El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)

Recuerdos de esperanza e ilusión II

Venti

Pronto Kairi cumpliría su primer año y quizá tendría un gran regalo de cumpleaños (no ahora, pero sí dentro de unos meses), porque Aria creía estar embarazada de nuevo. No obstante, como la primera vez que acudimos a la astróloga, su vida amorosa seguía entre dos mundos, por lo que no sólo necesitábamos asegurarnos de si había un bebé o no en sus entrañas... ¡también necesitábamos saber quién era su padre!

Cuando me contó todo el asunto del marcaje, su hermano biológico (que duró, más bien, poco) y sobre su origen; estuve toda una semana traumatizado. Tras siglos, conocía la realidad de otros mundos y Serphiat era uno de ellos. Por supuesto, temía su existencia por el salvajismo que los rumores contaban que imperaba en su seno. No obstante, desconocía cómo había sido su final y que... Aria venía de allí. Era incapaz de relacionarla con una raza cruel y despiadada, pero tampoco podía ser muy objetivo, por mucho que fuese una deidad en otros tiempos.

Que marcara a Albedo no me sorprendió, sí que lo hiciera con Xiao. Su relación había madurado e incluso habían reafirmado su matrimonio... pero, incluso en aquellas circunstancias, siempre creeré firmemente que el gran amor de Aria era Albedo y nadie más. No obstante, puede que el marcaje no tenga que ver con un acto de amor. En su esencia, no era más que un signo de opresión.

-Mona: sí, estás embarazada –anunció, seria, mientras examinaba aquellos círculos mágicos que levitaban frente a ella.

La tensión se sirvió en el ambiente. Aria y yo nos miramos, emocionados y ansiosos por el resto de la información.

-Mona: y el padre... -miró aún más en aquellos círculos- puedo ver el nombre de Albedo Kreideprinz.

Mi chillido fue épico, debió escucharse en todos los rincones de la ciudad.

-Venti: ¡sííííííííííííííííííí! ¡síííííí! ¡SÍÍÍÍÍ! –cogí uno de los cojines del sofá en donde estábamos y comencé a golpear el reposabrazos con él, en un ataque de histeria y alegría a partes iguales-. ¡¡Bien hecho, Albedo!!

Mi mejor amiga quedó petrificada.

-Aria: ¿estás... segura?

-Mona: por supuesto –dictaminó-. Y, por favor, dile a tu amigo que no me rompa el sofá o tendré que cobraros su importe.

Y Aria, demente, estalló en carcajadas.

-Aria: el hijo de Al... -no podía parar de reír... hasta que comenzó a llorar.

Yo me detuve para poder examinarla.

-Venti: ¿Aria? –me preocupé.

-Aria: ¿por qué tengo que estar tan horriblemente feliz, Venti? –dijo cual oscura confesión.

La abracé.

-Venti: porque, por mucho que pase el tiempo, seguirás amando a ese hombre con locura, Aria.

Sus labios se torcieron. Y Mona aprovechó para mirar también aquel hecho en su astrología.

-Mona:sí que lo ama, sí... -silbó, impresionada con lo que estaba viendo.