más verme.
Quizá guardaba la esperanza de que Xiao tuviera alguna pista, pero no había conseguido nada de nada... casi como nosotros.
-Albedo: poco –respondí, conteniendo mi nerviosismo-. Ya sabes que es de pocas palabras.
-Aria: dame detalles, por favor –rogó, desesperada.
Me senté sobre el suelo de tatami, cerca de ella.
-Albedo: no ha averiguado nada más, pero continuará intentándolo –era un resumen más que escueto, pero, por nada del mundo, era ahora el momento de contarle que su marido le había sido infiel.
-Aria: ¿no te ha dicho nada más?
-Albedo: no –mentí.
-Aria: has tardado mucho para...
La interrumpí:
-Albedo: estuve examinando los alrededores de nuevo.
Levantó una ceja, escéptica. Aquello era una señal de que había percibido mi mentira.
-Aria: te lo suplico, Al... -posó su aún gélida mano sobre la mía. No había forma de hacerle recuperar la temperatura cuando estaba triste.
Intenté desviar la conversación como pude.
-Albedo: ¿y si envío una copia a investigar el interior del templo? –propuse, tras pensarlo un poco.
Ella intentó soltar una carcajada, pero le fue imposible dado su estado de tristeza.
-Aria: ¿vas a poder controlarla? –bromeó y reunió todas sus fuerzas para mostrarme aquella sonrisa.
-Albedo: despierto creo que podré con ella –seguí con la broma.
Me concentré y, en un abrir y cerrar de ojos, mi clon de ojos rojos ya estaba a mi lado, preparado para recibir unas lentillas azules que siempre llevaba encima.
Sin necesidad de dar órdenes, pues tenía cierta conexión con su mente, salió de la estancia para hacer un primer reconocimiento. Si había trampas o algún peligroso artilugio que se activara al paso, lo sabría.
-Aria: Al... -llamó de pronto, cuando estaba con la mirada clavada en la puerta por donde había salido la copia.
Me volví de nuevo hacia ella y hallé una tímida expresión.
"Mal augurio...", pensé.
-Albedo: dime –respondí, con una pizca de valentía. Al fin y al cabo, Aria podía a veces sorprenderme con sus ideaciones.
-Aria: ¿cómo... cómo has visto a Xiao? –quedó cabizbaja.
Entonces, intuí, perfectamente, cuál era la pregunta que realmente quería preguntar en su lugar: ¿crees que aún me quiere?
-Albedo: Xiao no es una persona precisamente transparente –era cierto.
-Aria: pero tú tienes buena percepción... -había desesperación en su voz, aunque distinta de la que sentía por Kairi.
-Albedo: tengo buena percepción detectando psicópatas, nada más –reí, en un intento de mejorar el ambiente.
Afortunadamente lo conseguí, pues ella también rió levemente.
"Sí, él te quiere, Aria", había detectado en aquella charla. No obstante, yo sabía bien que amar no era lo único necesario para enfrentar una relación, por lo que no quise desilusionarla más. Pasara lo que pasara, quien debía decirle que la amaba, era el mismo Xiao.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...