Capítulo 63

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Albedo

27 de Enero – 13:28 PM

Liyue – Hotel Goztamiel – Pub

El almuerzo era otro espectáculo desagradable del que esta vez pudimos escaparnos. Habían colocado, literalmente, comida sobre el cuerpo desnudo de mujeres y hombres. Y, tras lo sucedido con el masaje, nuestro nivel de aguante estaba por los suelos. De hecho, Xiao tuvo que irse al baño y aún no había vuelto (me imaginaba por qué). No obstante, yo seguí con mi investigación y me dirigí primero a la taberna en la que había comenzado todo aquello.

Antes de intentar, una vez más, acercarnos a él... buscaba más pistas e información.

Y me topé con una interesante charla:

-¿?: has dejado que Ábaco te haga de todo, ahora es mi turno de encontrar a otro hombre y gozarlo –dejaba más que claro aquella mujer de apretadas prendas-. Y yo que pensaba que eras sólo hetero... -soltó una carcajada.

Ahora con el local vacío de otros participantes (pues todos los demás estaban "disfrutando" de la comida), aquella pareja estaba sentada en lo que podría considerarse el mejor sofá de la zona. Estaba en primera fila del escenario y tenía los cojines más mullidos.

-¿?: cielo... ya sabes que Ábaco es especial, ¡no podía negarme! –bebió un sorbo de un té caliente-. Así que no pienses que voy a dejar que te líes ahora con cualquiera.

-¿?: ¿y para qué hemos venido aquí entonces? –replicó ella, ofendida-. Ya me estabas aburriendo en la cama, ¡y necesito carne nueva!

Su acompañante le lanzó una mirada colmada de odio.

"Ha estado con Ábaco, me interesa", de nuevo otra oportunidad aparecía ante mis ojos y yo no iba a desaprovecharla.

Rápidamente, pedí una bebida al camarero que permanecía en la barra, y me acerqué a su sofá.

-Albedo: ¿vosotros tampoco teníais hambre? –rompí el hielo, y me apresuré a tomar asiento junto a ellos.

Nada más contemplarme, la mujer quedó boquiabierta. "Bien, esto quizá será fácil", deduje cuando clavó sus oscuros ojos en mi cuerpo, al fin vestido con mis ropas habituales. No me sentía muy cómodo con aquella bata.

-¿?: ¿y esta hermosura? –se emocionó como una niña en una tienda de caramelos.

-¿?: Sasha... -suspiró, avergonzado, su acompañante.

-Sasha: ¡es de revista, no es culpa mía, Freddy! –trató de defenderse, de nuevo sintiéndose ofendida-. Querer tirarse a tipos buenorros no es infidelidad.

-Freddy: ¿entonces sí lo es cuando son feos? –espetó, indignado.

-Sasha: ¿acaso lo ha sido con Ábaco? –le recordó, sarcástica.

Y él calló.

Me vino bien que mencionara de nuevo aquel nombre.

-Albedo: ¿cómo conseguiste acercarte a él? –pregunté, fingiendo ilusión al respecto.

Al instante, aquel hombre se sintió orgulloso ante mi interés.

-Freddy: le gusté a lo lejos y sus trabajadores me llevaron hasta él –contó, cual trofeo.

Aquel dato suponía una buena y mala noticia. La buena es que le interesaban los hombres y nosotros lo éramos. Y la mala... que él debía fijarse en nosotros antes de poder acceder a su compañía, lo que complicaba enormemente la situación.

-Albedo: ¿y qué hiciste para llamar la atención? –insistí, sonriente.

-Freddy: sólo estábamos follando en la sauna –no le fue difícil responder, seguía sintiéndose orgulloso de aquel privilegio-, ¡le debió gustar mi aparato!

Su pareja le golpeó el hombro.

-Sasha: qué tonto eres, cielo –rió.

Entonces, aquella mujer, por el asiento, se deslizó aún más hasta mi cuerpo y colocó una de sus manos en mi pierna.

-Sasha: bueno... -una expresión lasciva se fraguó en su mirada- si tanto te interesa llamar su atención, yo podría ayudarte con ello. –Acercó, lentamente, su rostro a mi oído-. Puede que nos esté mirando aquí y ahora... -me susurró.

Me dio un escalofrío.

-Albedo: si dicen que participa en todas las actividades, debe estar en el comedor ahora y no aquí –sonreí, aunque con porte estoico ante aquellas evidentes insinuaciones.

-Sasha: vaya –expresó, decepcionada-, pensaba que estabas más desesperado. –Cogió uno de mis mechones y jugó con él entre sus dedos-. O los guapos son más listos de lo que parecen.

De pronto, ella se volvió hacia su pareja, quizá lanzándole un mensaje con la mirada. Un mensaje que yo no pude descifrar, lo cual no me gustó en absoluto. Sobre todo, cuando él suspiró con resignación.

Sacó algo de su bolsillo: una bolsita con un contenido arenoso. Lo llevó hasta mi vaso, el cual yo había dejado sobre la mesa, y vertió ahí su contenido.

"De planear drogarme... ¿Por qué dejas que lo vea?", me pregunté, desconcertado.

-Freddy: si quieres que te cuente algo más sobre Ábaco, deberías echar un trago a tu bebida –guiñó un ojo con una mueca maliciosa en sus labios.

Se me escapó una carcajada irónica.

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora