Albedo
31 de Enero – 11:21 AM
Liyue – Pantano Dihua – Casa de Aria y Xiao
Le di ya un pequeño tiempo para que "respirara", tal y como había pedido, así que salí de la habitación principal para ir ahora en su busca de nuevo. No obstante, cuando me acerqué al recibidor, me perturbé un poco.
Encontré a Aria arrastrando a Xiao, por los brazos, dentro de la casa.
"¿Y ahora qué demonios ha pasado?", no pude evitar pensar con hastío.
-Xiao: ama... ¿por qué me...?
Tras escuchar aquel término y contemplar sus ojos verdes, lo entendí al instante.
-Albedo: vaya... -expresé, bastante incómodo.
Entonces, sin dejar de sujetarlo, se volvió hacia mí.
-Aria: ¡Al, ayúdame a llevarlo a la cama! –pidió, con notable apuro por la situación.
Suspiré.
***
El adeptus rompió toda cadena y esposa que le apliqué para contenerlo. Seguiría intentando lanzarse sobre Aria, incluso aunque tuviera que cortarse un brazo para llegar a ella, así que, por petición de ella misma, tuve que dejar mis intentos experimentales de bloquear su celo por la fuerza.
Era una situación violenta, pero también una oportunidad de investigación.
-Albedo: así que le tocaste la cabeza... ¿y le indujiste el celo? –repetí su breve historia, mientras intentaba detener al adeptus con mi propio cuerpo... sin mucho éxito.
Él conseguía siempre librarse de mis manos para correr hasta ella y suplicarle que le hiciera de todo.
-Aria: ¡no sé muy bien cómo lo hice, pero sí, fue así! –respondió, al mismo tiempo que Xiao la abrazaba por detrás y la trataba de tumbar sobre el colchón.
-Albedo: podríamos hacer alguna que otra prueba –propuse, con mi instinto alquimista a flor de piel.
El peliverde lamió su cuello, y ella sufrió un placentero escalofrío.
-Aria: ahh... -gimió y, tras unos segundos, volvió a intentar recuperar el juicio-. No voy a dejar que experimentes con mi marido, Al.
-Albedo: quizá podría encontrar la forma de disminuir los efectos de su celo –insistí.
-Aria: espera... ¿los tuyos no?
-Albedo: mi celo está bien como está –sonreí. Hace unos meses, no hubiera aceptado aquella verdad, pero había llegado la hora de comenzar a ser honesto con mis sentimientos.
A ella le gustó saber aquello, pero intentó que no lo percibiera. No tuvo mucho éxito, pues aquella mirada lujuriosa me atravesó por completo.
-Aria: aún así, ¡no voy a permitir... -Xiao la besó por un momento- mmm... -logró apartarlo- ningún experimento!
Iba a acabar matándolo como siguiera tomándose aquellas "libertades".
-Albedo: ¿entonces qué propones? –pregunté, curioso-. Ni siquiera sabes cuánto va a durar este celo inducido. ¿Simplemente lo follarás hasta que se calme? –odié pronunciarlo.
-Aria: es lo que he hecho hasta ahora, ¿no?
"¿En serio, Aria?", volví a suspirar.
-Albedo: entonces provócame a mí también el celo –expuse de pronto, muy seguro de lo que estaba diciendo.
-Aria: ¡¿Al?! –inquirió, impactada.
-Albedo: es solamente para fines de investigación –mentí, con otra sonrisa. En realidad, no iba a permitir que Xiao la tuviera para él solo si podía evitarlo-. Tengo que ver cómo lo induces, Aria.
Quedó boquiabierta por un largo rato, hecho que favoreció al adeptus. Debido al estupor generado por mis palabras, la consiguió tumbar sobre el colchón y colocarse encima de ella.
-Albedo: no, Xiao, no... -apreté mi mirada y me metí también en la cama-. Déjame ayudarte... -ironicé.
Lo agarré por detrás y lo eché hacia mi cuerpo, para que ella pudiera tener margen de huida si así lo quería.
-Xiao: ama... ama... -suplicaba que lo dejara ir con ella, incluso extendía el brazo hacia su dirección.
Y lo cierto es que tenía demasiada fuerza, quizá más estando en celo que de normal. No aguantaría mucho.
-Aria: no puedo hacerte algo así, Al –declaró, preocupada-. No sé si tiene algún efecto que...
Xiao se removía, cual niño, delante de mí.
-Albedo: el efecto que tendrá es evidente –me refería a la actitud sumisa y ansiosa del adeptus.
-Aria: ¿no prefieres estar consciente?
-Albedo: no si tiene que estar también él –se me escapó.
-Aria: entonces no es por fines de investigación... -dedujo rápidamente.
-Albedo: ¿prefieres que te diga que me pondré rabioso si sólo está él en celo contigo? –fui directo, quizá demasiado para ella.
-Aria: él es mi marido, Al... -murmuró a regañadientes.
Tuve que soltar a Xiao. Su fuerza física superó a la mía. No obstante, ante el carácter dubitativo de Aria (quien no se decidía a inducirme el celo), tenía otra horrible carta guardada bajo la manga.
Antes de que aquel poseso se alejara de mí, lo volví a agarrar, pero esta vez por el cabello de la nuca. Lo forcé a volverse hacia mí y, entonces, lo besé.
-Aria: ¡¡¡AL!!! –chilló, más emocionada que asustada.
Y, al percibir cómo complacía aquella escena a su ama, correspondió también mis labios. Él gimió en cuanto le inserté la lengua y jugué con la suya. Su ahora excesiva saliva caía por uno de los bordes de su boca.
-Albedo: puesto que no quieres hacerlo conmigo, lo haré yo con él –le piqué, bastante ofendido. Aún mi raciocinio perdido tras aquellos días, no había regresado.
Su libido se disparó, lo atisbé en sus ahora brillantes ojos verdes. No sabía por qué le ponía tanto que nos liáramos entre nosotros, pero era una realidad palpable.
Además... yo tenía algo que "devolverle" al adeptus. Algo con lo que prometí vengarme en nuestro próximo celo.
Lo estampé contra el colchón, boca arriba, y comencé a retirarle los pantalones.
-Aria: ¿qué estás haciendo? – ella trató de detener mi mano, aunque no usando, precisamente, todas sus fuerzas.
-Albedo: ya te lo he dicho, me encargaré yo de él –insistí. Al fin y al cabo, aunque me desagradara su tacto, prefería aquello a que Xiao la tocara.
¡Todos contentos! Xiao tenía su sexo, yo evitaba que lo tuviera con Aria y ella veía una escena que le "gustaba".
Y, súbitamente, sentí la mano de Aria sobre mi frente.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...