Capítulo 17

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Ming-yue

18 de Enero – 2:20 AM

Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue

Por la segunda botella, su vulnerabilidad afloró y se mostró tal y como se sentía en realidad, sin necesidad de seguir usando mi habilidad.

-Xiao: ...quédate... conmigo, Aria... -el alcohol lo había sometido ya por completo.

Se había abalanzado sobre mí, mientras sus dorados ojos me contemplaban con honda súplica. Y yo, aunque feliz porque ahora fuera él quien quisiera tocarme, odiaba verlo tan destrozado y... desesperado. Aquella maldita mujer debió torturarlo por años con la sombra de su hermano acechando siempre a la vuelta de la esquina.

Tuve claro que aquella relación no era conveniente cuando la vi dudar justo antes de llegar al altar.

Y no pude evitar sentir también rabia. "Si supieras lo que tienes a tu lado, Aria...", pensaba, apretando mi mandíbula.

Quiso besarme en varias ocasiones, aunque no fuese, precisamente a Ming-yue, a quien buscara. Sin embargo, llegaba un momento en el que el cuerpo era más débil que la mente y, maravillada con aquel atractivo rostro que tanto había extrañado, dejé que posara sus labios sobre los míos.

"Saben a tofu, como esperaba", reí por dentro, más que complacida con aquel sabor.

Yo misma lo había incitado a beber, quizá deseosa de que se emborrachara para que estuviera más tiempo a mi lado, pero, incluso habiendo contemplado su alma, juro que no esperaba que su nivel de tristeza fuese tan profundo como para ver el "fantasma" de su esposa por todas partes, incluso en mí.

Llevé mi mano a su mejilla, y caí en la tentación por completo. Disfruté aquel beso y me aferré a él, con mi propia desesperación. Mi piel lo ansiaba de una forma casi demente.

-Ming-yue: te amo, Xiao –necesité confesarle, por segunda vez.

La primera vez que lo hice, él me rechazó con una simple frase: "yo no puedo amar". Evidentemente, fue una mentira.

-Xiao: yo también te amo, Aria –intenté borrar aquella última palabra, y permitirme fantasear con un hermoso sueño.

Volví a acercarme a sus labios, y esta vez fui yo quien lo besó ardientemente. Y, sin apartarnos el uno del otro, comenzamos a desnudarnos mutuamente. Él simplemente desarmó mi obi, provocando que, rápidamente, el kimono se abriera, se deslizara hacia la tarima de madera y exhibiera mi cuerpo.

Yo tuve que darme unos segundos para observar detalladamente aquel ejercitado torso de nuevo, ¡ardí por dentro! No obstante, dejé en su cuello aquel gran collar, pues me encantaba escucharlo tintinear cuando se removía encima de mí.

Bajé su cremallera, y pude comprobar que estaba bien preparado para el acto. Yo... por supuesto que también. Saqué su pene y abrí mis piernas, para que se entrometiera entre ellas. Quise masajearlo un poco antes, pero él apartó mi mano y corrió a penetrarme sobre aquella tarima.

Sentí su instrumento atravesar mi vagina y un placer inconmensurable ante su decidido e intenso paso.

"Al fin...", sentí incluso hondo alivio al recuperar aquel tan deseado cuerpo.

Con sus brazos extendidos y colocados junto a mis dos costados, comenzó a embestirme una y otra vez, mientras creía ahogarme en la lujuria. Yo no pude apartar la mirada de su ahora fiero rostro, veía cómo gozaba con mi interior y yo no podía ser más feliz.

***

Ming-yue

18 de Enero – 10:42 AM

Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue

Después de una noche casi perfecta, abrí mis ojos verdes en mi futón. A mi lado, Xiao seguía durmiendo con sólo aquel collar como única prenda sobre su espléndido cuerpo. Estaba boca arriba y yo de perfil, en dirección a él. No nos tocábamos, cosa que corregí nada más recuperar la consciencia.

Me aproximé a él y necesité besar su ahora tranquila mejilla. Cuando despertara, sabía que no me lo permitiría, así que debía aprovechar aquellos últimos retazos de la fantasía.

Acaricié su tatuado brazo, llevando mis dedos por aquellas sensuales y verdes líneas.

"Ojalá pudiera tenerte aquí siempre", deseé, grabando a fuego, una vez más, su imagen en mi memoria. Al fin y al cabo, ¿cuándo volvería a verlo de nuevo? ¿Quizá dentro de otros cien años?

-Xiao: ¿dónde... estoy? –se llevó las manos a la cabeza. El dolor de la resaca debía estar sacudiéndolo.

Se incorporó sobre el delgado colchón y miró a su derredor, sin poder llegar a ninguna conclusión. En aquella estancia, no había muebles ni nada reconocible. Era una amplia sala que yo dedicaba, en exclusiva, para dormir.

Entonces, se percató de mi presencia y, lentamente, su pecho fue respirando más agitadamente. Sus dorados ojos se abrieron como platos e inició un escalofriante temblor en sus brazos.

-Xiao: ¡¿Pero qué demo...?! –se calló a sí mismo, quizá al empezar a comprender qué había pasado.

Entró en completo pánico, incluso palideció.

-Xiao: no... no... no... -repetía, ocultando ahora su rostro entre sus manos.

Suspiré.

-Ming-yue: no has hecho nada distinto de lo que ella, aprovechando tu ausencia, ya habrá hecho en tu propia casa –justifiqué, claro está, todavía tumbada y desnuda sobre el futón.

Pero no sirvió en absoluto mi intento por consolarlo.

-Xiao: ¡yo no soy ella! ¡Ella al menos...! –su voz era siniestra, daba escalofríos.

-Ming-yue: ¿ella qué? –repliqué, frustrada.

-Xiao: ¡ella daría la vida por su hermano! –gritó, furioso consigo mismo-. ¡Pero tú no significas nada para mí!

Me quebré.

Incluso siendo consciente de aquella realidad, sencillamente me quebré.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora