Capítulo 53

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Aria

25 de Enero – 18:23 PM

Averno - Oasis de Daphnariam

Confiamos, ciegamente, en la guía del orbe. Era nuestra única esperanza entre las tinieblas y, pese a ello, estaba tranquila, pues sabía que nos conduciría sin problemas a nuestro objetivo. No conocía bien a mi madre, pero lo poco que lo había hecho, me transmitió aquella tranquilidad. Ojalá la situación fuera distinta, ojalá pudiéramos unirnos todos en las comidas familiares que solíamos celebrar. No obstante, aquella era la realidad y, al menos, Kairi estaba sana y salva.

-Kairi: el orbe se ha detenido –comentó, ilusionada-. ¡Debe ser aquí el lugar donde caí!

"Caíste... Te tiraron... casi lo mismo", mascullé entre dientes, deseosa de regresar y darle una paliza a Ming-yue.

-Albedo: entonces sólo queda esperar –sonrió, y bajó a la niña de sus hombros para colocársela entre los brazos-. ¿Tienes ganas de regresar, Kairi?

-Kairi: ¡muchísimas! –gritó, ansiosa-. Quiero abrazar a papá.

"Yo también...", deseé, sabiendo que no me sería fácil recuperar su tacto. Pero, tras aquel encuentro con los muertos, tenía aún más claro que debía luchar en vida por lo que quería. Y lo que quería era seguir estando casada con Xiao, con todo lo que ello suponía. Lo devolvería a casa... sí o sí. De otro modo, llegado mi final, acabaría arrepintiéndome de ello en el Averno por la posteridad.

-Kairi: y a Nath, por supuesto –añadió, emocionada-. Seguro que se puso muy triste cuando no volví... como le había prometido.

-Albedo: la próxima vez, será mejor que no escapes a mitad de la noche, señorita –sermoneó, aunque sin dejar de mostrarse dulce con ella.

Cuando observaba a Al, dudaba un ápice de mi determinación de recuperar a Xiao, pero confiaba en que mi razón hubiera mejorado en aquellos seis años.

Entonces, escuchamos unos extraños, pero bestiales, ruidos acercarse a nosotros. Incluso hacían retumbar el suelo que pisábamos.

-Albedo: Aria –expresó, serio, con un claro mensaje: "mantente en guardia".

-Aria: sí...

-Kairi: ¿algo viene? –inquirió, confusa.

Y la confusión se tornó terror.

Un estridente rugido nos ensordeció desde las cercanías. Y, poco a poco, entre las tinieblas, pudimos identificar su origen: un gran dragón negro, como el azabache, e intimidante, como la gran amenaza que, evidentemente, era.

-Aria: ¡¿Qué demonios?! –grité, horrorizada.

Todo había sido demasiado fácil. ¡Y ahí estaba la explicación!

Y lo peor: el portal se abrió.

-Albedo: ¡Aria, tenemos que correr! –yo no podía estar más de acuerdo.

Desconocía si alguno de nosotros podría enfrentar siquiera aquella bestia sin sufrir horribles consecuencias.

Mi hermano me tomó incluso de la mano para obligarme a salir disparada hacia el portal. No obstante, en un abrir y cerrar de ojos, algo cayó encima de mí.

-Aria: ¡ah! –grité al sentir una inevitable presión encima de mi cuerpo. Una presión que provocó que soltara su mano, para después estamparme contra el suelo.

Era una red pegajosa y a la vez pesada que el dragón había creado sobre mí para atraparme. Su contacto hacía arder mi piel.

Al no lo dudó. Dejó a Kairi en el suelo e intentó romper aquella trampa con su espada. Pero su filo no le afectaba.

Cuando vio que era inútil, lo intentó también con sus propias manos, sin importarle el horrible calor que desprendía. Incluso vi cómo sus guantes se deshacían ante sus constantes y frenéticos tirones. Y... no paraba.

Pero pasaban los agónicos segundos y era una labor imposible.

-Albedo: ¡Kairi, vete! –ordenó, intentando guardar la calma.

"Él no va a irse de mi lado... lamentablemente lo sé", pensé, mientras lo observaba con hondo pánico y pesar.

-Kairi: ¡y una mierda! –ella también se lanzó hacia la trampa con sus pequeñas manos, pero él la detuvo antes de llegar hasta ella.

"¿Por qué tuvo que heredar la cabezonería de su padre?", me aterró imaginar la posibilidad de que aquel monstruo pudiera ponerle las manos encima.

-Albedo: ¡Kairi, lo digo en serio!

-Kairi: ¡yo también!

El dragón inició más su aproximación y el portal... iba a comenzar su cierre.

"No pienso permitir que os toque siquiera", yo también me determiné. Sabía bien lo que tenía que hacer.

Activé mi poder.

Creé un escudo Geo alrededor de Al y de mi niña, envolviéndolos por completo.

-Albedo: ...ni se te ocurra –me amenazó, fiero.

-Aria: cuídalos a todos... incluido a Xiao –reuní todas mis fuerzas para sonreír.

Después, invoqué dos orbes Electro y Pyro que posicioné frente a ellos.

-Albedo: ¡Aria, no! –gritó, en completo pánico-. ¡Yo puedo...!

"Incluso, en estos momentos, no puedo dejar de contemplar lo tan hermoso y perfecto que eres, Al", mi alma agonizó.

Y los hice explotar... y, con su poderoso impulso, hice que aquel escudo, con ellos dos dentro, saliera disparado hacia el portal.

***

Nathaniel

25 de Enero – 18:31 PM

Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue

Cuando la hora de la apertura del espejo estaba cerca, tío Xiao comenzó a atarse una larga cuerda en la cintura. No importaba cuánto insistiera Zhongli en decirle lo tan peligroso e inútil que era aquello, él hizo caso omiso.

Todos manteníamos una distancia considerable del espejo, por temor a sus efectos. Incluso cuando al fin se abrió, Venti me obligó a dar aún más pasos atrás.

No obstante, al menos uno de nosotros debió mirar antes a través de él... porque, de aquel tan precavido modo, lo que sucedió nos pilló completamente desprevenidos.

Desde que el cristal mostró un profundo agujero en su seno, ya escuchábamos ruidos y rugidos tenebrosos, pero lo atribuimos a lo horrible del lugar... hasta que reconocimos, tardíamente, algunas voces.

Y, para cuando el tío Xiao y los demás pudieron reaccionar, una bola Geo irrumpió en el sótano abriéndose paso en una poderosa embestida. Se llevó por delante otros artilugios, rompiéndolos en varios pedazos y creando un caos inimaginable.

-Xiao: ¡¿KAIRI?! –gritó, impactado, en cuanto reconoció a mi hermana dentro de aquel escudo.

También... estaba mi padre. Ambos, dada la fuerte colisión, se habían desmayado. No obstante, papá, antes de perder por completo el conocimiento, musitó:

-Albedo: A-Aria...

Tío Xiao abrió sus ojos dorados como platos al escucharlo. Pero ya era tarde.

Para cuando regresamos la vista al espejo, éste ya había sido víctima también de aquella brutal entrada. La presión lo había empujado hacia delante, haciéndolo caer.

Lo único que había quedado del portal era su soporte de acero, tirado sobre el tatami, y miles de trozos de su cristal desparramados por todas partes.

-Xiao: no... no... no... -entró en shock.

Corrió hacia el espejo, lo volvió a posicionar de pie, pero ya no era más que un simple objeto. La magia que poseía parecía haberse esfumado inexorablemente.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora